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El coronavirus desarma la Casa Blanca y la campaña de Trump

Los nuevos positivos en el Gobierno y entre los senadores ponen freno a la nominación del Supremo y crean el pánico en la clase política de Washington.

Nueva York, 3 oct. (COLPISA, Caroline Conejero).
People pray for U.S. President Donald Trump, who was diagnosed with the coronavirus disease (COVID-19), in New York City
People pray for U.S. President Donald Trump, who was diagnosed with the coronavirus disease (COVID-19), in New York City
ANDREW KELLY

Con el presidente Trump hospitalizado por la covid-19 a un mes del plazo electoral, los norteamericanos han entrado en una nueva fase de incertidumbre que sitúa las elecciones en territorio inédito, la confirmación al Tribunal Supremo en el aire, y los escenarios políticos inmediatos entre lo inédito y lo extraordinario.

El presidente, que el jueves fue entrevistado en Fox News y mostraba una aparente buena salud, ingresó el viernes por la noche en el Hospital Militar Walter Reed con síntomas de fiebre, fatiga y congestión nasal. Fuentes médicas confirmaron este sábado que el veterano mandatario, de 74 años, se encuentra bajo un tratamiento experimental con Remdesivir. Precisamente, fue el propio Trump quien en mayo anunció la aprobación de las autoridades sanitarias estadounidenses a este antiviral tras constatar que los enfermos tratados con él mejoraban más rápidamente. El líder republicano también ha recibido un cóctel experimental de anticuerpos no aprobado para su utilización generalizada, pero sí en casos muy determinados.

El equipo de médicos del hospital señaló este sábado que el presidente mostraba una ligera mejora en los síntomas, con una disminución de la fiebre, aunque dejaron la puerta abierta a la especulación al no proporcionar respuestas específicas sobre si Trump recibía oxígeno, la cronología del diagnóstico de coronavirus del presidente o los resultados del escáner pulmonar. Esta falta de precisión dio pie a todo tipo de rumores, incluido el de que su salud sería peor de lo indicado. Trump aseguró desde el hospital que "me siento bien" y la CNN apuntó que mañana y pasado serán días claves en la evolución del paciente.

Según la declaración medica, Trump llevaría "solo 72 horas" diagnosticado lo que podría significar que el positivo a la covid-19 pudo confirmarse el miércoles por la mañana, solo once horas después del debate con Joe Biden y poco antes del mitin de campaña en Minnesota, además de un día antes de la sesión de recaudación de fondos del jueves en Nueva Jersey. La Casa Blanca informó del positivo a la una de la madrugada del viernes, después de hacerse público que la consejera del presidente, Hope Hicks, había contraído el virus.

Todos sin máscara

Las paradojas en este momento son infinitas. Hace solo una semana, en un evento de presentación de la nominada de Trump a la Corte Suprema, Amy Coney Barrett (que ha dado negativo en la prueba del virus), un puñado de lo más curtido de la clase política republicana en Washington se congregó en el jardín del South Lawn de la Casa Blanca para celebrar el desafiante acto del presidente, a solo un mes de las elecciones. Nadie llevaba máscaras como es habitual en el ala oeste de la Casa Blanca y en muchos actos del presidente.

Seis personas allí presentes, dos senadores, la exconsejera del presidente Kellyanne Conway, el presidente de la Universidad de Notre Dame, el padre John Jenkins, el propio Trump y su esposa, Melania, han dado positivo de coronavirus desde entonces. Ahora mismo se da casi por seguro que este acto fue el epicentro de la cadena de infección, el detonante del supercontagio que ha dinamitado la campaña electoral del mandatario republicano y desarmado buena parte del organigrama rector de la Casa Blanca.

Mientras la oleada de rápidos contagios sigue salpicando a otros altos cargos de la Administración y el pánico al contagio se cierne sobre la clase política de Washington, los nuevos casos de coronavirus incluyen al jefe de campaña de Trump, Covid Stepien, y al exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie. Además, el anuncio de tres senadores que han caído enfermos de covid-19 -los miembros del Comité Judicial del Senado, Ron Johnson (Wisconsin), Mike Lee (Utah) y Thom Tillis (Carolina del Norte)- ha puesto el freno por ahora a la confirmación de la nominada al Tribunal Supremo, Amy Coney Barrett.

Todo está cayendo en cadena, ante el estupor de los expertos políticos y la población estadounidense en general, ya amedrentada por el alcance de una pandemia que se ha cobrado las vidas de 208.000 personas y alimenta los temores de los científicos de que el país ya no vive una segunda, sino una tercera oleada vírica. Aparte de los contagios declarados en la clase política, hay un buen número de senadores en cuarentena como medida de precaución. El líder republicano de la Cámara, Mitch McConnell, se vio forzado así hoy a anunciar la cancelación de las votaciones del Senado durante las próximas dos semanas. McConell dejó claro, sin embargo, que el proceso de confirmación de este órgano continuará a partir del próximo día 12 a través de un método hibrido de participación física y virtual, ya utilizado desde mayo por los senadores. Aun así, al ritmo que avanzan los problemas, nadie da por seguro que todo vaya a ocurrir como explicó el líder de la Cámara.

Respecto a las elecciones, las implicaciones son mucho menos claras. Una victoria demócrata parece lo más probable especialmente ahora que por fin el partido parece tener casi todo a favor. La ventaja electoral de Joe Biden -que ya era patente antes del debate presidencial del pasado martes- y la muy alta probabilidad de que los electores pasen factura en las urnas al presidente por la pandemia apuntan a victorias demócratas en todos los frentes electorales: locales, estatales y al Congreso.

Biden, a fondo

Sin embargo, la linealidad no suele prodigarse en política. Con la salud de uno de los candidatos comprometida, las campañas de inhibición del voto y de sabotaje electoral organizadas desde la derecha, el efecto de retraimiento por la propia epidemia y los electores votando ya en muchos Estados de modo anticipado, la posibilidad de sorpresas electorales no se puede descartar por completo. Antes de que el presidente cayera enfermo, más de un millón de votantes habían enviado ya su papeleta.

De momento, los demócratas han multiplicado sus actos y retirado toda la publicidad en contra de Trump. Jill Biden, la esposa del candidato, acudió este sábado a un acto en Minnesotta mientras el senador Bernie Sanders viajó a New Hampshire. La candidata a vicepresidenta, Kamala Harris, hizo campaña el viernes en Nevada y el principal protagonista, Joe Biden, intervino este sábado en Michigan, un Estado clave en la carrera electoral que Trump se aseguró en 2016.

El candidato, que al igual que Harris ha dado negativo en el test, habló ante sus seguidores protegido con mascarilla y, como no podía ser menos, aludió a la enfermedad del presidente. "Esto no es una cuestión de política. Es un fuerte recordatorio para todos nosotros de que tenemos que tomarnos este virus en serio. No va a desaparecer automáticamente", dijo, antes de señalar a su público: "Sean patriotas. Esto no se trata de hacerse el duro. Se trata de hacer su parte. Usar mascarilla no solo lo protege a uno sino a quienes nos rodean". Por primera vez, el candidato demócrata mostró un giro en su discurso. Evitó las críticas directas a Trump y las reemplazó por un deseo de "unión" para salir de la crisis sanitaria y económica.

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