El 'sucio enigma'

El Gobierno de Polonia quiere imponer por ley una muralla de silencio sobre lo que ocurrió en el país durante la II Guerra Mundial. Es el último intento de borrar el recuerdo de los años más ignominiosos de Europa.

Polonia no ha superado aún su papel en la última gran guerra europea. Arrastra un complejo de culpa que se percibe en múltiples rincones del país. Por ejemplo, el principal espacio museístico de Varsovia no está dedicado a un acontecimiento mayor del que la ciudad fue testigo (el Holocausto, la mayor tragedia del siglo XX), sino a un hecho menor: el Museo del Levantamiento rememora con grandes medios una sublevación contra los nazis que duró un par de meses, a partir del 1 de agosto de 1944; este alzamiento contra la ocupación fracasó, pero es utilizado para insuflar orgullo patrio a las nuevas generaciones. En Gdansk, el recién estrenado Museo de la II Guerra Mundial pone el énfasis en la crueldad de los alemanes. Y al visitar Auschwitz, los guías muestran primero el campo número 1 y explican con detalle cómo inicialmente fueron llevados allí prisioneros polacos, cómo vivían y cómo morían. Solo después hablan del exterminio y muestran Auschwitz II-Birkenau, donde fueron asesinados más de un millón de judíos en las cámaras de gas.

Polonia se esfuerza en hacer visible su papel de víctima del III Reich y en ocultar el de colaborador de los nazis. Y es cierto que el país sufrió como ningún otro bajo la bota alemana y que muchos ciudadanos ayudaron a sus vecinos polaco-judíos. No obstante, numerosas investigaciones demuestran que no es menos verdad que con frecuencia denunciaron o asesinaron a compatriotas judíos, extorsionaron a quienes se escondían y participaron en pogromos incluso después del conflicto. Estos datos históricos quieren ser borrados del relato oficial por parte de las autoridades de Varsovia. Para ello, esta semana se ha refrendado una ley que castiga hasta con tres años de cárcel el sostener que los polacos tuvieron algo que ver con el Holocausto.

El Gobierno ultranacionalista polaco ha impuesto su polémica ley porque, como han intentado hacer otros muchos regímenes, quiere construir una historia a la medida de su ideología. Es un fenómeno que ha estudiado, entre otros, Habermas. "No hay saber neutral, pues todo conocimiento se pone en marcha por un interés", dice el filósofo alemán. Por eso la Historia, aunque sea con mayúsculas y se llame ciencia, responde al conflicto del presente desde el que se la estudia. En este sentido, Raymond Aron afirmaba: "Cada sociedad tiene su historia y la reescribe a medida que ella misma cambia. El pasado solo queda fijo definitivamente cuando no hay futuro".

Los datos contrastados confirman que miles de ciudadanos de los países ocupados por Hitler, desde Francia a Ucrania, pasando por Holanda y Polonia, colaboraron en el genocidio nazi. Sin embargo, todos los gobernantes nacionalistas europeos han intentado e intentan reescribir esa oscura época de sus países. Actualizan así constantemente la pregunta que George Steiner lanzó sobre lo que denominó el ‘sucio enigma’: ¿Por qué la aviación aliada no bombardeó las vías férreas y los hornos crematorios en cuanto llegaron a Londres las primeras noticias de lo que estaba ocurriendo en Polonia?

Varsovia quiere ocultar la Historia por ley. Otros lo han intentado antes. Pero los periódicos (el ‘primer borrador de la historia’, como recuerda Katharine Graham/Meryl Streep en la película ‘Los archivos del Pentágono’ que acaba de estrenar Steven Spielberg) están en las hemerotecas para dar fe de lo sucedido. Los periódicos polacos titulaban en portada: ‘Quitemos la tierra a los judíos’, ‘Los jóvenes polacos sufren a causa de la maldad de los judíos’. Y, por esas mismas fechas, el 25 de junio de 1942, el prestigioso diario londinense ‘Daily Telegraph’ publicaba con discreción una auténtica primicia: "Más de 700.000 judíos polacos han sido aniquilados por los alemanes en la mayor masacre de la historia del mundo". Casi tres años después, el 27 de enero de 1945, soldados soviéticos encontraron en Auschwitz 7.000 supervivientes. Alrededor de 1.300.000 seres humanos habían sido asesinados allí. Nadie había hecho nada por salvarles la vida.