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Auschwitz 75 años de la barbarie

Una frase sarcástica en alemán, ‘Arbeit macht frei’ (‘El trabajo os hará libres’), recibe al visitante a la entrada del "mayor matadero de la historia", tal como lo definió en sus memorias Rudolf Höss, el comandante del campo de concenctración.

La barrera se sube y entras en un mundo de horror reconvertido en un museo indispensable para conocer la infamia humana. Las exposiciones permanentes muestran sin tapujos las brutales condiciones de vida de los prisioneros, transformados en esclavos y tratados sin piedad hasta que el hambre, las enfermedades, las torturas, las ejecuciones o los experimentos en los laboratorios ponían fin a sus vidas.

El campo se creó en abril de 1940. Menos de cinco años después, el 27 de enero de 1945 -mañana se cumplen 75 años-, fue liberado por las tropas soviéticas. Los nazis habían quemado la mayor parte de los archivos y volado las cámaras de gas y los crematorios. Solo quedaban 7.000 supervivientes cadavéricos que se movían como fantasmas, entre ellos 450 niños menores de 15 años. Los niños iban directamente a las cámaras de gas. 216.000 niños judíos, 11.000 gitanos y 3.000 polacos fueron exterminados en Auschwitz.

"En el verano de 1941, Heinrich Himmler me convocó a Berlín para informarme de la orden que preveía el exterminio masivo de los judíos en toda Europa y cuyo resultado supuso convertir Auschwitz en el mayor matadero de la historia", escribió Rudolf Höss en sus memorias antes de ser ahorcado en el mismo campo de exterminio.

El segundo hombre más poderoso de la Alemania nazi y organizador del exterminio eligió Auschwitz (Oswiecim en polaco) "por su privilegiada ubicación en cuanto a las comunicaciones (nudo ferroviario importante) como por la posibilidad de aislamiento y camuflaje". Aunque la organización logística de la llamada "solución final de la cuestión judía" fue decidida el 20 de enero de 1942 en una reunión de jerarcas nazis en Wannsee (cerca de Berlín) presidida por Reinhard Heydrich.

Pocas semanas después esta reunión empezó el exterminio en masa en Auschwitz y en junio de 1942 se decidió una gran ampliación del campo para internar a 200.000 presos al mismo tiempo. Unos meses más tarde, en octubre, Himmler ordenó trasladar a todos los judíos europeos a los campos de extermino alemanes en Polonia.

La llegada en masa de los 430.000 judíos húngaros obligó a incrementar el ritmo de los asesinatos. En un solo día se llegó a matar a 24.000 personas. Como los hornos no daban abasto tuvieron que hacer piras funerarias y quemar miles de cuerpos al aire libre.

El objetivo de Hitler, Himmler y sus secuaces fue aniquilar a once millones de judíos europeos. Mataron a millones. Las cifras de víctimas en Auschwitz fluctúan mucho. Las recogidas en el museo actual, aseguran que 1.300.000 personas murieron, de las que 1.100.000 fueron judíos, siendo los húngaros y los polacos, con casi tres cuartos de millón, los grupos nacionales más golpeados. También fueron exterminados centenares de miles de judíos franceses, holandeses, austríacos, alemanes, eslovacos, checos y belgas. Por las cámaras de gas pasaron más de 20.000 gitanos y 8.300 prisioneros rusos.

El 70% de los judíos que llegaban en cada convoy eran trasladados a las cámaras y exterminados con gas Zyklon B. Los cadáveres eran despojados de dientes de oro, pendientes y sortijas. Los barracones muestran dos toneladas de cabello femenino, 80.000 zapatos infantiles y de adultos, 40 kilos de gafas, 12.000 ollas y escudillas, 460 prótesis de todos los tamaños imaginados, 3.800 maletas, de las que más de la mitad están firmadas con los nombres y las direcciones de los asesinados.

Cada prisionero era fotografiado, tatuado (a partir de 1943) con un número de registro en el brazo e identificado con triángulos de colores según el motivo del arresto. Y desde el primer minuto empezaba la agonía. "Nunca me habría imaginado que podría envejecer tan pronto. Si en una situación normal hacen faltan 50 o 60 años para envejecer, en el campo bastaron tres meses para que mi cuerpo me abandonase», escribió el húngaro Imre Kertesz, sobreviviente y Premio Nobel de Literatura, en su inolvidable obra ‘Sin destino’.

«Si comprender es imposible, conocer es necesario». Primo Levi, superviviente de Auschwitz

"Si comprender es imposible, conocer es necesario", escribió Primo Levi, superviviente de Auschwitz en su relato ‘Si esto es un hombre’. Recordar para que no vuelva a ocurrir es el mejor homenaje que podemos hacer a las víctimas de un régimen racista y brutal que destruyó la conciencia de una nación y quiso exterminar al pueblo judío. 

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