Por
  • Víctor Orcastegui

Fuerte de Brégançon

Theresa May y Emmanuel Macron, durante la reunión que ambos han mantenido este viernes.
Theresa May y Emmanuel Macron, durante la reunión que ambos han mantenido este viernes.
Efe

Emmanuel Macron y su esposa pasan las vacaciones en el Fuerte de Brégançon, un castillo medieval situado junto al mar, en plena Costa Azul, entre Marsella y Niza. La fortaleza siempre ha estado a disposición de los presidentes franceses, pero resulta incómoda y anticuada, y la playa próxima es demasiado turística y expuesta a los fotógrafos como para permitir algo de intimidad. Así que los antecesores de Macron apenas hicieron alguna esporádica visita y salieron pitando. Solo Hollande se atrevió a pasar unas vacaciones y lo pagó caro en su imagen cuando los ‘paparazzi’ dieron a conocer al mundo sus michelines.

Ahora parece que Macron se ha propuesto reformar Brégançon, dotarlo de comodidades y hacer allí algo parecido a nuestro enclave presidencial de Doñana, una sede vacacional del poder en la que sosegarse y recibir a otros mandatarios en un ambiente distendido. Ya se reunió allí hace unos días con la premier británica Theresa May. Y lo primero, claro, ha sido construirse una piscina, que ha costado unos 40.000 euros. Mientras tanto, su popularidad sigue bajando, aunque, eso sí, la de su esposa Brigitte no para de subir y ya ha batido récords.