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Trump: "No diría que a España le esté yendo muy bien en estos momentos"

El presidente advierte que cuando se produzca la reapertura de Estados Unidos mantendrá su aislamiento respecto a varios países europeos.

-El presidente advierte que cuando se produzca la reapertura de Estados Unidos mantendrá su aislamiento respecto a varios países europeos
U.S. President Trump leads daily coronavirus response briefing at the White House in Washington
U.S. President Trump leads daily coronavirus response briefing at the White House in Washington
LEAH MILLIS

Con la economía en barrena y su reelección en juego, Donald Trump se prepara ahora para reabrir el país en una fecha aún sin determinar, que desde luego no irá a la par con la reapertura de fronteras con España, Italia y otros países severamente afectados por la pandemia. "No diría que a Italia le esté yendo muy bien en estos momentos", argumentó este martes. "No diría que a España le esté yendo muy bien en estos momentos. Y Francia acaba de extender su orden de confinamiento", remachó.

Sus asesores le han dicho que si ordena la vuelta al trabajo demasiado pronto la epidemia se recrudecerá y él será el responsable de lo que ocurra. El electorado que ahora le perdona de la catástrofe causada por "el virus chino", como le llama él, le culparía entonces de las muertes que ya pasan de 25.000. De ahí que el mandatario haya decidido formar un panel sobre el que derivar la responsabilidad de lo que él mismo llama la decisión más importante de su vida.

No serán hombres de ciencia ni de negocios, sino miembros de su camarilla de leales, con los titulares de media docena de carteras -como el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin; el de Comercio, Wilbur Ross; el de Agricultura, Sony Perdue; el de Energía, Dan Brouillette, y el de Trabajo, Eugene Scalia- en el equipo. Y, por supuesto, su hija Ivanka Trump, su yerno Jared Kushner, su asesor económico más nacionalista, Peter Navarro, y su amigo y asesor financiero Larry Kudlow.

Por su cuenta seguirá librando la batalla de imponer su autoridad en enfrentamiento directo con los gobernadores del país, que en el Estado federal que es EE. UU. tienen autoridad sobre sus propios territorios. O eso piensan ellos y la mayoría de los juristas. Trump lo considera "un apasionante y estimulante motín a la vieja usanza" que le será muy fácil reducir, "especialmente cuando los amotinados necesitan tanto del capitán", les chantajeó por Twitter. "¡Demasiado fácil!", se regocijó.

No se equivocaba. El gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, al que atacaba directamente en esa traca de tuits mañaneros, se apresuró a decir que no tiene ningún interés en enfrentarse al presidente. Y como hacen falta dos para bailar el tango, espera que encuentre otro rival más a su medida. "A veces hace falta más fuerza para alejarse que para meterse en una batalla", lapidó Cuomo. Sin embargo, el gobernador del Estado que registra casi la mitad de las muertes en EE UU no duda en pelearse abiertamente con el alcalde Nueva York, Bill de Blasio, que ha dado por terminado el curso escolar y no tiene prisa en reabrir la economía por miedo a que la epidemia se le escape de las manos.

El pánico por toser

Cuomo sostiene que la decisión no será ni de Trump ni de De Blasio, sino suya, y que la tomará en coordinación con los gobernadores de los Estados vecinos -New Jersey, Connecticut, Massachusetts, Pensilvania, Vermont y hasta Rhode Island y Delaware-, con la fecha del 1 de mayo en el horizonte. El argumento tiene peso. No se puede mandar a los padres al trabajo y dejar a los hijos solos en casa.

California, Oregón y Washington, otro área regional al Oeste del país que quiere reabrir parcialmente la economía el mes que viene, advierten de que las cosas no podrán ser como antes. Toca reorganizar los espacios de trabajo, las aulas y hasta los aviones para mantener las distancias de seguridad, dijo el martes el gobernador de California, Gavin Newsom.

Toser en público será motivo de pánico generalizado. Restaurantes, teatros y hasta parques de entretenimiento tendrán que empezar a tomar la temperatura de sus clientes antes de dejarlos entrar, aunque los expertos advierten de que esa medida será insuficiente para aislar a los que sufran el virus de forma asintomática.

FILE PHOTO: U.S. President Barack Obama is greeted by Vice President Biden as he arrives for his swearing-in ceremonies on the West Front of the U.S. Capitol in Washington
FILE PHOTO: U.S. President Barack Obama is greeted by Vice President Biden as he arrives for his swearing-in ceremonies on the West Front of the U.S. Capitol in Washington
JASON REED

Obama se quitará los guantes en campaña

Cauto mientras estaba en el poder, y aún más desde que se apartó de él, Barack Obama ha medido sus pocos pronunciamientos para seguir la tradición de otros presidentes que no querían interferir en el Gobierno de su sucesor. Incluso cuando éste es errático como Donald Trump, que ha desmantelado su legado y no desperdicia oportunidad para criticarle.

Sin mencionarle, Obama aprovechó ayer un videomensaje que ha grabado en apoyo de la candidatura de su exvicepresidente, Joe Biden, para poner las cosas en su sitio y encontrar la esperanza en esta pandemia, "que tiene la virtud de separar el grano de la paja, entre el ruido y la propaganda, para recordarnos lo que es importante". Y lo primordial es que "los datos y la ciencia importan. Importa el buen gobierno, importa la ley. Tener líderes honestos e informados que intenten unir a la gente, en lugar de dividirla". Era el primer dardo al corazón de Trump, un mandatario alérgico a las críticas.

Obama prefirió centrarse en las bondades de su antiguo escudero para dar fe de cuánto le ayudó en el Gobierno del país durante ocho años, pero adelantó que durante la campaña electoral con Trump se quitará los guantes de seda y se pondrá los de boxeo. «Necesitamos que todos los estadounidenses se unan en un gran despertar contra unas políticas que demasiado a menudo se han caracterizado por la corrupción, la indiferencia, la desinformación, la ignorancia y la simple mezquindad».

Para eso Biden tiene que ganarse al ala progresista del partido, que apostó por Sanders en las primarias para hacer la revolución social. Obama les aseguró que su Gobierno será más progresista que el suyo, porque ni él mismo haría hoy la campaña del 2008. «Incluso antes de que esta pandemia pusiera el mundo del revés, estaba claro que necesitamos un cambio estructural» que acometa las desigualdades sociales.

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