La UE posterga el choque frontal con Polonia y Hungría por su veto a los fondos anticrisis

Los líderes dedicaron apenas 18 minutos al bloqueo mientras que los países más afectados por la pandemia, como Italia o España, urgieron a la activación del plan

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ayer a su llegada a la videoconferencia con los líderes de la UE.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ayer a su llegada a la videoconferencia con los líderes de la UE.
Reuters

El formato 'videocumbre' que ha obligado a imponer la pandemia, hace ya tiempo que se reveló poco operativo para discusiones complejas al más alto nivel. Hasta la celebración del Consejo Europeo presencial de julio, aquel cara a cara que se prolongó cinco días y que permitió alumbrar el acuerdo histórico sobre el plan de recuperación y el presupuesto plurianual 2021-2027 hoy bloqueado, los líderes europeos mantuvieron varias conexiones telemáticas frustrantes.

Faltaban los confesionarios (esas reuniones en formato reducido para perfilar posturas); la frescura de improvisar una bilateral, trilateral.... ante una dificultad puntual, una potencial vía de escape o el regateo. En definitiva, que confluir hacia el consenso con cientos de kilómetros (miles incluso) de separación, mediante un enlace digital no siempre estable, cargado de traducciones simultáneas y vulnerable a imprevistos técnicos, convierten la tarea en inviable.

Así que este jueves se optó por una patada hacia adelante con el veto de Hungría y Polonia al paquete de 1,8 billones de euros. Ya saben, esa estrategia de bloqueo que arreció el lunes desde Visegrado (cómo no) y que -en lenguaje muy básico- supone que Budapest y Varsovia han decidido secuestrar el presupuesto y el fondo de reconstrucción porque no aceptan que el grifo pueda cerrarse si algún país se salta los estándares europeos del Estado de Derecho. Se dan por aludidos. Tienen abiertos (desde 2017 y 2018) procedimientos de sanción por derivas políticas autoritarias por las que aún no han sido penalizados.

Discusión "bajo control"

La cuestión es que los líderes solo concedieron 18 minutos de una conexión que se prolongó unas tres horas a la crisis abierta por esos países. Se optó así por no disparar la tensión, por templar. Fue el entrante indigesto por el que había que pasar antes de ir al plato principal (de hecho, propósito original de esta cita), el refuerzo de la coordinación europea en la lucha contra el coronavirus. Pareció una suerte de 'vamos a lo que realmente importa', que denotaba el malestar y frustración.

La estrategia se había diseñado en los días previos. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, había pactado con los líderes que la discusión debía estar "bajo control". Y quedó en simple exposición sin replicas. "No es que se haya subestimado la gravedad de la situación", explicaba un funcionario de la UE. El problema, añadía, es que la videoconferencia no es "el formato apropiado para discutir un asunto tan complicado". Así que en esos no más de 18 minutos hablaron Michel y Angela Merkel a modo de presentación. Y Orban, Morawiecki y el esloveno Janez Jansa -que se ha subido al carro de sus socios de Visegrado- tuvieron sus monólogos. España e Italia habrían urgido a dar con el resorte para activar con "urgencia" el plan de recuperación, según fuentes de la delegación española.

¿Estrategia de arrinconamiento? Fuentes diplomáticas advertían la víspera que "el problema lo han generado ellos y ellos tienen que dar las soluciones". No pueden tensar más allá de dos semanas o el presupuesto quedará encallado y no podrá activarse el 1 de enero. Así que los contactos se intensificarán "para conseguir un acuerdo aceptable para todos", dijo Michel, sin descartar que se apure hasta la cumbre programada del 10 de diciembre o se convoque otra con carácter extraordinaria. La incógnita (y la clave) está en si podrán realizarse físicamente en Bruselas.

En cualquier caso el mecanismo del Estado de derecho no se moverá. "Ha sido respaldado por la gran mayoría" y pactado con una Eurocámara que no va a revisarlo. "Estamos obligados a encontrar una solución. Vamos a trabajar duro y seriamente", añadía Merkel. Alemania tiene el mando y el resto de socios cierran filas con ella para salir de este atolladero. El plan de recuperación de 750.000 millones debe "implementarse lo antes posible", subrayaba Michel. Horas antes lo hacía la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde. Ese dinero tiene que llegar "sin demora".

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