El barrio donde vivía el fugado no se parece al Estrasburgo de los turistas

Hasta ahora, vivía en un edificio humilde del barrio de Hohberg.

Vivía en la calle Tite-Live del barrio de Hohberg de Estrasburgo.
El barrio donde vivía el fugado no se parece al Estrasburgo de los turistas
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El presunto agresor fugado cuya pista siguen más de 700 agentes franceses, Chérif C., vivía hasta ahora en la quinta planta de un humilde y sobrio edificio en la calle Tite-Live del barrio de Hohberg, un Estrasburgo que no tiene nada que ver con el que muestran las guías turísticas.

Se trata de un barrio dormitorio a las afueras de la ciudad, poco iluminado y sin anchuras, que estaba especialmente desapacible este miércoles tras lo sucedido.

De las casas no salía nadie, solo entraba gente de vez en cuando rápidamente y para evitar a los periodistas. La mayoría eran personas que regresaban de trabajar o recoger a los niños.

A escasos 50 metros del portal donde vivía está la guardería Liliane, donde conviven pequeños de distintos origen a juzgar por las banderas francesas, marroquíes o turcas que los niños han pitando en una de las paredes que se ven desde la calle.

También a poca distancia del inmueble había algunos jóvenes faltando a clase para disfrutar del triste momento de gloria de un barrio que nunca antes había salido en las noticias y "presumir" de que habían visto al presunto terrorista por la zona.

Entre los vecinos, Eddy, pintor y cabeza de familia que aunque vive solo un piso por debajo del presunto terrorista, no entendía tanta expectación mediática.

"Este es un sitio normal. Este martes, sí, me enteré de lo sucedido, pero este miércoles ya me ven, he ido a trabajar normalmente", explicó señalando las manchas de pintura en su uniforme.

Abdel, taxista, nacido en Estrasburgo de padres marroquíes, mostraba su preocupación porque su barrio, "un lugar tranquilo, como cualquier otro de Estrasburgo hasta este martes, ahora empiece a tildarse de barrio salafista".

"Sí, voy a la mezquita y rezo, pero qué tiene que ver ser musulmán con ser terrorista", dijo algo enojado por el discurso que "lanzan las cadenas de televisión francesas de extrema derecha".

El joven, que ha heredado la profesión de su padre, explica que este martes trabajó hasta la madrugada para ayudar a evacuar a personas del centro, pues los transportes públicos dejaron de funcionar tras el incidente.

También Nadia, de 37 años, que este miércoles por la tarde regresaba con sus dos hijas a casa, la misma donde vivía el presunto atacante, quiso destacar la poca conflictividad de un barrio donde aseguró que existe "enorme integración de todas las comunidades".

"Es un sitio muy bueno, tenemos escuelas, hospitales, parques y muchas tiendas", aseguró señalando más allá del edificio, tras el que sin embargo no parece haber más que otros inmuebles de idéntica construcción dispuestos de forma laberíntica.

Una opinión menos integradora la tuvo Bernard, un jubilado que se apura en aclarar que es votante de la ultraderechista Marine Le Pen y que asegura que fue el primero en estrenar piso en el edificio del de enfrente de Chérif.

Es "una vergüenza todo esto", dice señalando con la mirada a un grupo de adolescentes de apariencia árabe en la calle. "Llegó uno y todos vienen del mismo sitio".

También es crítico con el devenir del barrio Rafed, que lamenta que la gente haya quedado totalmente desprotegida y que los políticos "se rían" de la población.

Extrabajador de una empresa alimentaria, sostiene que estuvo más de 30 años pagando un sindicato pero hace cinco sufrió un accidente laboral y "nadie" le ayudó. "No me dio el sindicato ni un abogado. Tengo tres discos rotos en la espalda y también daño en el pie. No recibo ayuda de nadie", se queja.

Chérif C., el hombre más buscado de Francia, estaba incluido con una ficha "S" en el archivo de sujetos radicalizados.

Actualmente, en Francia, 20.000 personas tienen esa clasificación que se refiere principalmente a vínculos terroristas, pero también contempla otros perfiles. De ellos, 12.000 figuran en esa ficha por "radicalización religiosa".

Solo pocos días antes del suceso, el alcalde de Estrasburgo, Roland Ries, mostró su desazón por el "dato indignante" de que "el 10 % de los clasificados con ficha 'S' vivan en Estrasburgo y sus barrios de alrededor".

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