Estados Unidos alcanza la negra marca del medio millón de muertos

Biden se enfrenta a las expectativas de sus propias promesas para ofrecer vacunas a toda la población ante de final de julio.

Joe Biden
Joe Biden
JIM LO SCALZO

Hace un año sólo se habían diagnosticado en Estados Unidos 14 casos de covid-19, doce de ellos en personas que habían viajo a China, además de 39 repatriados mayormente del crucero Diamond Princess. El 'virus chino' parecía algo remoto. Ningún diagnosticado en EE. UU. había muerto. Era un virus comparable "a la gripe" que iba a desaparecer "como por arte de magia" cuando llegase la primavera, predijo Donald Trump. Este lunes, su sucesor lideró al país en un sobrio minuto de silencio con el que conmemorar la atroz muerte de medio millón de estadounidenses, víctimas de la pandemia.

Las cifras dejan de tener sentido cuando se llega a esa magnitud. La sociedad se queda anestesiada e insensible a tanto sufrimiento imposible de encajar. Por eso los principales periódicos quisieron hacerlo gráfico. El diario 'The New York Times' llenó de puntos su portada, cada uno en representación de una de las 500.000 vidas perdidas. 'The Washington Post' dibujó una interminable caravana de autobuses, la que hubiera hecho falta para transportar a medio millón personas si hubieran estado vivas, a razón de 51 por autobús. Los 9.804 vehículos hubieran cubierto una distancia de 152 kilómetros, que hubiera llegado de Nueva York a Filadelfia.

El coronavirus ha matado más gente que ninguna guerra en la historia de EE. UU. desde la Guerra Civil en 1861, cuando murieron 750.000 personas. Para encajar los nombres de las 500.000 víctimas de este enemigo invisible en los muros de granito de Memorial de Vietnam, que miden tres metros en su parte más alta, habría que alagarlos hasta los 26.5 metros de altura. Las lápidas de tantos muertos no hubieran cabido en el cementerio de Arlington, donde las interminables hileras de mármol blanco guardan los restos de 400.000 caídos en batalla y solo queda sitio para 95.000 más. Al instante los muertos de la pandemia habrían llenado otro un cementerio de Arlington.

La cifra equivale a toda la población de Atlanta (Georgia) y a más de un 11-S diario. Aún así, hasta que el pasado 19 de enero Joe Biden les rindió homenaje en la piscina reflectante del Lincoln Memorial cuando llegó a Washington para su investidura, el gobierno de EE UU no les había conmemorado. "Para poder cicatrizar las heridas tenemos que recordar", dijo entonces. "Es duro, pero así es como sanamos".

Es también una lección de vida y de gobierno que algún día requerirá de una comisión que establezca responsabilidades. Por ahora Biden está más preocupado por ponerle freno con la campaña de vacunación más ambiciosa de la historia. Su promesa es que para final de julio todos los estadounidenses que lo deseen podrán vacunarse. Tres cuartas partes le creen, y ese es el problema. Si les decepciona no se lo perdonarán.

Retraso por las tormentas

La campaña ha sufrido esta semana un revés con las tormentas que han arrasado el país desde Texas hasta Massachusetts, lo que ha provocado el retraso de seis millones de dosis. Estadios como el de los Yankees de Nueva York, abiertos para la vacunación con toda fanfarria 24 horas al día, se han quedado esperando. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades Infecciosas (CDC) ha prometido recuperar el paso de la distribución a final de semana y compensar con más citas, pero necesitará 600 millones de dosis en los próximos cinco meses y agilizar mucho el paso. Al ritmo actual se tardarían diez meses en inocular con dos dosis al 75% de la población, lo que cumpliría con la otra gran promesa de Biden: recuperar cierta normalidad para Navidad.

La buena noticia es que, dentro de la trágica magnitud de la pandemia, los indicadores apuntan en el buen sentido. El número de nuevos casos lleva cinco semanas a la baja, tras registrar un nuevo pico el pasado 11 de enero. La media de siete días ha bajado un 74% hasta alcanzar un nivel similar al del verano pasado, pero eso sigue suponiendo 66.000 nuevos casos diarios y 6.500 hospitalizaciones.

Pero hay poco que celebrar y, aún así, los más optimistas empiezan ya hablar de un boom económico que podría seguir a la pandemia gracias al estímulo económico que se votará esta misma semana en la Cámara Baja. El equilibrio entre la realidad y las expectativas será este año el gran reto de Biden. 

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