Por
  • José Javier Rueda

El caudillismo acorrala al orden liberal

El candidato ultraderechista del Partido Social Liberal (PSL) de Brasil, Jair Bolsonaro.
El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, del ultraderechista Partido Social Liberal (PSL).
Reuters

Jair Bolsonaro llega y Angela Merkel se marcha. El ultraderechista es elegido presidente de Brasil al mismo tiempo que la canciller anuncia su retirada por los malos resultados electorales de su partido. El caudillismo crece mientras el liberalismo mengua. El populismo es el nuevo signo de los tiempos. Hay que dar por concluido el consenso democrático que funcionó en Occidente durante las seis décadas posteriores a la II Guerra Mundial. Todas las certezas que teníamos en torno al Estado benefactor, al ascensor social, al futuro sólido y estable para los jóvenes han sido sustituidas por el miedo, los ultranacionalismos y la indignación frente a los políticos.

La democracia representativa ha sido un mecanismo de defensa contra los peores excesos del poder. Posibilitaba formas limitadas de disidencia y servía como baluarte contra los movimientos más radicales, desacreditando a quienes planteaban una ruptura desestabilizadora. Sin embargo, la desigualdad y la corrupción han abierto la puerta a protofascistas como Trump (EE. UU.), Putin (Rusia), Salvini (Italia), Orban (Hungría), Duterte (Filipinas), Erdogan (Turquía) y ahora Bolsonaro. La gente los vota porque son líderes fuertes y carismáticos. Claro que también Hitler llegó al poder a través de las urnas y también era muy carismático.