Italia empieza a ver "luz al final del túnel"

Recibe el alta médica Mattia, el llamado 'paciente 1', mientras la cifra de nuevos contagios encadena dos días de caídas.

Profesionales sanitarios trasladan a un enfermo de coronavirus en Milán
Profesionales sanitarios trasladan a un enfermo de coronavirus en Milán
ANDREA FASANI

Los italianos tienen cada día una cita en las pantallas de sus dispositivos a las 18 horas para seguir la comparecencia de Angelo Borrelli, jefe de la Protección Civil y comisario especial para la crisis del coronavirus. Desde que la pandemia comenzó a golpear al país hace ya más de un mes, a este cincuentón pausado le toca presentar el balance de infectados, muertos y curados. Después de semanas con datos cada vez más terribles en el boletín diario, que parecía el de un conflicto bélico, Borrelli lleva dos días abriendo una ventana de esperanza a sus compatriotas, ya que el pico de nuevos contagios diarios podría haberse superado ya.

Este lunes se registraron 3.780 nuevos positivos por el COVID-19. Es un dato algo menor al del día anterior pero, sobre todo, más de un 20% inferior al del pasado sábado, cuando la pandemia pudo haber tocado su punto álgido al registrarse 4.800 infectados y 793 muertos adicionales. También en el número de decesos ha habido una caída, pues el domingo fueron 651 y un día después bajaron a 601. En total hay ya casi 64.000 personas contagiadas por el coronavirus en Italia, de las que 7.400 se han curado y 6.077 han muerto. Las autoridades sanitarias no quieren confirmar todavía que se haya ralentizado el número de contagios pues consideran que hay que esperar más días para confirmar que haya de verdad un cambio de tendencia.

"Esta semana es muy importante para valorar la marcha de la curva epidemiológica", comentó Silvio Brusaferro, presidente del Instituto Superior de Sanidad, destacando que los datos de los últimos dos días serían fruto de las medidas adoptadas hace dos semanas por el Gobierno. Entonces se prohibió salir de casa en todo el país excepto por motivos laborales, de salud o de emergencia.

Brusaferro advirtió que el riesgo es que se repita en la zona sur del país, hasta ahora con menos infecciones, la situación de las regiones septentrionales, donde se concentra la mayor parte de los casos. "La curva en el sur parece no empinarse, pero he visto imágenes de calles llenas de gente. Si la actitud es rigurosa y unitaria en el país, existe la posibilidad de que la curva no se comporte como en el norte", dijo Brusaferro, destacando que la dinámica de la pandemia "no depende de la latitud sino de nuestros comportamientos".

En Lombardía, la región más afectada con casi la mitad de los contagiados, el consejero de Sanidad, Giulio Gallera, confirmó que empiezan a verse señales de esperanza. "Se confirma una tendencia en caída. Podemos decir que es el primer día positivo. No es el momento de cantar victoria, pero finalmente vemos una luz al final del túnel". Gallera destacó que el «dato más bonito» era que por primera vez desde que se produjo la explosión del COVID-19 en esta región, la más rica y poblada del país, comenzaba a bajar el número de personas hospitalizadas. El lunes eran 9.266 frente a las 9.439 de la jornada anterior, 173 personas menos.

Ánimo y confianza

Entre las personas que recibieron el alta está Mattia, el llamado 'paciente 1', el hombre de 38 años residente en Codogno, la localidad lombarda donde surgió el primer foco, y que estaba hospitalizado desde el 21 de febrero. Mattia llegará a casa a tiempo para el nacimiento de su primera hija. "De esta enfermedad se puede curar", comentó el hombre en un mensaje de audio publicado por los medios locales, en el que insistió en que hay que quedarse en casa para frenar el coronavirus. "Yo he tenido mucha suerte porque me han curado. Ahora podría suceder que no hubiera médicos, personal o medios para salvarte la vida".

La buena noticia del alta de Mattia llegó en el primer día laborable en el que estaban en vigor las nuevas normas decretadas por el Gobierno para frenar el coronavirus y que, al menos hasta el 3 de abril, prevén el cierre de las actividades económicas que no estén relacionadas con la producción y distribución de bienes y servicios considerados esenciales. Las empresas tienen hasta este martes para adaptarse a la directiva anunciada por el primer ministro, Giuseppe Conte, para intentar ralentizar los contagios de COVID-19.

La lista de sectores considerados esenciales por el Gobierno y que, por tanto, podrán mantener abierta su actividad, es más amplia de lo que esperaban los sindicatos, que amenazan con huelgas porque algunos trabajadores se sienten desprotegidos ante el coronavirus. Se critica en particular que el cerrojazo no afecte al sector metalúrgico. En Lombardía, los empleados de esa rama realizarán un paro ocho horas mañana. Marco Bentivogli, secretario general del sindicato Fim-Cisl, justificó la protesta porque en Lombardía "son necesarias medidas más restrictivas respecto a las actividades que pueden abrirse".

Vincenzo Boccia, presidente de la Confindustria, la patronal italiana, calculó que las nuevas restricciones aprobadas por el Gobierno supondrán el cierre del 70% del tejido productivo italiano. "El decreto nos hace pasar de la emergencia económica a la economía de guerra", afirmó Boccia, estimando en 100.000 millones de euros las pérdidas mensuales que supone el nuevo decreto anunciado por Conte.

Al primer ministro le tocó buscar un equilibrio entre las exigencias de los sindicatos, que pedían que los cierres afectaran aún a más sectores, y las presiones en el sentido contrario por parte de los empresarios. En una entrevista con el diario turinés 'La Stampa' publicada el lunes, el jefe de Gobierno manifestó su esperanza de que ·en los próximos días" empiece a verse un resultado de las medidas de aislamiento de la población.

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