El rey camión

En Venezuela se pueden comprar con un solo euro 4.211 litros de gasolina. Lo difícil es conseguirlo. Y el negocio está asegurado con el contrabando.

Colas de coches en una de la gasolinera de La Fría (Venezuela).
Colas de coches en una de la gasolinera de La Fría (Venezuela).
Gervasio Sánchez

Con un euro se puede comprar en Venezuela 4.221 litros de gasolina. Es una cuenta fácil de hacer: dividan 25.327 bolívares (lo que vale un euro) entre seis bolívares (lo que cuesta un litro). Imagínense: llenar el depósito de su coche más de 70 veces con sesenta litros por menos de lo que vale un café o un viaje en tranvía.

Un inciso: en el tiempo que tarde en escribir este texto y usted en leerlo quizá pueda conseguir otros doscientos litros extra con el mismo euro. Así funciona la tasa inflacionista venezolana. En ocho horas del viernes pasado el euro se revalúo 1.096 bolívares, un 4,33%.

Me imagino su cara de sorpresa y percibo su mareo, señor lector o señora lectora. Pero son apenas unos párrafos de lectura en su vida diaria. Imagínese el significado de este desquiciante ejército de ceros formado por bolívares de papel cuyo valor se evapora cada minuto para los venezolanos que viven sometidos al caos económico.

Algunos datos escalofriantes. En febrero de 2016, el precio de la gasolina aumentó un 6.000%. No es una broma de Mundo Today. Tranquilos: a pesar de ello seguía siendo la más barata del mundo. Hasta entonces un litro costaba un céntimo de bolívar. A partir de ese día empezó a costar su precio actual: seis bolívares. Ese día de hace un año y medio el dólar se cambiaba a 1.045 bolívares. Hoy, a 21.000.

Gasolina regalada no significa gasolina fácil de conseguir. Sobre todo en los estados fronterizos con Colombia. Las colas son kilométricas ante las estaciones que tienen gasolina. Se pueden ver colas antes surtidores cerrados a la espera de que llegue el carburante. No hay problema en pasar todo el día o toda la noche esperando su turno. El negocio está asegurado con el contrabando.

En La Fría, localidad venezolana fronteriza, la mayoría de las camionetas y coches que han repostado se dirigen hacia una trocha carrozable custodiada por soldados del ejército. Desde la autovía se ve la barrera militar, situada a diez metros del asfalto. “Hay que pagar una comisión para continuar la trocha durante unos quince minutos. Tendrán que pagar otra comisión a la Guardia Nacional. Allí esperan los pimpineros colombianos en sus motos. Pagan 50.000 bolívares por cada 20 litros, unas 400 veces su valor venezolano, y la revenden en las calles de Cúcuta, la principal ciudad fronteriza colombiana, a plena luz del día. El litro de gasolina colombiana cuesta 0,68 euros. El negocio está garantizado para todos los participantes en la cadena.

“Muchos taxistas de la zona ganan más dinero con el contrabando que con su trabajo y, además, haciendo muy pocos kilómetros y evitando que el coche se les estropee y tenga que pagar las piezas de recambio a precio de oro”, me cuenta un conductor que realiza viajes diarios entre Mérida y las ciudades fronterizas. Las ganancias del contrabando permiten que muchas familias puedan mantener un mínimo nivel de consumo en una economía de pura subsistencia.

Existen centenares de pasos ilegales escondidos entre las montañas a lo largo de 2.000 kilómetros de frontera conjunta y cada día entran varios millones de litros de gasolina ilegalmente en Colombia.

En la Guajira, zona fronteriza entre ambos países,  muchos niños han abandonado la escuela para dedicarse al contrabando de gasolina. Algunos expertos hablan de que el 70% de la población vive directa o indirectamente del contrabando de gasolina.

Podríamos decir que el Chevrolet Silverado C-3500 es el camión o la camioneta de moda en Venezuela. Ligero pero robusto, potente y versátil, resalta la publicidad. El rey camión. Fabricado en Venezuela con tecnología Chevrolet está provisto de un potente motor V8 a gasolina. Aunque es un camión de carga se desplaza con gran suavidad y maniobrabilidad, tienen suspensión delantera independiente y sistema de frenos delanteros y traseros. Su cabina convencional es muy cómoda y sus ocupantes viajan en asientos ergonómicos individuales y reclinables. Su largo total es de 5,64 metros por 2,14 metros de ancho.

En la Venezuela actual lo imprescindible del rey camión son sus dos depósitos de 120 litros de gasolina cada uno. Ideal para el contrabando especialmente en la Guajira venezolana. Las gasolineras cercanas a la ciudad de Maracaibo, la segunda ciudad más grande del país, siempre están llenas de Silverado C-3500. En ellas se pueden cargar gasolina si el pin de control obligatorio establecido por el gobierno para luchar contra el contrabando.

De la misma gasolinera se dirigen a la frontera de la Guajira, a dos horas. Consumen en el viaje de ida y vuelta unos cuarenta litros y revenden los otros 200 litros. Tendrán que pagar en las alcabalas policiales que se irán encontrando por el camino, pero al final del día el negocio será redondo. Un rey camión de segunda mano de 2009 vale 250 millones de bolívares, una cantidad astronómica para cualquier venezolano. Vale la pena comprarlo si el objetivo es el contrabando.

El problema se produce cuando una persona compra un Silverado para transportar cargas legales. Los rey camión son regularmente detenidos en los controles policiales para “los frescos” (de refrescos), la forma coloquial de pedir la vacuna, esos miles de bolívares que el pasajero tendrá que pagar para evitar que su carga sea examinada o decomisada.

“Mi tío tuvo que vender su Silverado porque se cansó de pasar horas interminables en los controles al negarse a pagar a la policía cuando estaba haciendo actividades comerciales legales”, me cuenta el conductor con el que viajaré durante seis días por Venezuela.

Venezuela, fuera de foco / Diario de Gervasio Sánchez 

Capítulo 1 El puente de los lamentos

Capítulo 2 Desayuno criollo

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