Los Veintisiete aprueban las directrices para la futura relación con Reino Unido

La Unión Europea advierte que un país que no pertenezca al club comunitario no tiene las mismas obligaciones, derechos y beneficios que un Estado miembro.

Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo.
Los Veintisiete aprueban las directrices para la futura relación con Reino Unido
Afp

Los jefes de Estado y de Gobierno de los veintisiete países que permanecerán en la Unión Europea (UE) tras la salida del Reino Unido aprobaron este viernes las primeras directrices para negociar la relación entre Londres y Bruselas después del 'brexit'.

"Decisión: los Veintisiete han adoptado las directrices para las futuras relaciones entre la UE y el Reino Unido después del 'brexit'", escribió en su perfil de la red social Twitter el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Durante la rueda de prensa posterior a la cumbre en la que se tomó esa decisión, el político polaco afirmó que la Unión pretende "utilizar el impulso positivo" en las negociaciones, tras el acuerdo de esta semana sobre el periodo de transición, para finalizar asuntos pendientes como la solución a la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.

"En paralelo, empezaremos nuestras primeras conversaciones sobre la futura relación entre la Unión Europea y el Reino Unido. Los líderes evaluarán en (la reunión de) junio si la cuestión irlandesa se ha resuelto y se pronunciarán sobre cómo avanzar en la declaración común sobre nuestro futuro", declaró.

Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, detalló que los mandatarios dieron luz verde a las directrices "en menos de medio minuto", por lo que, resaltó, existe "un frente unido" de los Estados miembros.

Las pautas recalcan la disposición de los jefes de Estado y de Gobierno del club comunitario a iniciar el trabajo sobre un acuerdo de libre comercio "equilibrado, ambicioso y de amplio alcance, en la medida en que haya garantías suficientes" sobre la igualdad de condiciones.

Precisan que ese tratado se finalizará cuando el Reino Unido no sea ya un Estado miembro de la Unión y subrayan que el pacto comercial no puede ni ofrecer los mismos beneficios que la pertenencia a la UE ni equivaler a la participación en el mercado único o en partes de él.

Según las directrices, el acuerdo debería contemplar el comercio de bienes en todos los sectores y mantener la ausencia de aranceles y restricciones cuantitativas "con las correspondientes normas de origen".

Además, constatan que el actual acceso a las aguas y recursos pesqueros se debe mantener y piden una cooperación aduanera "adecuada".

También consideran que el pacto tendrá que incluir medidas sanitarias y fitosanitarias y un marco para la "cooperación regulatoria voluntaria".

Igualmente, abordará el comercio de servicios, así como el acceso a los mercados de contratación pública, las inversiones y la protección de los derechos de propiedad intelectual, incluidas las indicaciones de procedencia geográfica.

Los mandatarios reiteran en esas directrices su determinación de tener una asociación "tan cercana como sea posible" con el Reino Unido en el futuro y expresan su deseo de que cubra áreas adicionales al comercio y la economía, sobre todo la lucha contra el terrorismo y el crimen internacional, la seguridad, la defensa y la política exterior.

Hacen referencia, además, a ámbitos como el cambio climático, el desarrollo sostenible y la contaminación transfronteriza, mientras que, para preservar las conexiones entre el Reino Unido y el club comunitario, plantean cerrar un acuerdo de transporte aéreo.

Al mismo tiempo, el Consejo Europeo "debe tener en cuenta las posiciones repetidamente declaradas del Reino Unido, que limitan la profundidad de semejante futura asociación".

Londres ha asegurado que no desea permanecer en el mercado único y la unión aduanera cuando abandone el bloque comunitario, lo cual "de forma inevitable conducirá a fricciones en el comercio", según las pautas negociadoras, las cuales advierten de que esas medidas tendrán "consecuencias económicas negativas, en particular en el Reino Unido".

En cualquier caso, reconocen que, si las posiciones británicas evolucionaran, la Unión Europea estaría dispuesta a incluir modificaciones en las directrices.

El pasado martes, la ministra búlgara de Asuntos Exteriores, Ekaterina Zaharieva, cuyo país ostenta la presidencia rotatoria de la UE, ya declaró que se podrían revisar las directrices en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de junio para reflejar posibles cambios en "las líneas rojas" de Londres.

De todas formas, las pautas avisan de que un país no perteneciente al club comunitario no tiene las mismas obligaciones, derechos y beneficios que un Estado miembro.

Los líderes también instan a realizar "esfuerzos intensificados" en las cuestiones relacionadas con la aplicación territorial del acuerdo de retirada, "en particular con respecto a Gibraltar".

Al salir de la reunión, la primera ministra británica, Theresa May, destacó la necesidad de afrontar la nueva fase de las negociaciones "con espíritu de cooperación de oportunidad" ante los debates que considera "más determinantes", como la frontera irlandesa y la asociación en materia económica y de seguridad.

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