Un ataque medido

El ataque con 105 misiles por parte de Estados Unidos, Francia y Reino Unido contra el régimen sirio es una respuesta al ataque químico de Duma. Se trata de una acción limitada para lanzar un mensaje a Damasco, pero sin provocar una escalada de tensión con Rusia e Irán.

El presidente estadounidense, Donald Trump
Trump aplaude el ataque en Siria: "Misión cumplida"
AFP PHOTO / Mandel NGAN

El raid de Occidente contra Siria no modifica la situación estratégica en el país. No estamos ni tan solo un paso más cerca del fin de la guerra ni mucho menos de una paz verdadera. Esta ofensiva puntual no tiene ningún valor estratégico y ni siquiera entorpece el creciente control del territorio por parte del régimen de Al Asad y sus aliados rusos e iraníes. Pero Trump, Macron y May se sentían en la obligación de cumplir con la promesa de intervenir ante un ataque químico. Lo han hecho de una forma contenida y siempre pensando en mantener bajo control las consecuencias. Para empezar, el Pentágono ya previno a Moscú la semana pasada. Por eso, los rusos no han tratado en ningún momento de interceptar los proyectiles occidentales con sus propias defensas antiaéreas, como habían anunciado. Y tras concluir la operación, Washington se ha apresurado a subrayar, que se ha tratado de «ataques puntuales». También la reacción de Moscú ha sido prudente: Putin ha condenado el golpe, pero no ha amenazado con represalias.

Washington, París y Londres han mostrado que están dispuestos a actuar cuando se traspasan determinadas líneas rojas. Pero ha sido un ataque cosmético que no modifica el ‘estatus quo’ sobre el terreno. Rusia seguirá siendo el referente principal y es previsible un aumento de la violencia porque Al Asad se afanará por mostrar en los próximos días que el ataque no lo ha debilitado.