Coronavirus

Ómicron azota al mundo y se ceba en Europa, con tres millones de contagios en una semana

Los primeros test tras la Navidad arrojan una escalada de infecciones en varios países de la UE mientras los nórdicos endurecen las medidas.

Franceses esperan para realizarse una PCR.
Franceses esperan para realizarse una PCR.
IAN LANGSDON

Si en algo existe un consenso generalizado, sea en Bruselas, Pekín, Montevideo o Washington, es que el coronavirus se transmite ahora a una velocidad "nunca vista" y ha generado una pandemia dentro de la pandemia, aunque por fortuna menos letal respecto a la que el mundo arrastra desde principios de 2020 gracias a las vacunas. La rápida diseminación de la variante ómicron sacude el planeta. Cuando se esperaba domeñar la epidemia con la paciencia del herrero que golpea en la fragua, la cepa descubierta en Sudáfrica ha creado un nuevo horizonte vírico superacelerado que asoma a los gobiernos, sistemas de salud y operadores de transporte a la incertidumbre y la necesidad de recuperar restricciones más cercanas al rigor de 2020 que a la flexibilización de los últimos meses.

En Estados Unidos, una de las máximas preocupaciones este martes consistía en aliviar la congestión aeroportuaria, con decenas de miles de personas varadas en las terminales a la espera de poder regresar a sus casas tras las vacaciones de Navidad. La caída de enlaces tras el desastroso fin de semana, en el que se anularon 10.000 conexiones en todo el planeta por los estragos que el virus causa en las tripulaciones, ha continuado en EE UU con 1.400 servicios suspendidos el lunes, otros 800 el martes y un sector importante del personal de vuelo indignado, ya que rechaza la decisión de las autoridades estadounidenses de reducir la cuarentena de diez a cinco días en el caso de los vacunados que se hayan infectado y estén asintomáticos. "Tememos que sea una medida adoptada por la presión de las compañías más que por razones científicas", señalaba este martes un portavoz del colectivo al 'Washington Post'.

Bastan unos datos relativos a la movilidad transfronteriza para percibir las nuevas "reglas de juego" que los expertos consideran inherentes a ómicron: sin salir de Europa, esta semana aumentará el número de gobiernos que achican espacios a los viajes internacionales al establecer que la PCR negativa ya no es suficiente y que, además, cualquier pasajero deberá demostrar que ha sido vacunado con la pauta completa. No se trata de un cierre de fronteras -la UE no lo avala, pero sí avanza hacia un filtro más severo-.

Finlandia, Dinamarca, Suecia y Austria se han subido a este sistema. Los extranjeros no vacunados tendrán prohibida la entrada aunque lleven encima una PCR negativa. Solo quedan excluidos los menores de 16 años, los trabajadores de servicios esenciales y, en algunos casos, los empleados transfronterizos, además del personal diplomático. El Parlamento finlandés aprobó este martes además la vacunación obligatoria para todo el sector de enfermería.

La Organización Mundial de la Salud ofrece un retrato muy preciso del anidamiento de ómicron en el mundo, que está animando a los gobiernos de la UE a endurecer las restricciones. Los países en desarrollo constituyen uno de los refugios fundamentales del covid por el bajo nivel de inmunización. Pero la otra pieza clave es Europa. La nueva mutación se propaga de un modo desbocado por este territorio, que ha registrado 2,9 millones de nuevos casos en solo una semana; una escalada sin precedentes que impele a la OMS a lanzar la alerta para que Europa busque apresuradamente la manera de frenar la epidemia. La estadística no es como para tomarla a la ligera. Significa que los europeos viven en el epicentro mundial de la epidemia; 5,5 de cada diez contagios ocurren en este continente, al igual que uno de cada dos fallecimientos (ha habido 24.287 defunciones en siete días). Le sigue Estados Unidos.

La situación es mala, pero puede empeorar. Los test que se están realizando tras finalizar el ciclo festivo de Navidad parecen avalar los pesimistas pronósticos que los científicos anunciaban desde hace semanas. Más covid, más enfermos y más saturación hospitalaria que, por ejemplo, en Francia, Italia y Países Bajos entra en niveles preocupantes.

El incremento de las reuniones familiares, las fiestas y los contactos entre amistades han traído de nuevo un muro vertical de infecciones. Así, Francia arrojó este martes nada menos que 179.807 contagios en un día, cuando el máximo hasta ahora se había alcanzado el sábado, con 104.000 enfermos. Reino Unido contabilizó, por su parte, casi 130.000 sin sumar los positivos de Escocia e Irlanda del Norte mientras Italia reportó 78.313 infecciones y 202 fallecidos, 60 más que el día anterior. Portugal también se adentró en cifras poco habituales con 17.172 contagios y 19 muertes.

El salvavidas de la vacuna

Los científicos sospechan, no obstante, que lo peor puede estar por llegar debido a las fiestas de fin de año y el propio poder infectivo de la variante ómicron, que, por ejemplo, hunde cada vez más a naciones hasta ahora seguras como China en los confinamientos y ha desplazado a la cepa delta en Países Bajos y en la capital de Noruega, Oslo, donde es la predominante. Precisamente, el Instituto de Salud Pública noruego ha avisado que la situación sanitaria es "más grave" y que en el plazo de tres semanas existen grandes posibilidades de que el país pase de un promedio actual de 90.000 contagios diarios a 300.000. También Dinamarca, Islandia y Grecia han registrado aumentos significativos, con un ingreso en los hospitales que ya se está convirtiendo en un auténtico problema en todo el viejo continente.

Frente a las tesis negacionistas o que cuestionan la efectividad de las vacunas, los expertos consideran precisamente que el alto índice de inmunización ha evitado que ómicron arrasara, colapsara las UCI y sembrara otra vez de féretros el suelo europeo. Justo un año después de iniciada la campaña, los países comunitarios han inoculado 1.100 millones de dosis de las 9.000 inyectadas en todo el mundo. En total, 4.520 millones de personas están protegidas, algo más de la mitad de la población mundial.

Al otro lado del Atlántico, la Casa Blanca también lucha por incrementar los índices de vacunación para contener una crisis que el domingo dejó 215.000 nuevos casos de coronavirus, un 83% más que dos semanas antes. "Que no cunda el pánico", proclama el presidente Biden mientras en Nueva York el alcalde ha ordenado la vacunación obligatoria a los comerciantes y trabajadores del sector privado. En la Gran Manzana inquieta cómo las cepas delta y ómicron se ceban sobre los niños menores de cinco años, los únicos por debajo de la edad de vacunación, que representan la mitad de los ingresos en los hospitales.

En América, un país partidario de las medidas drásticas es Bolivia. Su Gobierno ha amenazado con imponer hasta diez años de cárcel a quienes no muestren el certificado de vacunación para entrar en instalaciones públicas o asistir a eventos sociales a partir del sábado.

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