Gina Haspel, una dura entre los duros

Ha sido propuesta como directora de la CIA tras dirigir en Tailandia la primera cárcel secreta de la agencia

Gina Haspel, primera mujer en dirigir la CIA y vinculada a casos de tortura
Gina Haspel, primera mujer en dirigir la CIA y vinculada a casos de tortura
AFP

Si algo no le perdonó la izquierda a Barack Obama fue que dejara impunes a los miembros del Gobierno de George W. Bush que llevaron a cabo el programa de torturas y cárceles ilegales. Algunos, incluso, han sido recompensados por sus atrocidades, como Gina Haspel, a la que este martes Donald Trump convirtió en la primera directora de la CIA.

Su nombramiento es para las mujeres lo que Thomas Clarence para los afroamericanos como juez del Supremo. Más que una vergüenza, una humillación. Haspel es dura entre los duros. Dirigió en Tailandia la primera cárcel secreta de la CIA, donde supervisó personalmente las torturas de varios detenidos. Tres años después ella misma ordenó la destrucción de las grabaciones en vídeo de los "interrogatorios con técnicas mejoradas" de Abú Zubaydah y Abd al-Rahim al-Nashiri.

Al primero lo sometieron a simulacros de ahogamiento durante al menos 83 veces en un mes, además de golpearle repetidamente la cabeza contra las paredes y someterlo a tantos malos tratos que perdió un ojo, antes de concluir que no tenía nada útil que contar.

Ya entonces la CIA trató de premiarla al querer ponerla a cargo de todas las operaciones clandestinas, pero la senadora Dianne Feinstein logró aferrarse a la destrucción de las cintas para bloquear su promoción. La agencia en la que trabaja desde 1985 aseguró que la decisión fue de su jefe, José Rodríguez, pero era su nombre el que aparecía en la orden.

Entre quienes la interrogaron a ella en el Congreso se encontraba Mike Pompeo, defensor de esas técnicas que no considera torturas. Impresionado con su "profunda dedicación" a extraer la verdad y su "compromiso con la comunidad de inteligencia", dijo su colega el senador Devin Nunes, el año pasado la eligió pasado como su segunda de a bordo en la CIA. Un cargo que no necesitaba confirmación del Senado y que por tanto le ahorró tener que defender su pasado en incómodas audiencias.

No será ese el caso ahora que Trump la ha ascendido a dirigir la agencia de inteligencia. Frente a sus ataques continuos contra el FBI, la CIA, de la que también se ha mofado por sus errores en la guerra de Irak, empieza a convertirse en su instrumento de confianza para ejecutar mano dura en el mundo.

Trump ha restablecido la vigencia de Guantánamo y pretende resucitar las técnicas de simulacro de ahogamiento que Obama declaró ilegales. Haspel, que reclutó a varios psicólogos para ayudarle a quebrar la voluntad de los detenidos sin cruzar la definición de tortura, es una experta a su servicio.

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