Contratado para no hacer nada

A Shoji Morimoto, un japonés que se alquila a otras personas sin un fin ni una labor concreta, le sobra el 'trabajo'. Las redes sociales se llenan de solicitudes y de gratitud a sus pasivos servicios.

Shoji Morimoto
Shoji Morimoto
Shoji Morimoto

"Me ofrezco en alquiler. Soy una persona que no hace nada. ¿Le cuesta entrar solo a una tienda? ¿Necesita alguien para contemplar la belleza de las flores? Aparte de cosas fáciles, no hago nada más. Pague solo el transporte y la comida (si es la hora de comer)". Así se anunció en su cuenta de Twitter Shoji Morimoto, un japonés que ha rizado el rizo. Hoy le llueven los contratos "para no hacer nada" y cobra por ello.

Nacido en Tokio hace 37 años, con formación y buen historial académico y laboral, Morimoto cambió el chip leyendo a Nietzsche. Paradójicamente hoy le sobra el 'trabajo', es un personaje popular y no deja de recibir elogios y gratitud en las redes por sus 'pasivos' servicios.

Morimoto se promociona desde junio de 2018 como alguien que puede "comer y beber, y ofrecer comentarios simples sin hacer nada más". En año y medio de activa inactividad ha recibió más de 3.000 solicitudes de alquiler. Al principio ofrecía gratis sus servicios. Ahora cobra unos 80 euros -10.000 yenes- por solicitud.

Graduado en física por la universidad de Osaka, casado y padre de un hijo, decidió con 35 años que no quería seguir trabajando en una editorial. Los textos del filósofo alemán Friedrich Nietzsche cambiaron su perspectiva vital y adoptó la extraña decisión que parece haberle salido bien. Con casi 270.000 seguidores en Twitter, ya ha atendido a más de mil clientes que lo contratan por razones muy diversas. Hay quien necesita a alguien al lado para cumplir algún trámite o para aliviar su soledad. Morimoto se sumó a un equipo deportivo para completarlo, despidió a una familia que se mudaba o acompañó y escuchó a unos trabajadores sanitarios mentalmente agotados.

"No soy un amigo ni un conocido. Estoy liberado de las molestias que acarrean las relaciones, pero puedo aliviar la sensación de soledad de las personas", dice Morimoto al diario nipón 'The Manichi'. Recibe incontables agradecimientos de clientes "a quienes sirvo de apoyo".

"Me alegró pasear con alguien manteniendo una distancia cómoda y sin la obligación de hablar, aunque podríamos haberlo hecho si quisiéramos", asegura uno de sus 'empleadores' en Twitter. "Me aterraba visitar el hospital y fui porque él me acompañó", explica otro. Una mujer de 36 años confiesa que recurrió a los servicios de Morimoto al menos en diez ocasiones. Le pidió que escuchara sus puntos de vista sobre el amor, que no podía explicar a sus amigos, y le contó su visita a un establecimiento para mujeres adultas".

Morimoto también escuchó las cuitas de un señor que se entretiene visitando hoteles de lujo, sujetó un globo a un cliente para una foto de Instagram, asistió a una boda, acompañó a una mujer a firmar los papeles del divorcio o vigiló a otro cliente para que estudiara sin distraerse.

"No hacer nada no significa que una persona no sea necesaria", sostiene el 'ocupado' Morimoto, convertido hoy en toda una estrella mediática.

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