coronavirus

Una pareja de científicos apasionados, con principios y millonarios son los creadores de la vacuna contra el coronavirus

De origen turco, se conocieron en un laboratorio y la investigación investigación es su vida.

Berlín, 11 nov. (COLPISA, Juan Carlos Barrena, corresponsal).
Ugur Sahin y Oezlem Tuereci.
Ugur Sahin y Oezlem Tuereci.
Heraldo

Un matrimonio alemán de origen turco son los padres de la vacuna que ha devuelto la esperanza a la lucha contra el coronavirus en todo el planeta. Ugur Sahin y Özlem Türeci, de 55 y 53 años de edad, son además los fundadores y jefes 2008 de la empresa biofarmacéutica germana BioNTech, fundada en 2008 y que en colaboración con el gigante farmacéutico estadounidense Pfizer ha desarrollado el remedio contra la grave enfermedad infecciosa. Hijos en ambos casos de inmigrantes turcos, sus investigaciones para desarrollar la vacuna comenzaron ya a mediados de enero pasado, mucho antes de que los efectos arrasadores del virus Sars-Covid-2 fueran declarados pandemia. Bautizaron su proyecto 'Velocidad de la luz' y con esa rapidez parecen haber trabajado estos meses. Científicos más que empresarios y prestigiosos profesores universitarios en el campo de la oncología, su carrera profesional se ha desarrollado siempre en los laboratorios de investigación.

"Queremos un proceso justo en el reparto de la vacuna", ha subrayado Sahin en una de las escasas entrevistas que han concedido ambos. Su esposa, Özlem Türeci nació en la Baja Sajonia, pasó su infancia en la pequeña localidad de Lastrup y es hija de un cirujano turco de religión cristiana al que acostumbraba a acompañar al pequeño hospital St. Elisabeth Stift en Cloppenburg ya de niña. Su pasión por la medicina era entonces tan acentuada que pensó en hacerse monja para trabajar con las religiosas que atendían el centro médico, según confesó en una antigua entrevista. "Quería ayudar" y convertirse en una de las mujeres con hábito negro y blanco que "hablaban con Dios". Özlem Türeci estudió medicina en Homburg, en la región del Sarre, donde conoció al que luego sería su marido, Ugur Sahin, como ella un apasionado de la investigación oncológica.

Sahin llegó a Alemania a la edad de cuatro años de la mano de su madre, que se trasladó entonces desde Turquía a Colonia para reunirse con su marido, un trabajador en la fábrica de la empresa automovilística Ford. Estudió medicina en la ciudad renana, donde se doctoró 'summa cum laude' con una investigación sobre las terapias inmunológicas contra el cáncer, el tema que le ha ocupado durante la mayor parte de su carrera. Cuando conoció a Özlem Türeci acababa de terminar sus estudios y ejercía por primera vez en la clínica universitaria del Sarre.

Boda y laboratorio

La misma mañana del día en el que contrajeron matrimonio trabajaron juntos en el laboratorio universitario, al que retornaron inmediatamente después de pasar por el juzgado para formalizar su relación. Ambos se trasladaron en el año 2000 a Maguncia, donde él es profesor de Oncología Experimental en la clínica universitaria local, y ella docente especializada en Terapias Inmunológicas contra el cáncer en la facultad de medicina de la Universidad Johannes Gutenberg. Türeci es además presidenta del Cluster de Investigación de Intervenciones Inmunológica Individuales del ministerio federal de Investigación y Ciencia, y miembro de la ejecutiva de la asociación médica europea de terapia inmunológica contra el cáncer CIMT.

Padres de una hija de 14 años, Sahin y Türeci abandonaron por primera vez en 2001 los laboratorios de sus facultades para fundar una empresa: Ganymed Pharmaceuticals, que en 2016 vendieron con grandes beneficios al grupo japonés Astellas tras desarrollar varios medicamentos efectivos contra el cáncer, tras trabajar con éxito en el desarrollo de anticuerpos monoclonales. Türeci dirige hoy el departamento de desarrollo clínico y es miembro de la ejecutiva de BioNtech, que preside su propio esposo. La empresa se convirtió la pasada primavera en objetivo del presidente estadounidense, Donald Trump, quien quiso asegurarse, dentro de su política de "America first", de que las primeras vacunas fueran para su país. La respuesta del matrimonio fue tajante. Ambos subrayaron que la lucha contra el coronavirus se basa en la cooperación internacional y que no están dispuestos a participar en la discusión "sobre si la vacuna solo estará disponible para Estados Unidos, China o Alemania".

El éxito de BoiNTech ha convertido entre tanto a la pareja de científicos en multimillonarios. La prensa de este país los sitúa entre las 100 personas más ricas de Alemania y el dominical Welt am Sonntag ha cifrado su fortuna personal entre tanto en 2.400 millones de euros. La capitalización en bolsa de su empresa alcanza ya casi 20.000 millones de euros, cuatro veces más que Lufthansa, el gigante alemán y europeo del transporte aéreo. Quizás por el nombre de la calle donde se encuentra situada la central de BioNTech: "An der Goldgrube", literalmente "en la mina de oro" en español.

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