El calvario de las terapias de conversión sexual en Francia

De los 15 a los 18 años, el francés Benoit Berthe siguió varias terapias de reorientación sexual, también llamadas terapias de conversión, para «curar» su homosexualidad. El Parlamento galo aprobó esta semana por unanimidad el proyecto de ley que prohíbe en Francia esas terapias

Una multitud asiste a la marcha anual del Orgullo Gay, el 26 de junio de 2021, en París
Una multitud asiste a la marcha anual del Orgullo Gay, el 26 de junio de 2021, en París
AP

De los 15 a los 18 años, el francés Benoit Berthe siguió varias terapias de reorientación sexual, también llamadas terapias de conversión, para «curar» su homosexualidad. Estas prácticas acaban de ser prohibidas en Francia, porque, como explicó el presidente francés Emmanuel Macron, «no hay nada que curar».

«Me enviaron mis padres. Siendo católicos practicantes tenían una visión, en esa época, muy negativa de la homosexualidad y pensaban que si 'caía' en 'la trampa' de la homosexualidad sería profundamente infeliz. Lo hicieron por amor y para ayudarme, sin pensar que esto destruiría el inicio de mi vida adulta», explica Berthe, portavoz del colectivo 'Rien á guerir' (Nada que curar), que agrupa a una cincuentena de víctimas francesas de terapias de conversión sexual.

Sus padres le enviaron en vacaciones y los fines de semana a «retiros de cura» en lugares remotos dentro de comunidades religiosas católicas en Francia, después de que a los 15 años les confesara que le gustaban los chicos. Esta confesión fue un shock para esta familia ultracatólica. Decidieron hacer todo lo posible para «curar» su homosexualidad. «Seguí una terapia 'psicoespiritual' de comunidades carismáticas nuevas, católicas, pero próximas e inspiradas por los movimientos evangélicos», precisa.

El Parlamento galo aprobó esta semana por unanimidad el proyecto de ley que prohíbe en Francia esas terapias pseudocientíficas que pretenden modificar la orientación sexual o la identidad de género de homosexuales, bisexuales y transexuales para «convertirlos» en heterosexuales. Este nuevo delito establece sanciones de hasta tres años de prisión y 45.000 euros de multa.

El libro 'Dios es amor' (editorial Flammarion, 2019) de Jean-Loup Adénor y Timothée de Rauglaudre y el documental de la cadena Arte 'Homoterapias, conversión forzada' de Benoit Nicolas revelaron que "esas prácticas ocultas y peligrosas, bien conocidas en Estados Unidos, existen también en Francia". Estos grupos actúan «en toda libertad, a veces incluso con la bendición de las autoridades religiosas», denunciaron.

Adénor se infiltró, con el nombre falso de Guilem, en grupos 'ex gays' católicos y evangélicos franceses que prometían «curar» el «pecado» de la homosexualidad, como Courage y Torrents de vie.

«Cada uno en su turno, tomaban la palabra. 'Hola, me llamo Pierre y me atraen las personas del mismo sexo'. Cada vez el grupo respondía al unísono: 'Buenos tardes, Pierre'», detallan Adénor y Rauglaudre en su libro sobre una reunión de la asociación Courage, que utiliza un método calcado de Alcohólicos Anónimos. Courage aboga por la castidad como arma para combatir la homosexualidad.

En Francia, las terapias de conversión existen desde hace 30 años, pero hasta ahora nadie ha sido condenado por ello, ya que el delito no existía. «En Estados Unidos lo asumen. En Francia, prestan mucha atención a lo que dicen, no dicen que curan a los homosexuales, dicen que acompañan a la gente para que mejore», cuenta por teléfono Berthe, de 32 años.

Según los expertos, hay tres tipos de terapias de conversión: «Las terapias de conversión religiosas, que hacen una interpretación retorcida de los textos sagrados para curar la homosexualidad; las terapias de conversión médicas con pseudo psicoterapeutas con el mismo fin; y terapias de conversión societales, a través de presiones sociales en grupos deportivos o en el entorno familiar».

Estas terapias de reorientación sexual adoptan diferentes formas: desde entrevistas a cursillos, pasando por campamentos de reeducación y reuniones de oración y de ayuno. También ha habido terapias de aversión, exorcismos, tratamientos por electrochoques o inyecciones de hormonas. Un miembro de 'Rien à guerir' de 60 años de edad ha sufrido ocho exorcismos a lo largo de su vida, cuenta el portavoz de este colectivo.

Muchas veces estas terapias psicoespirituales, como las que siguió Berthe de adolescente, mezclan los textos religiosos mal interpretados con pseudo psicoterapias para tratar de encontrar «las causas» de la homosexualidad e intentar 'curar' a esas personas.

En el caso de Berthe, sus terapias de conversión incluían rezos y acompañamiento con un padre espiritual. «Te pregunta cosas muy íntimas» y «poco a poco, de manera muy sinuosa, te viene a mostrar la homosexualidad como una forma degradante, algo malo». «Nos enseñan a ser homófobo contra nosotros mismos, a sentir asco», denuncia.

Muchas de sus víctimas son personas vulnerables que tienen dificultades a aceptar su homosexualidad. «Le dicen: 'te sientes mal, eso quiere decir que estas enfermo'», explica Berthe. A eso se añade un sentimiento de culpabilidad, porque las personas «intentan cambiar y nada cambia», por lo que entran en «una espiral infernal». Estas prácticas suelen dejar secuelas psicológicas graves a sus víctimas, que pueden sufren inseguridad, depresión y tener pensamientos suicidas.

Salir de ese infierno no es fácil. «Me llevó cinco años a salir de ahí y siete u ocho años para sentirme realmente bien. Y he hecho terapias de verdad con verdaderos terapeutas que me han ayudado a comprender lo que he vivido», cuenta Berthe.

Sus padres, que tardaron años en darse cuenta del daño que hicieron a su hijo al tratar de 'curar' su homosexualidad, se han disculpado ante él en privado y públicamente. Su madre participó en el documental de Arte. «Querían ayudarme. Evidentemente, fue todo lo contrario», se lamenta Berthe.

El portavoz de 'R ien à guerir' confía en que la nueva legislación permita condenar a los que practican estas terapias de conversión, vigilar la publicidad de estas pseudoterapias, retirar de las librerías los libros que las promocionan y permitir que las asociaciones puedan constituirse como parte civil y presentar demandas judiciales para acompañar a las víctimas de terapias de reorientación sexual.

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