China y EE.UU. firman una tregua arancelaria y tranquilizan a los mercados

Los aranceles del 30% no entrarán en vigor el martes próximo, pero tampoco habrá un acuerdo escrito en al menos tres semanas.

Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping
Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping
Efe

No hubo desencantos. Los rumores de que EE UU y China habían alcanzado un acuerdo de mínimos que pone freno a entrada en vigor de los aranceles desataron la euforia de los mercados, ya exultantes con los datos locales de confianza del consumidor y mejores perspectivas para alcanzar un acuerdo en el 'brexit'. Pero, ¿y si no era cierto?, ¿y si Trump salía de la reunión bronqueando a su invitado chino? "Los mercados no se equivocan", guiñó este viernes el secretario del Tesoro Steven Mnuchin a los periodistas tras el último encuentro bilateral, esta vez en el Despacho Oval de la Casa Blanca y protagonizado por el propio presidente estadounidense junto al viceprimer ministro chino Liu He.

La guerra no ha acabado, solo se ha firmado una tregua. China ha comprado tiempo ofreciendo al mandatario estadounidense algo que necesita urgentemente una parte de su electorado: adquirir soja y otros productos agrícolas por valor de entre 40.000 y 50.000 millones de dólares, operaciones que habían sido canceladas en respuesta a los indiscriminados aranceles del 25% impuestos desde Washington, que a partir de este martes hubieran pasado al 30% sobre bienes por valor de 250.000 millones de dólares.

Para cuando entrase en vigor la siguiente fase el 15 de diciembre próximo, prácticamente todos los productos chinos que se venden en EE UU hubieran quedado sometidos a estos arbitrarios aranceles, sacudiendo a los mercados globales y trasladando el costo a los propios consumidores estadounidenses.

A cambio de ese rescate agrícola, EE UU emitirá licencias tecnológicas y se compromete a trabajar intensamente en el acuerdo definitivo en las próximas tres semanas, lo cual «no debería ser un problema», tranquilizó el presidente estadounidense. Prueba de que las conversaciones tienen el beneplácito de Pekín es que el 'número dos' del Ejecutivo chino, Liu He, ha recuperado el título de "enviado especial" para estas negociaciones que las propias autoridades de Pekín le arrebatasen a principio de año, lo que hace pensar que tiene más margen de compromiso y mayor capacidad para agilizar las conversaciones.

"Como los viejos tiempos"

Esto explica la satisfacción de Trump, acompañada de otras concesiones chinas mayores como protecciones a la propiedad intelectual de las empresas estadounidenses y el compromiso de no seguir devaluando la moneda china para competir deslealmente en el comercio con EEUU. "Están pasando cosas buenas en las conversaciones comerciales con China, mejores sentimientos que en el pasado", tuiteó Trump, "más como en los viejos tiempos".

El impredecible mandatario había tenido un buen comienzo con su homólogo chino Xi Jinping, por quien este viernes dijo sentir "un gran respeto", pero la guerra con China era una promesa de campaña que tenía que cumplir para no decepcionar a sus bases. A Trump le gusta ganar y tener algo de lo que presumir ante su electorado de cara a la reelección, como confesó. "¡Me gustaría que pasara algo significativo!". Ambos mandatarios se reunirán en persona en Chile a mediados de noviembre durante la cumbre de Asia Pacífico, en la que revisarán lo pactado verbalmente. "Es un acuerdo sustancial, pero queda aún mucho trabajo por hacer", templó Mnuchin.

Con este acuerdo de mínimos ambas partes se garantizan una ronda más de conversaciones, la catorceava, con la esperanza de que sea la definitiva. "Una de las cosas buenas de este trato con China es que, por varias razones, no necesitamos pasar por un largo y complejo de aprobación en el Congreso", se felicitó. "Cuando esté totalmente negociada la firmo en nombre de mi país y ya está. ¡Rápido y limpio!".

Para que eso se produzca tendrá que renunciar a parte de las aspiraciones que requerirían de la aprobación del Congreso, pero dada la cercanía de la campaña electoral y el proceso de 'impeachment', Trump prefiere algo rápido que ofrecer a sus bases. La expectativa era que China se comprometiese a dejar de subsidiar sectores que compiten con desventaja frente a los productos estadounidenses, además de abrir el sector automovilístico y los mercados financieros a la inversión extranjera. Y a EE UU le queda ceder en las licencias a Huawei, aunque "no es parte de este acuerdo".

No obstante, para quienes teman acuerdos traseros sobre cosas ilegales que Trump le ha pedido públicamente a China, el mandatario afirmó que no han hablado de Biden. Aunque la semana pasada sí dijo que le gustaría que China investigase los negocios de su hijo en ese país.

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