Lo trágico y lo cómico mezclado

La actualidad política parece mezclar lo trágico y lo cómico.

Trump, hablando ante la Asamblea General de la ONU.
Trump, hablando ante la Asamblea General de la ONU.
Justin Lane / Efe

En época de titulaciones impostadas y másteres regalados, en la que los universitarios mejor formados mendigan con sus currículos a la espera de un sueldo indigno, si no de un rechazo por sobrecualificación, reír con autocomplacencia es muy sintomático. A ambos lados del charco. Lamentablemente, se estila la carcajada jactanciosa en plazas públicas, Asambleas Generales y hemiciclos.

¿Se presta la actualidad a ser mirada bajo el prisma de aquel antiguo tópico del que echó mano la filosofía griega, y luego los satíricos romanos, que oponía el pensador llorón, Heráclito, al sonriente Demócrito? Tal vez en las Naciones Unidas se rieran por no llorar; el caso es que llovieron carcajadas. “No esperaba esta reacción, pero está bien”. Tomarse a risa algo tan serio responde a una telerrealidad paralela que no da cuenta del mundo circundante. La Fox silenciaba en su emisión nocturna las risas del foro de la ONU, protegiendo a un presidente que se ríe de sí mismo. Porque siempre habrá quien no señale al rey que va desnudo y alabe su vestido invisible ante la atónita mirada del pueblo. Miren que, mientras los opinólogos se burlaban de la ocurrencia de turno en la campaña presidencial, Trump ganaba las elecciones de un país anhelante de cambios.

Eso por no hablar de la gran tragedia de la política española, que se sigue recreando con el paso de los siglos. “Lo trágico y lo cómico mezclado”, decía Lope de Vega. No mudemos las pautas de las instituciones a cambio del gusto por la comicidad.