Londres y Bruselas ultiman el acuerdo para una desconexión pacífica

Las delegaciones comunitaria y británica se encontraban anoche en la «fase final» del pacto que dará pie a un 'brexit' limpio.

-Las delegaciones comunitaria y británica se encontraban anoche en la «fase final» del pacto que dará pie a un 'brexit' limpio
Boris Johnson, en su despacho de Downing Street este domingo.
Boris Johnson, en su despacho de Downing Street este domingo.
Andrew Parsons/EP

Al final parece que ganarán quienes sostienen que en la Unión Europea los conflictos pueden prolongarse hasta el borde del abismo, pero siempre surge un salvavidas para llegar a una solución en el último minuto. Al cierre de esta edición, todo apuntaba anoche a que así sucederá con el 'brexit' y que Bruselas y Londres tienen listo ya un acuerdo comercial que evite una desconexión abrupta de Reino Unido el próximo día 31 de diciembre. Según avanzaban distintos medios, únicamente quedaban en el aire algunos flecos muy concretos, pero los temas cruciales -pesca, gobernanza y competencia justa- estaban ya en su "fase final".

La anuencia entre las dos partes cierra así casi once meses de dura negociación en los que el proceso ha estado a punto de naufragar varias veces. Sin ir más lejos, en estos últimos días. Hace menos de dos semanas, el primer ministro Boris Johnson y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, mantuvieron una conversación telefónica 'in extremis', a cuyo término acordaron que la negociación continuase en tiempo de descuento, no sin reconocer que había "más probabilidades" de fracaso que de un pacto para establecer la forma en que Reino Unido se desconectará por completo de la UE de una manera suave y pacífica a nivel económico, comercial y arancelario. En los días posteriores continuaron las declaraciones negativas.

El giro en el rumbo de las conversaciones induce ahora a pensar si ha habido cierta teatralidad en las actuaciones tan pesimistas de Londres o Bruselas, ha existido algún tipo de pulso ficticio o tanto el gabinete de Johnson como la Unión se han visto abocados a pactar con urgencia en el minuto final del partido, empujados por el aparentemente tormentoso horizonte que les esperaba en su futura convivencia global. Lo único comprobable anoche en el entorno de los negociadores Michel Barnier -enviado de la UE- y David Frost -representante de Londres- era la seguridad de que existían «grandes posibilidades» de sellar un pacto inminente, ya que el diálogo estaba en la "fase final".

Las mismas fuentes añadieron que podría cerrarse de madrugada, de modo que esta mañana los líderes británicos y comunitarios se levanten ya con un compromiso formal. En esa línea se manifestó el canal Bloomberg y los diarios 'The Sun' y 'Financial Times'.

Un hecho que alimenta ese optimismo es que todo se encuentra dispuesto en ambas partes para acelerar los trámites administrativos y ratificar el documento de acuerdo incluso en estos días de Navidad. El tratado que salga del pacto debe ser traducido y enviado a todos los socios comunitarios para obtener su conformidad y pasar también por la aprobación del Parlamento británico que, como ya anunció la semana pasada el Ejecutivo, está listo para ser convocado de urgencia. En el caso de la UE, los plazos resultan demasiado apurados, pero es factible activar el mecanismo para que se dé una aprobación provisional y su ratificación en enero.

El desbloqueo de la negociación se produjo a partir del fin de semana cuando las delegaciones allanaron el camino a un acuerdo sobre la pesca que, entre otras cuestiones, permitirá a los barcos comunitarios adentrarse en aguas británicas. Anteriormente ya se había desbrozado el camino en otros dos asuntos que mantenían en suspenso cualquier posibilidad de un 'brexit' limpio: la gobernanza -o sea, cómo se controlará la buena aplicación del tratado- y la necesidad de evitar la competencia desleal.

Anoche quedaban pequeños detalles a concretar sobre la futura relación comercial e industrial entre Londres y Bruselas. A la marcha de las negociaciones ha contribuido la actitud de Ursula von der Leyen y Boris Johnson, que han multiplicado sus conversaciones telefónicas y tomado las riendas de los puntos más controvertidos.

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