¿Dónde están enterrados Hitler, Stalin, Ceaucescu y Mussolinni?

La polémica por el traslado de los restos de Franco ha reabierto el debate sobre qué se debe hacer con los cuerpos de los dictadores.

Imagen del dictador rumano Nicolae Ceaucescu, junto a su mujer, Elena.
Imagen del dictador rumano Nicolae Ceaucescu, junto a su mujer, Elena.
@eduardoacin.

La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos de forma "inmediata" ha reabierto un debate que, cada cierto tiempo, salta a la opinión pública: ¿qué se debe hacer con los cuerpos de los dictadores?

Numerosos ejecutivos tanto europeos como del resto del mundo han gestionado esta cuestión de formas muy diversas. Una pesada herencia que algunos de ellos tuvieron muy presentes en el momento del fallecimiento, decidiendo, en algunos casos, que no era conveniente dar a conocer el lugar en el que se iban a enterrar para que estos no se convirtieran en lugar de peregrinaje de fanáticos. Otros, por su parte, optaron por soluciones intermedias, como colocarlos en modestas tumbas junto a sus familiares. Mientras que también se han producido sepulturas con el rango de héroes y en lugares bien visibles.

A pesar de los avances que se produjeron en numerosos campos a lo largo del siglo XX, ese periodo trajo también consigo el mandato de una serie de mandatarios que no conviene olvidar, para así evitar que la historia se repita. Bajo estas líneas puedes conocer qué se hizo con los cadáveres de cuatro de los más destacados.

Hitler: cuando el asedio de aliados y soviéticos más acuciante era en Berlín en los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial, Adolf Hitler se suicidó en su búnker el 30 de abril de 1945 tomando cianuro y disparándose a la cabeza. Aunque han salido a la palestra varias teorías conspiranoicas sobre su supuesta fuga, los últimos estudios han confirmado la versión oficial, que además recoge que sus restos fueron quemados y enterrados en un lugar secreto con el fin de evitar que la ultraderecha lo convirtiese en un vestigio nostálgico. Stalin: el presidente de la Unión Soviética falleció el 5 de marzo de 1953 (hecho que recientemente se llevó al cine), momento en el que los dirigentes del país decidieron que su cuerpo fuese embalsamado en el Mausoleo de Lenin. No obstante, con la conocida como ‘desestalinización’ que impulsó en los años sesenta el entonces Jefe de Estado Nikita Jrushchov, el XXII Congreso del Partido Comunista decidió que el cuerpo de Stalin fuera trasladado a una tumba cerca de la Muralla del Kremlin, sobre la que años después se levantaría un monumento. Ceaucescu: los restos del dictador de Rumania desde 1967 hasta su ejecución el 25 de diciembre de 1989 están enterrados en el cementerio civil de Ghencea (Bucarest) junto a los de su mujer. Las dudas que existían acerca de las personas que ocupaban esta tumba se disiparon en 2010 tras la exhumación de ambos cuerpos y las posteriores pruebas de ADN que se les realizaron y que confirmaron sus identidades. Mussolinni: el terror que impartió ‘El Duce’ durante más de dos décadas en Italia causa un profundo rechazo entre buena parte de los ciudadanos de ese Estado aunque también convive a menudo con la admiración que su figura despierta en líderes políticos destacados como Silvio Berlusconi. Sepultado bajo una tumba anónima desconocida, Mussolini fue fusilado por los partisanos el 28 de abril de 1945 cuando trataba de huir del país. Sus restos fueron trasladados a la plaza Loreto de Milán, donde colgaron su cadáver y el de su amante, Clara Petacci, cabeza abajo en una gasolinera. Tras ser retirados y enterrados, fueron robados del cementerio de Musocco (Milán) por parte de un grupo de neofascistas autodenominados ‘SAM-Squadre d'Azione Mussolini’. Desaparecido durante varios meses, el cadáver del dictador fue entregado a su familia y trasladado a la capilla de Predappio en 1957.

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