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Autogestión y solidaridad contra el coronavirus entre los refugiados de Moria

En el campo de Moria, en la isla de Lesbos, viven 20.000 refugiados en condiciones de absoluta inmundicia, muchos de ellos hacinados en los alrededores de un espacio previsto para 3.000 personas.

Antonio Santos Preciado
Autogestión y solidaridad contra el coronavirus entre los refugiados de Moria
Autogestión y solidaridad contra el coronavirus entre los refugiados de Moria
ANA MORA SEGURA

El temor a la propagación del coronavirus en los campos de acogida de las islas del Egeo ha puesto en marcha a varios grupos de refugiados que, ante la falta de medidas públicas de higiene, sanidad y contención, trabajan a contrarreloj junto a varias oenegés y parte de la comunidad local.

En el campo de Moria, en la isla de Lesbos, viven 20.000 refugiados en condiciones de absoluta inmundicia, muchos de ellos hacinados en los alrededores de un espacio previsto para 3.000 personas.

A pesar de vivir en un lugar considerado el peor campo de refugiados de Europa, en los últimos días algunos refugiados se han puesto manos a la obra, organizándose y trabajando para tratar de contener lo que está por venir.

Así, han aflorado iniciativas populares para reducir un futuro impacto en un lugar en el que el riesgo de una crisis humanitaria es una realidad.

Cooperación por un objetivo común

ONG locales como 'Stand by Me Lesbos', un colectivo formado por residentes de la isla, refugiados y otros voluntarios, han iniciado proyectos colaborativos para proporcionar una respuesta sanitaria con otras organizaciones humanitarias internacionales, como la danesa 'Team Humanity'.

"Si el coronavirus llega a Moria, será catastrófico", advierte Mijalis Aivaliotis, cofundador de 'Stand by Lesbos' y profesor de griego en la isla.

Según Aivaliotis, su ONG se centraba únicamente en hacer una labor educativa en el campo, pero, ante la posibilidad de que la pandemia se extendiese, decidieron actuar: "Preguntamos a varios grupos de refugiados qué soluciones podíamos ofrecerles en cuanto a higiene y actuamos", comenta.

A estas iniciativas se han ido sumando cada vez más refugiados, concienciados de que la prevención del coronavirus es una cuestión de todos, un objetivo común.

Con ayuda de estas organizaciones y reciclando maquinaria en desuso, un grupo de mujeres afganas cose medio millar de mascarillas al día, trabajando a destajo para suplir la falta de existencias que ya hay en las farmacias de la isla, en una suerte de factoría improvisada a un kilómetro del campo, con las medidas de separación necesarias.

Si no llega un cargamento pronto, las mascarillas, elaboradas con algodón provisto por comercios locales, serán reutilizadas una vez que sean lavadas y esterilizadas.

Además de estas labores, los refugiados han puesto en marcha junto con las ONG campañas de concienciación para la higiene personal y el distanciamiento social, con carteles y megafonía por distintas zonas del enclave de Moria.

En ese ámbito, los voluntarios trabajan en la construcción e instalación de dispensadores de agua y jabón, conscientes de que son bienes escasos en el campo, que cuenta con un grifo para cada 1.300 personas y un baño para cada 200, según el testimonio de ONG como Médicos sin Fronteras Grecia.

En el caso de Stand by Me Lesbos, también han optado por la creación de un sistema de recogida de basuras, un problema acuciante en Moria que incide directamente en las condiciones higiénicas del campo.

A través de un comunicado, la ONG anunció que el municipio de Mitilene, donde está situado el campo, les permitirá salir y transportar basura tres veces a la semana. "Para nosotros, es un gran paso adelante", añadieron.

"Fue lo primero que nos pidieron que solucionáramos", admite Aivaliotis, que comenta que sin las donaciones de gente de toda Europa -principalmente Reino Unido y Alemania- no podrían haber hecho frente a los costes de estos proyectos ni fletar camiones para retirar la basura o recoger el agua para los dispensadores.

"En cuanto finalice esta crisis, volveremos a nuestro proyecto inicial. La educación, para nosotros, es lo más importante después de los productos de primera necesidad", concluye.

Esta organización también ha enviado material de limpieza a la isla de Leros, donde algunos grupos de refugiados ya han comenzado con las labores de recogida de basura.

A pesar del clamor internacional por parte del ámbito humanitario, por ahora el Gobierno griego únicamente ha reaccionado con restricciones de acceso y movimiento, así como mayor presencia policial en los campos de las islas.

Aunque desde la Organización Nacional de Salud Pública (EODY) se ha asegurado que hay un "plan de contingencia", todavía no ha habido ningún traslado considerable de personas al continente para descongestionar la situación, como exigen la mayoría de ONG, ni tampoco se han producido envíos masivos de desinfectante o mascarillas a las islas.

Las autoridades sanitarias helenas ya han tenido que implementar la cuarentena en dos campos de refugiados del continente. Primero en Ritsona, a 75 kilómetros al noreste de Atenas, tras la confirmación de 20 casos de coronavirus, y tres días después en Malakasa, un antiguo terreno militar situado a unos 40 kilómetros al norte de la capital, después de que un hombre de 53 años diera positivo. 

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