La ira de los turistas británicos no conmueve a Boris Johnson

El Gobierno mantiene la incertidumbre sobre la eliminación general de restricciones sanitarias por la covid durante este mes.

Turistas británicos en el aeropuerto portugués de Faro para regresar a Reino Unido
Turistas británicos en el aeropuerto portugués de Faro para regresar a Reino Unido
LUIS FORRA

Turistas británicos abarrotaban este lunes varios aeropuertos y centros de vacunación portugueses para regresar a su país antes de las cuatro de la mañana del martes. Buscan con ello evitar una cuarentena de diez días. El cambio de criterio de Londres sobre los viajes a Portugal irritó al Gobierno de este país, a la vez ha indignado a los turistas y a las empresas del sector, que han convocado un acto de demostración de fuerza para el día 23.

En el Parlamento británico, durante una comparecencia del ministro de Sanidad, Matt Hancock, diputados de su partido le preguntaron sobre la justificación del cambio súbito. Lo hicieron después de que se hubieran detectado en Portugal 12 casos de la variante india con la mutación K17N, identificada en Nepal, mientras que en Reino Unido se contabilizaban tres veces más de casos.

Las frustraciones sobre la política del Gobierno británico son diversas. ¿Por qué no publica los análisis en los que basa sus decisiones sobre los destinos turísticos?, preguntó otra diputada. A su vez, el portavoz laborista de Sanidad, Jonathan Ashworth, le cuestionó por qué ha decidido que no son necesarias las mascarillas en los colegios cuando los de secundaria registran el aumento más alto de infecciones con la nueva variante.

Pero este martes comienza la vacunación entre los mayores de 25 años. El 76% de adultos ya ha recibido la primera dosis y el 52% las dos. Se inyectan 600.000 vacunas diarias. Y "sabemos que la vacuna ha quebrado el vínculo entre infecciones, hospitalizaciones y muertes," dijo Hancock. "A pesar del aumento de casos (con Delta o india), las hospitalizaciones se han mantenido más o menos igual", afirmó.

Informó en ese sentido que entre 464 atendidos en emergencias en la semana que terminó el pasado 3 de junio 126 fueron ingresados: 83 sin vacuna, 28 con una dosis, tres con dos y otros sin datos. El estilo triunfalista del ministro ya le creó problemas en 2020 y quizás se los vuelva a causar en la encuesta pública sobre la gestión del Gobierno que el primer ministro, Boris Johnson, ha anunciado para 2022, pero es ahora mensajero de buenas noticias.

Segunda dosis

En Bolton, foco inicial de la nueva variante, ya descienden los casos con test. Hancok confía en que los escolares de secundaria, que han regresado a las aulas este lunes tras la vacación de mitad del trimestre, sigan haciéndose en casa dos test semanales antes de ir a sus colegios. Tal galería de buenas noticias indicaría que el Gobierno relajará las restricciones el día 21. Pero no es así.

Hancock reprochó a los que le apremian a aplazar la apertura porque no esperan a los últimos datos. El calendario es apretado. El primer ministro es anfitrión esta semana del Grupo de los Siete países más ricos de Occidente. El lunes tiene que adelantar su veredicto. En esas pocas horas de atención a los asuntos domésticos, Johnson evaluará la nueva ciencia necesaria para tomar su decisión.

El exministro de Sanidad, Jeremy Hunt, preguntó a Hancock si lo que el Gobierno está realmente debatiendo son los plazos para lograr un mayor número de vacunados con las dos dosis. Para completar el cuadro de la gran incógnita, un diputado le pidió el nivel de respuesta de las vacunas a la variante Delta, en su primera y segunda dosis. El ministro no recordaba las cifras.

Había afirmado, sin embargo, que la segunda dosis es muy importante. Un ensayo clínico publicado recientemente en 'The Lancet' confirmó que las vacunas ofrecen una protección muy reducida a la variante india tras la primera dosis, con respecto a la cepa original, sobre cuya base se idearon las vacunas existentes. Es menor pero satisfactoria tras la segunda.

Tras reducir el lapso entre las dos dosis de doce a ocho semanas, sus científicos aseguran al Gobierno que reducirlo por debajo de ocho debilitaría su potencia. Está constreñido para aumentar rápidamente la vacunación con las segundas dosis. De esa falta de claridad sobre las circunstancias de la epidemia se derivaría su ambigüedad sobre la pronta relajación de restricciones.

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