Donald Trump saca a Estados Unidos del pacto climático firmado por 195 países

Su salida le convierte en el único país, junto con Nicaragua y Siria, no firmante de los compromisos adoptados en París en 2015.

El presidente Trump hizo el anuncio frente a la Casa Blanca
El presidente Trump hizo el anuncio frente a la Casa Blanca
AFP PHOTO / Brendan Smialowski

A diferencia del Protocolo de Kioto, no había nada vinculante en el Acuerdo de París, para desmayo de los ecologistas. Esta estrategia permitió a Barack Obama saltarse la aprobación del Congreso, que no habría conseguido. Por lo mismo, Donald Trump no necesitaba este jueves anunciar con redoble de tambores y máxima expectación su decisión de incumplirlo, salvo para reforzar ante sus seguidores la idea de que es un hombre de palabra dispuesto a plantarle cara al planeta entero. "No vamos a dejar que el resto del mundo se siga riendo de nosotros", bramó.

Ni el Papa Francisco, ni su hija Ivanka, ni su propio secretario de Estado, Rex Tillerson, lograron hacerle cambiar de opinión. Desde que ganó la Casa Blanca pero perdió el voto popular Trump está en campaña de reelección, obsesionado con colgarse esa medalla en 2020.

De cara a sus incondicionales, dio un paso de gigante. A ellos se dirigía con sus eslóganes de campaña cuando dijo que "es hora de poner Younstown (Ohio), Detroit (Michigan) y Pittsburg (Pensilvania) antes que los amigos de París", porque no será hasta 2020, en plena campaña, cuando pueda formalizar la salida de los acuerdos climáticos que ha anunciado este jueves.

El mundo, sin embargo, acaba de perder la última esperanza de confiar en Estados Unidos mientras Trump siga en el poder. La credibilidad del país dependía de que, con independencia del signo político, los distintos presidentes respetaban los compromisos adquiridos por sus antecesores. Este jueves, Trump advirtió de que su salida del emblemático pacto que, dijo, pretende "renegociar o crear otros, y si no se puede me da igual", es solo el principio. "Os prometo que renegociaré muchos tratos muy pronto", amenazó. "No van a seguir riéndose de nosotros".

Según los parámetros acordados en París en 2015, Washington se comprometía a reducir sus emisiones de gas invernadero entre un 26% y un 28% para 2025, con el objetivo de mantener la temperatura global dos grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Trump, sin embargo, prefiere ver la botella medio vacía al aferrarse a un estudio que sólo cifra en 0,2 grados lo que habría podido lograrse para 2100.

En su cabeza, el sacrificio colectivo del mundo al que se incorporaron China e India tras años de arduas negociaciones "es muy injusto con EE.UU.", porque reducirá el PIB, un capítulo en el que su Gobierno ha prometido quiméricamente crecer al ritmo de un 3% o 4% anual. "Y para eso necesitaremos toda la energía disponible", aseguró. "Es impensable que un acuerdo internacional pueda impedir que EE. UU. cumpla con sus propios negocios".

Para mayor infamia, Trump eligió para acompañarle en la Rosaleda de la Casa Blanca a algunos de los poderes fácticos que apoyaron su campaña. Como Thomas Pyle, presidente de la Alianza Americana de Energía, un grupo que le transfirió millones recibidos de los hermanos petroleros Charles y David Koch. O Myron Ebell, director del Instituto de la Empresa Competitiva. O Ed Feulner, fundador de Heritage Foundation, que proporciona los datos catastrofistas que expuso ayer. "¡EE UU primero", repetía Trump como en sus mejores días de la campaña. "¡Vamos a hacer grande a EE UU de nuevo!".

Muy distinta fue la reacción de algunos de los empresarios que habían aceptado poner a un lado sus ideas y hasta sus sentimientos personales para participar en el Consejo Económico de Trump por el bien de la economía y del país. Para Elon Musk, consejero delegado de Tesla, el anuncio acaba con la esperanza de lograr algo positivo con este Gobierno. "Me voy del consejo presidencial", anunció en Twitter. "El cambio climático es real. Dejar París no es bueno ni para América ni para el mundo".

Las reacciones resonaron en los cinco continentes y las calles de las principales ciudades de EE.UU., mientras el equipo de la Casa Blanca seguía en su realidad paralela. "Cada vez que la gente te saca dinero del bolsillo y tú les obligas a devolvértelo, luego no van a estar contentos, y eso es lo que está pasando aquí", opinó el casi octogenario secretario de Comercio, Wilbur Ross. "El cielo no se cayó cuando nos salimos del TPP (Tratado Económico Trans Pacífico), y no se caerá ahora".

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