Un contagio de coronavirus salva de la inyección letal a una condenada por un maquiavélico crimen en EE. UU.

Un juez retrasa hasta la investidura de Biden la ejecución de la única mujer ingresada en el corredor de la muerte, aplazada al contraer sus abogados la covid-19. Fue condenada por matar a una embarazada para practicarle una cesárea y quedarse con el bebé.

Foto de archivo del exterior de una prisión
Foto de archivo del exterior de una prisión
HA

Lisa Montgomery, condenada a muerte por el asesinato en 2004 de una mujer y el secuestro de su bebé en Misuri, podría ver conmutada su pena por la cadena perpetua gracias en parte al coronavirus. La rea debía haber sido ejecutada el pasado día 8, pero se salvó de la inyección letal debido a que sus dos abogados contrajeron el covid-19 y no pudieron presentar un recurso de clemencia. La sentencia quedó aplazada hasta el 12 de enero, pero este viernes pasado un juez federal decidió retrasarla, previsiblemente, hasta la investidura como presidente de Joe Biden, conocido detractor de la pena capital.

La de Lisa Montgomery es una de las trece ejecuciones federales firmadas por Donald Trump antes del final de su mandato, una decisión que entronca con su concepto de "ley y orden" y que ha decidido aplicar con celo: desde 1920 nunca se había decretado un número tan elevado de ajusticiamientos federales. Una decena se ha cumplido en los últimos cinco meses y los demás han sido programados a principios de enero. Las ejecuciones han desencadenado las críticas de miles de defensores de los derechos civiles y miembros de grupos opuestos a la pena capital, pero también han despertado la memoria del horror en la sociedad norteamericana dado el carácter brutal y espeluznante de los crímenes.

Lisa Montgomery fue detenida el 17 de diciembre de 2004 un día después de estrangular a una mujer, Bobbie Jo Stinnett, y llevarse a su bebé todavía nonato. La asesina entabló amistad con su víctima por medio de un chat y le engañó contándole que también estaba embarazada. Semanas más tarde, cuando Bobbie cumplió ocho meses de gestación, la condenada se presentó en su casa de Skidmore (Misuri) con la excusa de comprarle un cachorro de Terrier, la estranguló y le arrancó el bebé del vientre. Le cortó el cordón umbilical y lo secuestró.

Una fiesta en casa

El cadáver fue descubierto por la madre de la víctima. La Policía no tardó en atar cabos. Bobbie le había contado a su progenitora que Lisa -a la que conocía con una identidad falsa-tenía previsto acudir esa tarde a su casa a por el cachorro. Los agentes encontraron un mechón de pelo que coincidía con el de la acusada. Y el estudio del ordenador arrojó todas las conversaciones que las dos habían mantenido y la auténtica identidad y domicilio de la sospechosa en Fairfax (Texas).

Pero a la Policía le aguardaba una atroz sorpresa. Cuando los agentes llamaron a la puerta de su casa, se encontraron con una fiesta donde familiares y amigos celebraban el nacimiento del bebé como si fuera de la propia Lisa. Es más, ésta tenía marido y otros dos hijos, a quienes logró engañar durante meses asegurándoles que estaba embarazada. Los tres se hallaban de viaje cuando perpetró el crimen. Tras ser detenida, los agentes devolvieron al bebé con su padre -hoy es una joven de 16 años- y descubrieron que la mujer había reunido gran cantidad de información sobre cómo prácticar una cesárea. En 2007 ingresó en el corredor de la muerte con 39 años de edad.

En estos tres lustros, su caso ha tenido especial notoriedad. La ONU pidió clemencia para ella debido a que "fue víctima de un nivel extremo de abuso físico y sexual a lo largo de su vida contra el que el Estado nunca le brindó protección". Un psiquiatra determinó también que sufría un problema mental, que en su momento le condujo a creer en un embarazo ficticio.

Sus dos abogados la visitaron a finales de noviembre en prisión para redactar un recurso de clemencia. Los letrados se contagiaron del coronavirus y un juez federal aplazó la pena capital debido a que la cuarentena les impidió presentar las alegaciones. Ahora, la posibilidad de que Lisa reciba la inyección letal depende de una cuestión política. Aunque el 60% de los estadounideses defiende la cadena perpetua antes que la pena capital, el poder de los republicanos -favorables a ésta- complica la capacidad de maniobra de Biden para un cambio legislativo, aparte de que tampoco puede anular las firmas de su predecesor. En caso de que la sentencia de Lisa se cumpla, sería la primer mujer ejecutada desde 1953.

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