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El "templo del amor", la última esperanza de los enamorados paquistaníes

La tumba donde descansan juntos los Romeo y Julieta paquistaníes, que han pasado a la posteridad por el poema épico de Waris Shah de 1766, es destino de jóvenes que, como Hamza, piden ayuda para que sus amores se hagan realidad, en un país donde el matrimonio concertado es la norma.

Jaime León
El "templo del amor", la última esperanza de los enamorados paquistaníes
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Jaime León

Cuando su familia se opuso a un matrimonio por amor, Hamza se encomendó al templo de Heer y Ranjha, los Romeo y Julieta paquistaníes que pagaron con sus vidas su romance, un destino que siglos más tarde continúan sufriendo cientos de jóvenes en el conservador Pakistán.

La tumba donde descansan juntos los dos amantes del siglo XV, que han pasado a la posteridad por el poema épico de Waris Shah de 1766, es destino de jóvenes que, como Hamza, piden ayuda para que sus amores se hagan realidad, en un país donde el matrimonio concertado es la norma.

En el pequeño "templo del amor" sufí rezan a Heer, escriben sus nombres en la parte de atrás del edificio y cuelgan cintas de colores en la tumba y los árboles del recinto, todo para que los obstáculos a sus amoríos desaparezcan.

"Venimos a agradecer a Heer que logramos nuestro amor", dice Hamza en el templo, situado cerca de la ciudad de Jhang, en el centro de Pakistán, junto con su ahora esposa.

Este auditor de 25 años cuenta que sus familias se opusieron a su matrimonio porque estaban en contra de una unión no concertada y proceden de diferentes castas, pero tras año y medio acabaron accediendo.

Poema épico

Su historia es muy similar a la de Heer y Ranjha, según la popular versión de Shah, ya que existen varias, aunque con final distinto.

Según el relato del poeta sufí, el joven Ranjha se enamoró de Heer, pero la familia de ella la casó por la fuerza con otro hombre.

Con el corazón roto, Ranjha vagabundeó sin rumbo por el subcontinente convertido en un asceta.

Sus pasos le llevaron al nuevo pueblo donde vivía su amada. Ambos presionaron entonces a la familia de ella, que finalmente accedió a su matrimonio. Pero el mismo día de la boda, Heer murió envenenada por un tío para castigar su comportamiento.

Al oír la noticia, Ranjha acude en su ayuda, pero es tarde, así que el joven ingiere el resto del veneno y también muere.

La historia de los dos amantes es quizás el más famoso poema épico de amor del subcontinente indio. Ha sido llevada al cine al menos 13 veces, tanto en la India como en Pakistán.

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Jaime León

Popularidad

Ese templo donde el folclore afirma que descansan los dos amantes en la misma tumba es tremendamente popular.

Iftikhar Ali, trabajador del templo durante los últimos 35 años, explica que a diario vienen un centenar de personas, número que aumenta hasta 500 los viernes y domingos.

"Era el amor entre dos almas. La gente viene y sus deseos se hacen realidad", asegura el conserje.

Grupos de jóvenes modernos se hacen "selfies" en la famosa tumba. Otros rezan en el interior del pequeño recinto sagrado, donde se encuentra el sepulcro cubierto por una tela morada. Y muchos atan cintas en los árboles o la sepultura, garantía de que sus deseos amorosos se cumplirán.

"He venido a desear que mi amor se haga realidad. Su familia no accede porque somos de diferentes castas. He atado un hilo", dice el joven Malik Nasir, de 18 años.

Crímenes por honor

La popularidad de Heer y Ranjha choca con las conservadoras tradiciones de Pakistán, donde enamorarse de la persona equivocada se puede pagar con la muerte.

Mohamed Zubair, estudiante de una madrasa, explica la aparente paradoja. "El amor de Heer y Ranjha era verdadero. Hoy es solo lujuria", afirma este joven de 26 años.

"Creo que esa es la razón por la que no se acepta el amor ni el matrimonio por amor", dice el estudiante del Corán tras rezar a Heer.

Zubair sostiene que ese es el motivo por el que se cometen los llamados crímenes de honor, asesinatos llevados a cabo por familiares por una afrenta moral, que conlleva generalmente la muerte de una joven, que "representa el honor de una familia".

Los más conservadores en el país islámico apoyan ese punto de vista y durante los últimos años se han opuesto, por ejemplo, a las celebraciones del Día de San Valentín.

Los crímenes por honor continúan sumando víctimas, con 488 muertos -326 mujeres y 162 hombres- solo en 2019, según la ONG Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, aunque se estima que la cifra real podría ser mucho más alta debido a la falta de denuncias.

Algo que no disuade a los amantes que se acercan al templo.

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Jaime León
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"Ellos (Heer y Ranjha) no pudieron estar juntos, pero nosotros lo estamos", celebra el recién casado Hamza con una sonrisa. 

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