La negociación sobre el 'brexit' se prolonga hasta el domingo

La búsqueda de vías que desbloqueen las divergencias sobre pesca y competencia justa no es resuelta por Von der Leyen y Johnson tras una larga cena de trabajo.

Boris Johnson y Ursula von del Leyen, este miércoles en Bruselas.
Boris Johnson y Ursula von del Leyen, este miércoles en Bruselas.
OLIVIER HOSLET/EFE

El diálogo entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Boris Johnson, para desbloquear la negociación de un tratado comercial que regule su relación futura, concluyó con un nuevo aplazamiento en la noche del miércoles. Acordaron que el diálogo continúe hasta el domingo tras afirmar que persisten las divergencias que han bloqueado el desenlace de esta saga desde marzo y su duda de que puedan ser resueltas.

En la reunión, que tuvo el formato de cena, los dos líderes analizaron el esquema de los obstáculos trazado por los equipos negociadores con la expectativa de proponer vías intermedias que deben desarrollarse posteriormente como textos legales. En el Consejo Europeo que se reúne este jueves y también el viernes, los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 analizarán el persistente bloqueo.

El secretario de Estado de la Unión Europea en el Gobierno español, Juan González-Barba, había expresado, tras participar en el Consejo de Asuntos Generales, "la esperanza de que pueda lograrse un acuerdo que sea equilibrado y conforme a los principios y valores de la UE". Una ambición de acuerdo y firmeza en el mantenimiento de sus posiciones que era común en las declaraciones de todos los implicados.

A la cena, en la que se sirvió puré de calabaza y vieiras, además de rodaballo y pavlova, asistieron también los líderes los dos jefes negociadores, Michael Barnier y David Frost, junto a más asistentes. El lugar de la cena, Berlaymont, no tendría que existir, según uno de los comensales. Y es que como corresponsal del diario 'The Daily Telegraph' en Bruselas, Boris Johnson ofreció una versión dramática de las obras en la sede de la Comisión Europea en 1990, para eliminar amianto con potencial cancerígeno.

"Zapadores colocarán cargas explosivas en puntos clave, de tal modo que la estructura se derrumbe gradualmente. Fuentes británicas sugerían con ironía que el día de la detonación debería ser declarado festividad europea", escribió aquel día, siguiendo su hábito de inventar noticias que ridiculizasen a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE).

Treinta años después, el ahora primer ministro británico partió hacia la capital de la UE, donde precisamente creció porque su padre trabajaba en aquella época en la Comisión. Allí llegó tras proclamar, en la Cámara de los Comunes, que "ningún primer ministro de este país podría aceptar los términos" que los negociadores comunitarios le exigen sobre los mecanismos de competencia justa y la pesca en aguas británicas.

Dos obstáculos

Sus interlocutores, según Johnson, "están diciendo que Reino Unido debería ser el único país del mundo que no tiene control soberano sobre sus aguas pesqueras". En las últimas semanas se ha afirmado que ya había acuerdos sobre tiempos de transición para las flotas europeas o, por el contrario, que las partes habían presentado propuestas que no parecían viables. El líder británico puso el acento en el reconocimiento de que es un recurso que pertenece a su país.

La esfera de la competencia justa fue también mencionada por Angela Merkel, en el Bundestag de Berlín. Aunque manifestó, como Johnson, que su Gobierno está dispuesto a optar por una separación sin acuerdo, la canciller alemana señaló que la divergencia de regulaciones es "la gran cuestión". "Tenemos que imaginar cómo responde cada parte cuando la situación legal en la Unión Europea o Reino Unido cambia", dijo. Porque "necesitamos una competencia justa hoy, mañana y el día después", concluyó.

Mientras que el reparto de la pesca tiene una materialización precisa y también cifras, además de las consecuencias políticas que puede tener la merma de sus comunidades y economías costeras en los países afectados, la divergencia sobre la competencia justa se basa en la incapacidad hasta ahora de encontrar un procedimiento que permita la resolución dinámica de cambios en las regulaciones.

Los subsidios estatales a las empresas no son ya mencionados, mientras que las quejas británicas y los argumentos de Merkel se concentran en el mecanismo de vigilancia de cambios en leyes medioambientales o laborales que diesen ventajas competitivas. El punto de partida es idéntico, porque Reino Unido permanecerá bajo las disciplinas del mercado común hasta el 31 de diciembre próximo. Johnson se compromete, además, a no rebajar los estándares en esas áreas.

Lo que resulta inadmisible a Londres es que los negociadores de la UE propongan "un derecho automático a castigarnos, o a tomar represalias, si no cumplimos o copiamos inmediatamente una nueva ley que aprueben en el futuro". El político conservador reitera que su deseo es emular el tratado comercial de la UE con Canadá. Pero Bruselas no cree factible aplicar el mismo criterio a la sexta economía del mundo, físicamente vecina, cuando en el tratado que se trata de negociar ésta ganaría, en principio, el acceso libre de sus bienes al mercado común.

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