Biden vence a Trump en la guerra de audiencias televisivas

El duelo de 'town halls' simultáneos ofreció a los votantes la oportunidad de decidir el estilo de presidente que quieren para los próximos cuatro años.

Joe Biden y Donald Trump.
Joe Biden y Donald Trump.
Reuters

Los estadounidenses se vieron obligados el jueves a decidir qué candidato presidencial querían ver y la mayoría se decantó por Joe Biden. Fue una rareza, porque lo que decidían no es quién les gobernará durante los próximos cuatro años, sino quién les entretendría durante la siguiente hora u hora y media, dependiendo del canal que sintonizaran. Y en eso el demócrata partía con las peores expectativas, porque Donald Trump siempre ha sido un personaje de tabloides que se hizo famoso hace 16 años por batir todos los récords de audiencia con su programa "El Aprendiz", precisamente en el canal de NBC elegido para transmitir el segundo debate presidencial.

Con todo, los primeros resultados de audiencia que la consultora Nielsen hizo públicos este viernes otorgaban al aburrido demócrata un millón de telespectadores más que al presidente, algo que no le podía gustar. "Biden metió la pata otra vez", le criticó por Twitter. "Cometió un gran error, mezcló por completo dos leyes sobre delincuencia, no tiene ni idea (¡¡cómo siempre!!)", bramó.

El segundo debate presidencial no fue en realidad un debate, sino dos encuentros por separado que televisaron las cadenas ABC desde Filadelfia, con Biden, y NBC desde Miami, con Trump. El presidente no había querido aceptar los términos de la Comisión Presidencial de Debates que, tras conocer su contagio de covid-19, decidió hacer virtual su siguiente encuentro. La cadena NBC negoció con el mandatario mantener el "town hall" al estilo plaza pública en el que un selecto grupo de votantes indecisos extraídos de la audiencia hace preguntas directas al candidato, habida cuenta de que la semana antes le había proporcionado un espacio similar al vicepresidente de Obama.

Eso obligó a la mayoría a elegir, dos semanas antes del día de las elecciones. Quienes tenían mucho interés en ver a los dos optaron por dividir la pantalla, pero los que abogaban por Biden recomendaron en las redes que no se viera al mandatario en directo para darle donde más le duele, en los ratings. "Mejor ver después los resúmenes", recomendaban.

Dos formas muy diferentes

Fue también la oportunidad de comparar dos estilos de presidente, uno convencional a la antigua usanza, conciliador y versado en cifras y datos, y el que ha crispado la vida política durante los últimos cuatro años con su estilo faltón y poco convencional. Para sorpresa generalizada, resultó que los estadounidenses que sintonizaron esa noche sus televisores para verles ya han tenido suficiente 'showman'. En lugar del imprevisible presidente que niega la evidencia, se encara con su entrevistador y da titulares, 13.9 millones de personas prefirieron ver al ex vicepresidente de Obama que resultó, como se esperaba, tan versado como somnoliento. ¿Será que la opinión pública ya se ha cansado del político alternativo y quiere volver a la tradición?

Más de 17 millones han votado ya mediante el voto anticipado, aunque esas papeletas no se cuenten hasta que cierren las urnas el 3 de noviembre. No parece probable que ninguno de los dos candidatos persuadiera a nuevos votantes, pero quienes han decidido apoyarles se quedaron más tranquilos. Los de Biden buscan una vuelta a la serenidad política. El aburrimiento del 'town hall' de Filadelfia en el que el presentador George Stephanopoulos ni siquiera hizo preguntas controvertidas sobre los negocios de su hijo en Ucrania era música para sus oídos, porque el antisistema de Trump y su manera nihilista de cambiar el mundo les horroriza. Los que siguen a Trump encontraron en el estilo persecutorio de Savannah Guthrie una prueba más de que los medios tradicionales se la tienen jurada al mandatario.

Incluso la votante indecisa que elogió la sonrisa de Trump, abiertmente encandilada por sus atributos físicos, contó después que seguía inclinándose por Biden. "Ojalá sonriera más y hablara menos", dijo del presidente tras el debate. Atrapado en el escenario de Miami, en un estado imprescindible para mantener la Casa Blanca, y con los votantes esperando para hacer preguntas, Guthrie le había confrontado con muchos de los temas polémicos que el presidente ha intentado evitar. Su responsabilidad en la pandemia, el uso de la mascarilla, el apoyo tácito y cada vez más expreso a los grupos supremacistas, la rebaja impositiva para las grandes empresas, su propia evasión fiscal... "¡Propongo un 'town hall' cada noche, moderado por Savannah Guthrie, hasta el día de las elecciones!", tuiteó entusiasmado Jon Favreu, autor de los discursos de Obama. 

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