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Alemania, tierra abonada de espías

El arresto de un empleado federal por trabajar para los servicios secretos egipcios culmina de momento una amplia lista de casos de espionaje en territorio germano.

Berlín, 11 jul. (COLPISA, María Molinos).
Outbreak of the coronavirus disease (COVID-19) in Berlin
Sede del Parlamento alemán en Berlin.
FABRIZIO BENSCH

Espiaba para Egipto. Desde hace años. Por este presunto motivo ha sido detenido un empleado de la Oficina Federal de Información de Alemania. Se le acusa de filtrar información a un servicio secreto del país árabe. La inteligencia en Berlín cree que se interesaba por los movimientos de los disidentes políticos egipcios residentes en Alemania, aunque aún no ha trascendido la entidad de la brecha de seguridad.

Estaba enterrado entre las páginas del anuario de los servicios secretos alemanes del interior, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), un voluminoso documento de 388 páginas presentado esta semana. En un párrafo de la página 308 se indicaba, casi de pasada, que a finales del año pasado se arrestó a un individuo, sin aportar su nacionalidad, que trabajaba para el Gobierno federal, al tenerse indicios fundados de que suministraba información al espionaje de un país extranjero.

«En diciembre de 2019, con apoyo de la Oficina Federal de Investigación Criminal y a petición de la Fiscalía General, se emprendieron medidas ejecutivas contra un trabajador de la Oficina Federal de Información del Gobierno alemán», indica el párrafo sobre las operaciones del espionaje egipcio en Alemania. La investigación sigue abierta y explica que los dos servicios secretos de ese país presentes en Alemania, el Servicio de Inteligencia General y el Servicio de Seguridad Nacional, «se dedican principalmente a obtener datos sobre los opositores», como los miembros de los Hermanos Musulmanes o la comunidad cristiana copta.

Investigación abierta

Tras pasar en un primer momento desapercibida, los medios alemanes se han lanzado a por esta noticia. Pero el Ejecutivo no quiere aportar detalles. Martina Fietz, viceportavoz del Gobierno alemán, se limitó a repetir que no iba a comentar «investigaciones abiertas o cuestiones personales». No obstante, varios detalles sobre el arrestado han emergido en las últimas horas. El tabloide 'Bild', por ejemplo, ha indicado que se trata de un cargo medio, pero del departamento que gestiona las visitas de los ciudadanos a las instituciones federales en Berlín. Este tipo de empleados, aquí sí que habló Fietz aunque en términos generales, no tienen acceso a bases de datos personales de otras secciones de la Oficina Federal de Información, como la que tramita las acreditaciones de los corresponsales extranjeros en el país. Con 476 empleados, se trata de un organismo sensible, pues además de datos personales sobre periodistas, maneja información clasificada. Su responsable es el secretario de Estado de Comunicación, Steffen Seibert, miembro del círculo más cercano a la canciller, Angela Merkel.

Muchas incógnitas del caso siguen en el aire. Como quién es el arrestado, cómo llegó a ese puesto y si trabajaba en solitario o contaba con algún colaborador más en la Oficina Federal de Información. Tampoco ha trascendido a qué tipo de información ha podido tener acceso, qué ha podido filtrar, a quién concretamente y desde cuándo trabajaba para un servicio de espionaje extranjero, parámetros clave para comprender la importancia de la brecha de seguridad.

El suceso no es una excepción. En los últimos años las fuerzas de seguridad alemanas han detectado a varios individuos que supuestamente trabajaban para servicios secretos de otros países. El pasado enero se desveló una operación contra tres personas acusadas de colaborar con el Ministerio de Seguridad Estatal de China. El principal sospechoso era un exfuncionario de la Comisión Europea. Antiguo diplomático del Servicio Europeo de Acción Exterior y con nacionalidad alemana, se creía que había facilitado información personal y comercial a Pekín. Las autoridades chinas negaron los hechos.

En 2018 la Fiscalía acusó además a un vietnamita de espionaje después de que presuntamente secuestrase a un ex alto funcionario caído en desgracia que había pedido asilo político en Alemania. Se le acusó de haberle raptado a plena luz del día en el centro de Berlín y llevado a Vietnam a través de Praga para ser juzgado. También ese año se desveló una trama iraní, con la implicación de diez presuntos miembros de las temidas 'Quds Force' -una unidad de la inteligencia militar de Teherán-, que supuestamente espiaba objetivos judíos e israelíes en Alemania para potenciales ataques. Y se ha investigado a varios imanes turcos sospechosos de espiar a opositores del presidente Erdogan.

En definitiva, toda una serie de casos que plantean una pregunta: ¿Tiene Alemania un problema con el espionaje extranjero mayor que otros países o simplemente es Berlín más transparente al dar cuenta de este tipo de sucesos?

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