Por
  • Concha Roldán

El valor de un abrazo

Completado con éxito el rescate de los doce niños y su monitor atrapados en una cueva en Tailandia
Completado con éxito el rescate de los doce niños y su monitor atrapados en una cueva en Tailandia

Esta semana acabó felizmente la operación rescate de los 12 niños y su entrenador, atrapados durante más de 15 días en una cueva al norte de Tailandia, que se inundó por unas lluvias torrenciales. Tras este suceso con tan buen final, aunque hay que lamentar el fallecimiento de uno de los buzos, Tailandia tiene claro cuáles son los verdaderos héroes: los buceadores que han participado en esta complicada operación de rescate, entre los que figura un español, felicitado por el presidente Sánchez; un médico australiano, también buceador, que consideró capacitados a los niños para realizar la dura y larga travesía por la cueva hacia el exterior, y decidió el orden de salida; el jefe de la operación; y el entrenador de los chavales, un joven de 25 años, que consiguió mantener unidos al grupo y, al parecer, con la moral alta para tratar de sobrellevar la situación.

El caso del entrenador de estos pequeños futbolistas, Ekapol Chanthawong, merece especial mención, ya que, cuando solo tenía 10 años, vio como morían sus padres y su hermano menor, debido a una epidemia de una enfermedad respiratoria que afectó al norte de Tailandia, de la que él sobrevivió. Según se ha contado estos días, en los que se ha seguido con suma atención todo lo que sucedía en la cueva, su tía lo acogió y después lo ingresó en un monasterio budista, en donde permaneció 10 años.

La figura del entrenador ha suscitado controversia, ya que mientras unos critican su imprudencia por ir con los niños a la cueva, hecho por el que pidió perdón a los familiares de los pequeños, otros lo elogian por haber sabido cuidar bien a los niños y haberles cedido su comida y agua en los primeros días. Lo cierto es que con el esfuerzo de todos los que han participado en la operación rescate y con la protección de Ekapol, los 12 futbolistas y su preparador están a salvo.

Con vida y sin peligro, a todos los liberados les esperan los grandes y ansiados abrazos de sus seres queridos, que serán más valiosos y emotivos que nunca. Todos felices: los rescatados, los rescatadores (nada más gratificante que salvar vidas a otros y, encima, niños), los familiares y toda la gente del mundo mundial que ha sufrido con el suceso y se ha alegrado con su final.

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