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Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

La cara oculta de la conquista del espacio

La carrera tecnológica agranda la división entre potenciales espaciales y no espaciales.
La carrera tecnológica agranda la división entre potenciales espaciales y no espaciales.
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El 16 de julio de 1969, el Apollo 11 partió de cabo Kennedy (Florida) hacia la Luna. Cinco días después, un ser humano pisaba por primera vez el satélite. Armstrong pronunció su famosa frase: “Un pequeño paso para un hombre, un gran paso para la Humanidad”. Con la llegada de los tres astronautas estadounidenses a la Luna se daba, sin duda, un gran salto para la Humanidad, pero quién más provecho sacaba era Estados Unidos. Así se evidenció en la Guerra del Golfo (1991), el primer conflicto en el que se utilizaron a gran escala los satélites de comunicaciones. Brindaron imágenes detalladas de los iraquíes y de los daños causados por los bombarderos, avisaron del lanzamiento de los misiles Scud, fueron el sistema de navegación de tanques y aviones, ayudaron a evitar las tormentas de arena e, incluso, midieron la humedad del suelo para confirmar qué rincones del desierto podían soportar el peso de los carros de combate.

Medio siglo después de la gesta que puso a un ser humano sobre la superficie lunar, China acaba de lograr por primera vez en la Historia posar una nave en la cara oculta de la Luna. Reactiva así la carrera por dominar el espacio en la que ya participan EE.UU., China, Rusia, India e Israel. Están en juego intereses económicos, científicos, tecnológicos, energéticos y estratégico-militar.

La carrera tecnológica agranda la división entre potenciales espaciales y no espaciales. Las últimas insisten en que el espacio exterior pertenece a toda la comunidad internacional y que toda la Humanidad se tiene que beneficiar de ello. No obstante, no parece que este vaya a ser el futuro próximo. Los países más poderosos se están movilizando. China ya trabaja hasta en la sombra.