Londres busca un plan para el 'brexit' ante la falta de avances en Bruselas

La norma que rige el funcionamiento de la UE prevé que Reino Unido abandone el bloque comunitario el 29 de marzo de 2019.

Theresa May durante su intervención en el Parlamento.
Theresa May: "No hay nada acordado hasta que todo esté acordado"
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La ausencia de avances en la negociación del 'brexit' durante la última cumbre del Consejo Europeo ha añadido presión sobre el Gobierno británico para poner sobre la mesa un plan detallado sobre la futura relación que espera forjar con la Unión Europea (UE).

El gabinete de la primera ministra, la conservadora Theresa May, continúa dividido entre aquellos ministros favorables a un 'brexit' duro, que rompa por completo los lazos con el mercado único y la unión aduanera, y los partidarios de buscar fórmulas para mantener algún tipo de integración en esas estructuras comunitarias.

Los Veintisiete países restantes de la UE han alertado a Londres esta semana de que se acaba el tiempo para presentar un proyecto "realista y viable" antes de que se agote el plazo para las negociaciones que establece el artículo 50 del Tratado de Lisboa.

La norma que rige el funcionamiento de la Unión prevé que el Reino Unido saldrá del bloque comunitario el 29 de marzo de 2019, dos años después de anunciar su intención de retirarse.

La falta de acercamiento entre ambos lados del Canal de la Mancha en cuestiones clave del divorcio ha multiplicado en los últimos días las voces que alertan de la posibilidad de un que se produzca una ruptura abrupta, sin acuerdo alguno.

"Esta es la última llamada para poner las cartas sobre la mesa", dijo el viernes el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk al término de una cumbre que estaba señalada en el calendario desde hacía meses como el momento en el que se debían producir avances significativos en las negociaciones.

Ante ese apremio, May reunirá esta semana a sus ministros para tratar de tender puentes entre las facciones enfrentadas de su propio Ejecutivo y espera publicar durante la primera quincena de julio un "libro blanco" en el que el Reino Unido aporte nuevos detalles sobre el tipo de relación comercial le gustaría establecer con la UE.

La primera ministra planea además tramitar en el Parlamento británico antes del receso de agosto dos nuevas leyes, de Comercio y de Aduanas, que pueden aportar mayor claridad sobre las expectativas de Londres de cara al 'brexit'.

Ante los líderes europeos reunidos en Bruselas, May aseguró que está dispuesta a "acelerar e intensificar" el diálogo a corto plazo.

Los arreglos comerciales que establezca el Reino Unido con la UE no solo determinarán el futuro modelo económico del país, sino que afectarán al controvertido el estatus de la frontera entre la República de Irlanda y la región británica de Irlanda del Norte.

El límite entre ambos territorios será la única frontera terrestre entre la UE y el Reino Unido tras el 'brexit', pero levantar controles en ese punto contravendría los acuerdos que llevaron la paz a la región en 1998 y encendería una crisis política de consecuencias poco previsibles.

La solución para esa frontera es uno de los principales rompecabezas que ha estancado las conversaciones en el seno del Gobierno británico en los últimos meses. Los partidarios de un 'brexit' suave, entre los que se incluye la primera ministra, según los analistas políticos británicos, han argumentado a favor de un "acuerdo aduanero" por el cual el Reino Unido mantendría cierta unidad tarifaria con la UE y evitaría los controles fronterizos.

Dentro de esa opción, el Ejecutivo británico ha valorado la posibilidad de mantenerse dentro de una unión aduanera tan solo para el intercambio de bienes, mientras que en otros ámbitos, como los servicios financieros, el Reino Unido mantendría una independencia normativa. La Unión Europea ya ha sugerido, sin embargo, que no aceptará una propuesta que rompa la unidad de la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.

Los partidarios de un 'brexit' duro en el gabinete de May tampoco ven con buenos ojos ese camino, dado que dificultaría que el Reino Unido pueda forjar acuerdos comerciales independientes con terceros países tras el 'brexit'.

Esa ala dura del Gobierno, encabezada por el ministro para el 'brexit', David Davis, y el ministro de Exteriores, Boris Johnson, defiende en cambio separarse por completo de la unión aduanera y levantar una frontera invisible en Irlanda del Norte.

Su propuesta consiste en instalar cámaras y otros dispositivos que permitan controlar el paso de mercancías sin necesidad de entorpecer el tráfico, una solución que ha levantado críticas entre quienes consideran que la tecnología actual no permite llevarla a cabo.

Londres y Bruselas tampoco han acercado posturas a la hora de acordar un mecanismo de emergencia que permita mantener abierta de manera provisional la frontera en Irlanda en el caso de que naufrague, o bien se alargue, la negociación sobre la futura relación entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE).

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