"La abuela ha muerto": Olvidar el olvido

Ochenta años después de la Segunda Guerra Mundial hay señales de alerta de que algunos nos han aprendido las lecciones de la historia

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Soldados alemanes derriban una barrera en la frontera entre Alemania y Polonia, el 1 de septiembre de 1939.
Efe

A las 20 horas del 31 de agosto de 1939, el jefe del Servicio de Inteligencia alemán, Reinhard Heydrich, mediante la contraseña "la abuela ha muerto", daba la orden de iniciar la acción al jefe del comando de las SS que debía fingir un ataque polaco a la emisora de radio de la ciudad alemana de Gleiwitz en la frontera con Polonia. Era el arranque de la Segunda Guerra Mundial, un dramático hecho que para el historiador Ricardo Artola ha sido el momento "en el que el planeta ha sido llevado más al límite de toda la historia de la humanidad", tanto por el número de muertos (entre 35 y 60 millones), como por la ferocidad del conflicto en el que se buscó, mediante el uso de armas de destrucción masiva, el exterminio del enemigo, fuese éste étnico, ideológico o racial.

Pero, ¿hemos aprendido algo? En la misma Alemania, el pasado domingo conservadores y socialdemócratas lograban frenar a la ultraderecha en dos elecciones regionales, el mismo día en el que el presidente Frank-Walter Steinmeier pedía perdón en los actos de conmemoración de la invasión de Polonia, donde el anfitrión, Andrzej Duda, elevaba el tono contra Rusia al advertir sobre "el retorno de las tendencias imperialistas en Europa", en referencia a las operaciones militares en Georgia y Ucrania. Vladímir Putin era el gran ausente al no haber sido invitado, pero tres décadas después de la caída del comunismo, Moscú aún es visto como una amenaza, especialmente desde la anexión ilegal de Crimea en 2014.

"Los recientes resultados electorales en la mayoría de los países europeos son una señal de alerta. La siembra del odio siempre trae consecuencias violentas"

Javier Jiménez Olmos, doctor en ‘Paz y Seguridad Internacional’, miembro del Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza, dice que "los recientes resultados electorales en la mayoría de los países europeos son una señal de alerta de que algunos no han aprendido las lecciones de la historia. La siembra del odio siempre trae consecuencias violentas. Hace falta una gran labor pedagógica para enseñar a todos, y en especial a los más jóvenes, que las guerras son el producto de ambiciones e intereses bastardos. Es necesario hacer comprender que la violencia cultural, en modo de discursos excluyentes, es el caldo de cultivo de la violencia física que puede conducir a la guerra". "Por eso, de un modo democrático hay que impedir que estos portavoces del odio lleguen a conseguir gobernar. La historia también enseña que la pasividad con estos personajes agresivos les permitió llegar gobernar Alemania e Italia. Las democracias europeas reaccionaron demasiado tarde, o no reaccionaron. Si algo ha enseñado la Segunda Guerra Mundial es que la prevención de una guerra comienza por apartar democráticamente de las responsabilidades de gobierno a aquellos que son incapaces de respetar la democracia".

Ortega y Gasset

Javier Soriano, coronel en la reserva, recordaba estos días que Ortega y Gasset escribió en ‘La Rebelión de las masas’ (1937) que "por Europa se entiende, ante todo y propiamente, la trinidad Francia, Inglaterra, Alemania". Dos años después, Alemania atacaba a las otras dos potencias europeas, "y ochenta años después, los europeos no nos ponemos de acuerdo en la consolidación de un Estado supranacional mientras Inglaterra ataca la estructura europea queriéndose marchar de ella. Al final, vamos a darle la razón a Ortega y Gasset, que escribió también: “La ocasión que lleve súbitamente a término el proceso (la probabilidad de un Estado General europeo) puede ser cualquiera: por ejemplo, la coleta de un chino que asome por los Urales o bien una sacudida del gran magma islámico". Como indica Jiménez Olmos, "varias generaciones de europeos han sido capaces de vivir en paz a través de la cooperación, del diálogo, del respeto y de la democracia. La mayoría de los europeos han aprendido la lección y quieren que jamás pueda volver una guerra. Pero no hay que olvidar que algunos sectores sociales, incitados por esos nuevos estilos totalitarios de algunos líderes, están dispuestos a secundar actitudes xenófobas, racistas y antidemocráticas".

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