Biden enviará algunas tropas al este mientras Europa refuerza la diplomacia

Boris Johnson hablará con Putin para «evitar un baño de sangre» y viajará a Kiev, a donde esta semana próxima también se desplazarán los ministros de Exteriores de Francia y Alemania.

Soldados ucranianos camuflados en la nieve
Soldados ucranianos camuflados en la nieve
Efe

No fue un anuncio formal desde el Despacho Oval, sino el resultado de una pregunta al aire lanzada por un periodista al término de un mitin en Pittsburg (Pensilvania) y la espontaneidad habitual de Joe Biden. Quería saber si había decidido enviar tropas al Este de Europa y el presidente no le decepcionó: «Mandaré tropas al este de Europa y los países de la OTAN a corto plazo, pero no muchas».

Estados Unidos tiene 8.500 efectivos en situación de alerta, una cantidad mínima en comparación a las 100.000 que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha colocado en la frontera con Ucrania. «Hay que remontarse muy atrás hasta los días de la Guerra Fría para ver algo de esta magnitud», había aclarado poco antes el secretario de Defensa estadounidense Lloyd Austin. Al revés de lo que dicen las autoridades ucranianas en el sentido de que Moscú no ha reunido tropas suficientes en su frontera como para iniciar una invasión, Austin sostiene todo lo contrario, aunque opina que el conflicto «no es inevitable».

Kiev pidió ayer a Occidente «firmeza y vigilancia» ante Rusia, Pero algunas voces ya acusan a Biden de «incendiario» por haber anticipado a bocajarro la semana pasada «en un lenguaje poco diplomático» que Moscú podría invadir Ucrania el mes que viene. «Están creando el pánico», criticó el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, en una conferencia de prensa. «No puedo ser como otros políticos, que están agradecidos a Estados Unidos solo por ser Estados Unidos», protestó. «Nosotros le estamos agradecidos por defender constantemente nuestra soberanía e integridad territorial, pero yo estoy aquí y conozco detalles más profundos que ningún presidente».

No le nombró, pero estaba claro que se refería a Biden, el cual fue enviado especial de Barack Obama para Ucrania tras la invasión de Crimea. Después de un primer año de presidencia marcado por la frustración y la caída de popularidad, el líder de la Casa Blanca ha ganado peso en la escena internacional, donde ha logrado imponer la voz de Estados Unidos sobre las de la OTAN y la UE en la crisis del este. También ha conseguido un interesante acuerdo con Bruselas para suministrar gas a los Veintisiete si el conflicto llega a un punto de no retorno y el Kremlin corta el abastecimiento actual a la UE.

Sus generales también anticiparon ayer una «catástrofe de grandes magnitudes» si se produce la ocupación, «dado el tipo de fuerzas que ha amasado» Rusia en la frontera. Artillería pesada, misiles balísticos tierra-aire, capacidad aérea y tropas rodeando Ucrania por tres de sus flancos. El Kremlin ha empezado a enviar además a Bielorrusia lanzaderas y bombarderos, dentro de los preparativos anunciados para las maniobras conjuntas que los dos países realizarán entre el 10 y el 20 de febrero; unos ejercicios que inquietan a Kiev porque se producirán en la misma frontera, ya que los simulacros consistirán en evitar la entrada de «grupos enemigos» en territorio bielorruso y eliminar «sus canales de entrada de alimentos y munición».

«Te puedes imaginar el número de bajas que causaría si activan todo eso a la vez, particularmente en zonas urbanas de gran densidad. Sería terrorífico», especuló el jefe del Estado Mayor estadounidense, general Mark Milley. Sin embargo, Volodimir Zelenski destacó que, a pesar de que «la probabilidad de ataque existe», «no hay ninguna escalada superior a la que ya existía» el año pasado y agregó que uno de sus grandes temores es el de la «desestabilización interna» en referencia a un aumento de la conflictividad en el Donbass.

La estrategia de la palabra

Mientras Washington redobla este fin de semana sus mensajes de advertencia prebélica, Europa apuesta por fortalecer la vía diplomática con anuncios de diálogo por parte de varios países con las autoridades ucranianas y rusas. El más significativo ha sido el del primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, que visitará Ucrania en los próximos días y hablará por teléfono con el líder ruso, Vladímir Putin, para convencerles de una bajada de la tensión y «evitar un derramamiento de sangre». «El primer ministro está decidido a acelerar los esfuerzos diplomáticos y aumentar la disuasión para evitar el derramamiento de sangre en Europa. Reiterará la necesidad de que Rusia dé un paso atrás y se comprometa diplomáticamente», señaló el portavoz de Downing Street en un anuncio que tuvo lugar horas después de una videoconferencia entre los presidentes francés y ruso, en la que éste admitió ante Emmanuel Macron su apuesta por una «desescalada».

En cualquier caso, el Ejecutivo de Reino Unido ha pedido a sus jefes de Defensa y Seguridad que consideren más opciones militares defensivas en Europa, que el 'premier' quiere estudiar antes de viajar al este. Entre ellas, figuran nuevos despliegues y el refuerzo de las defensas de la OTAN. El Ministerio de Asuntos Exteriores británico tiene previsto, por su parte, anunciar mañana un endurecimiento de las sanciones a los intereses financieros y estratégicos de Rusia si se produce la invasión, aunque la cuestión no es sencilla. Los oligarcas rusos residentes en Londres y otros inversores mueven grandes cantidades económicas que producen beneficios en ambos sentidos -a su país y a Reino Unido- y guardan sus riquezas en los bancos ingleses, lo que en un informe dirigido a la anterior primera ministra, Theresa May, en 2018 se venía a denominar el 'oro de Moscú'.

La intervención de Johnson no será la única. También el ministro de Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, y homóloga alemana, Annalena Baerbock, visitarán Ucrania los días 7 y 8 de febrero para discutir con las autoridades del país la actual tensión son Rusia. «La movilización continúa para reducir las tensiones», manifestó en su cuenta social el jefe de la diplomacia gala. En respuesta, su homólogo, Dimitri Kuleba, dijo que ayudar a la economía ucraniana se ha vuelto prioritaria. «Ha habido una fuga de capitales del país estimada en 11.000 millones de euros debido al pánico generado por la situación. «Nuestro Estado no puede hacer frente a tales desafíos» y necesita. 4.400 millones para solucionarlo.

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