El 'brexit' encalla y entra en un "punto muerto"

La UE advierte de un "preocupante" 'impasse' mientras Londres insiste en hablar del futuro de la mano del divorcio.

La primera ministra británica, Theresa May.
La primera ministra británica, Theresa May
Reuters/Neil Hall

Ni para unos, ni para otros, que eso del idioma hiere demasiadas sensibilidades. ¿Cómo resumir el minuto y resultado de ese carrusel emocional en el que se ha convertido el 'brexit'? Por un lado, el galicismo 'impasse'. Del otro, el anglicismo 'deadlock'. Dos palabras y un mismo significado. Callejón sin salida, punto muerto, bloqueo... Mal, la cosa pinta muy mal.

El incómodo tictac sigue sonando de fondo. Un tictac que recuerda que el 29 de marzo de 2019, Reino Unido dejará de formar parte de la Unión Europea porque así lo quisieron los británicos. Se irán, sí, pero nadie sabe cómo y Londres, según avanzan las semanas, comienza a interiorizar que fuera del club, quizá hace mucho más frío del que pensaban y del que dijeron a los votantes en aquel referéndum del 23 de junio de 2016. Aquel referéndum... Un plebiscito, lamentos al margen, al que hoy, la primera ministra, Theresa May, no sabría qué votar. He aquí una de las grandes metáforas de lo que está ocurriendo.

Bruselas ha acogido esta semana la quinta ronda negociadora del 'brexit', una cita clave al inicio del proceso pero cuya trascendencia ha quedado diluida por la falta de acuerdo. ¿Por qué clave? Porque había un compromiso no escrito de aprovechar la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la semana que viene para que los líderes diesen su plácet al inicio de la negociación del cómo será el día después, de cuál será la futura relación comercial de ambos bloques. Para ello, debían darse «avances sustanciales» en los tres grandes asuntos del divorcio: la factura a pagar, los derechos de los ciudadanos afectados e Irlanda. Y ayer, como todos esperaban, el negociador jefe de la UE, el francés Michel Barnier, confirmó que sigue reinando el «impasse».

"Esta semana hemos trabajado con espíritu constructivo, hemos aclarado algunos puntos, pero no hemos dado grandes pasos adelante", aseguró el francés, que esta semana advirtió en tono muy serio que "el 'brexit' no es un juego, es algo muy serio», en referencia al lenguaje empleado desde Londres hablando de si la pelota está ahora en el tejado de la UE. Ni lo ha estado ni lo estará, sugirió Barnier. Conviene no olvidar el mantra sobre el que se asienta la posición negociadora de los 27: "El 'brexit' jamás será una historia de éxito".

A vueltas con la factura

Son muchos los problemas que están encima de la mesa, pero dos sobresalen sobre el resto: el papel que el Tribunal de Justicia de la UE jugará en lo referido a garantizar los derechos de los 3,3 millones europeos residentes en Reino Unido; y segundo, el montante de la factura que Londres deberá pagar por su portazo. Bruselas pide 100.000 millones, pero May anunció en su discurso de Florencia del 22 de septiembre su intención de solicitar un periodo transitorio de dos años que en la práctica supondría abonar unos 20.000 a las arcas de la UE.

«En Florencia, May afirmó que respetará sus compromisos. Esta semana, sin embargo, Reino Unido ha vuelto a decir que no están listos para detallarlos. Sin el mandato político, estamos en discusiones técnicas, útiles, pero técnicas. Hay un preocupante bloqueo, para nosotros y para los contribuyentes», advirtió.

Pero así como Barnier no tiene reparos en pintar un escenario realmente negro, su homólogo británico, David Davis, insiste en ver el vaso medio lleno, en señalar que no estamos tan mal, que se avanza, pero que para ir más rápido, la UE debe cambiar el chip y será «más pragmática e imaginativa». «Hay momentos de tensión en todas las negociaciones, pero esto no es una sorpresa. Ahora, lo más importante es el Consejo Europeo de la semana que viene y espero que le den a Michel los medios para progresar», recalcó haciendo alusión a la necesidad de flexibilizar el mandato negociador que tiene de los 27.

Lo que Davis pretende a toda costa es que se comience a hablar ya del futuro porque quiere vincular la factura a pagar con el trato que recibirán cuando estén fuera del club. El 'brexit' pinta tan mal que gran parte de las preguntas pivotan sobre un posible no acuerdo. «El Gobierno debe estar preparado para todas las alternativas», zanjó el británico. «Un no acuerdo sería un muy mal acuerdo. Pero por nuestra parte estaríamos preparados para todas las eventualidades», espetó, desafiante, Barnier.

Ahora, todas las miradas se dirigen a la cumbre de la semana que viene. Será entonces cuando los 27 vuelvan a reunirse sin Reino Unido y decidan qué pasos dar. De momento, hay unidad. Mucha más de la imaginada.

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