Por
  • Mercè Rivas Torres

El genocidio de los rohinyá

La gobernante de facto de Birmania, Aung San Suu Kyi, responsable de la situación de los rohinyá.
La gobernante de facto de Birmania, Aung San Suu Kyi, responsable de la situación de los rohinyá.
Hein Htet / Efe

En el sudeste asiático se está llevando a cabo, en estos momentos, un genocidio contra la etnia rohinyá con la complacencia de la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. Resulta chocante que ‘la Señora’, así se la denomina en su país, con su apariencia bella, delicada, pacifista, siempre adornada con jazmines, que tanto luchó contra la dictadura militar en Birmania (Myanmar), sea ahora una de las protagonistas de este nuevo genocidio.

Deberían retirarle ese Nobel, dado su comportamiento contra un pueblo vulnerable. «La represión sistemática y generalizada a la que el Ejército birmano ha sometido a la minoría musulmana rohinyá tiene todas las características de un genocidio», según denunció el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad Al Husein. Recordó que «los miembros de la comunidad no tienen documentos de identidad, no pueden votar, no pueden crear partidos políticos, no tienen acceso a tratamiento médico, por lo que el porcentaje de mortalidad materna e infantil es altísimo». La crisis de refugiados rohinyás ya es «la peor desde los 90 y el genocidio de Ruanda», según la ONU. Más de un millón de personas se hacinan en Bangladés, uno de los países más pobres del mundo, buscando un lugar seguro.

Muchos de ellos han recorrido un largo camino a pie y llevan sin comer desde que salieron de sus aldeas. Llegan agotados y enfermos. La mayoría son mujeres y niños. Los campamentos de refugiados están desbordados, denuncia Acnur (Naciones Unidas para los Refugiados).

Muchos medios de comunicación han escrito reportajes, organismos internacionales han denunciado la situación, pero pocas personas han levantado la voz identificando a la Premio Nobel de la Paz como una de las impulsoras de la represión. El libro ‘Rohinyá: el drama de los innombrables y la leyenda de Aung San Suu Kyi’, de Alberto Masegosa, pone al descubierto el papel de esta mujer, hija de un héroe de la independencia adorado en su país.

En Birmania, un estado con más de 51 millones de habitantes, la marginación de la etnia rohinyá tiene raíz antigua que se transformó en acoso durante el siglo XX y en genocidio en el XXI. Como denuncia Masegosa, «el drama se gestó durante los años del poder militar, pero se ha desarrollado bajo el mandato de quien había recibido más de medio centenar de premios internacionales por su resistencia pacífica a la autocracia».

Cuando la Señora ganó las elecciones comenzó «una cacería humana sin precedentes», afirma Masegosa. «Los rohinyá fueron víctimas de una jauría militar y popular que perpetró miles de asesinatos, la destrucción de cientos de sus aldeas, la violación de mujeres, el exterminio de sus ganados, la quema de sus campos».

La mayoría de los rohinyá de Birmania fueron a parar a Bangladés, con cuyos habitantes comparten etnia y religión, pero que les niega la ciudadanía. La Señora, que sufrió muchos años de confinamiento debido a su enfrentamiento con los militares que detentaban el poder, recobró su libertad con 65 años. En 2015 su partido obtuvo el 80% de los votos. Su poder era absoluto. Ella prefirió seguir en la sombra manejando los hilos. En esos días la premio Nobel ya afirmaba que mandaba más que el presidente. Otros premios Nobel han denunciado el papel de la Señora, a lo que ella respondió que ella no era la madre Teresa de Calcuta, pero curiosamente las críticas desde el extranjero la han reforzado en Birmania.

Meses antes de viajar a Birmania, el Papa defendía apasionadamente a los rohinyá, pero al visitar el país la Iglesia le pidió que no los citara, ya que temían represalias. Una vez fuera del país afirmó tajantemente: «La presencia de Dios hoy se llama rohinyá».

«Desde el genocidio del Jemer Rojo en Camboya, no se había visto nada igual en el sudeste asiático», añade Masegosa. «Las atrocidades de 2017 compartieron estrategia con la Alemania nazi. Barrieron a los rohinyás del país». Hoy los bosques de Bangladés se han convertido en vertederos de basura habitados por los refugiados.