Sessions mintió al Senado

El fiscal general de EE. UU. admite, forzado por el diario 'The Washington Post', sus contactos con la Embajada rusa durante la campaña presidencial.

Jeff Sessions.
Sessions mintió al Senado
REUTERS/Yuri Gripas

En julio del año pasado representantes de la campaña de Donald Trump se reunieron con diplomáticos españoles durante la Convención del Partido Republicano que le coronó como candidato presidencial en Cleveland (Ohio). Fue una más de las muchas reuniones propias de esas cumbres, donde es costumbre abrir canales de comunicación con los aliados y potencias extranjeras. ¿Por qué entonces tenía que mentir el senador Jeff Sessions sobre sus encuentros con el embajador ruso cuando se le preguntó durante su audiencia de confirmación como fiscal general? Su respuesta, bajo juramento, había sido contundente: "Me han llamado subrogado una o dos veces en esa campaña y no he tenido ningún contacto con los rusos", afirmó el pasado 10 de enero, a pregunta del senador Al Franken.

Si hubiera aclarado, como hizo este jueves, que en ese primer encuentro Sergey Kislyak fue solo uno de los 50 embajadores presentes en la reunión organizada por la Heritage Foundation, y que al posterior encuentro privado de septiembre lo convocó en calidad de miembro del Comité de Servicios Armados del Senado, 'The Washington Post' no hubiera tenido ningún 'bombazo' que publicar. El rotativo que se cobró la cabeza de Nixon con su investigación del Watergate ha encontrado en las injerencias electorales de Rusia un nuevo filón que ya costó la dimisión del Consejero de Seguridad Nacional Mike Flynn el pasado día 13. Ayer, los líderes del Partido Demócrata pedían que Sessions siga sus pasos. Como en el Watergate, no es tanto la gravedad de los hecho sino las mentiras para encubrirlos.

"El hecho de que nuestro fiscal general, el máximo policía de nuestro país, mintiese al pueblo bajo juramento es motivo suficiente para que dimita", sentenció Nancy Pelosi, líder de los demócratas en la Cámara de Diputados, donde 33 legisladores se le han sumado. "Ha demostrado que no está cualificado para servir en un puesto de confianza".

Sessions fue confirmado en el cargo hace 22 días. Flynn duró 24. Pocos creen que el senador de Alabama acusado de racismo y con claro sesgo anti inmigrantes vaya a seguir los pasos de Flynn. Trump dice que tiene "plena confianza" en él. Sessions fue el primer senador en mostrarle su apoyo hace justamente un año y si algo valora el presidente es la lealtad. Por eso le puso de inmediato al frente de su Comité Nacional de Asesores de Seguridad.

Pocos creen ya que Sessions, fiscal general del Estado y equivalente a ministro de Justicia, tenga credibilidad para estar al frente de las investigaciones que se puedan abrir en el futuro sobre las injerencias rusas y el posible contubernio con la campaña de Trump. La investigación de las agencias de inteligencia que ordenó Barack Obama antes de dejar el cargo concluyó que fueron los piratas rusos, por órdenes de los más altos los cargos del Kremlin, los que piratearon los servidores del Partido Demócrata y la campaña de Hillary Clinton para entregar esas comunicaciones privadas a Wikileaks, con el objetivo de influir en el electorado a favor de Trump. Vladímir Putin consideraba a Clinton su enemigo personal desde que era secretaria de Estado y había decidido que Trump sería el mejor aliado de Moscú. El magnate había expresado públicamente su admiración por el presidente ruso, al que Clinton consideraba "un asesino".

Para causar el mayor daño posible, la página de Julian Assange publicó la primera entrega de 20.000 correos electrónicos, donde se exponía la preferencia del partido por Hillary Clinton en su pugna con Bernie Sanders, tres días antes de que esta fuera coronada en la Convención del Partido Demócrata en Filadelfia. La segunda entrega, que mostró 20.000 páginas de emails privados de su jefe de campaña, John Podesta, se publicó durante las cuatro semanas previas a las elecciones. Es imposible evaluar el impacto que tuvieron en la victoria de Trump el 8 de noviembre, ya que la decisión del FBI de reabrir la investigación sobre los emails de Clinton a diez días de los comicios pudo ser la que acabó por inclinar la balanza.

Un reguero de pistas

En privado, la campaña de Clinton culpa al Gobierno de Obama por no haber expuesto antes los intentos desestabilizadores de Rusia. Sus asesores recuerdan que el presidente temía ser acusado de utilizar el poder de la Casa Blanca en favor de la candidata. En diciembre, un mes después de que fue derrotada en las urnas, ordenó una investigación que no dejó dudas y sancionó a Moscú por sus injerencias. Según 'The New York Times', en los últimos días de mandato muchos de sus asesores se encargaron de dejar un reguero de pistas en los archivos de varias agencias para que el Gobierno de Trump no pueda ocultar en futuras investigaciones lo que hizo Rusia. Con ello pretendía también exponer sus métodos para que Moscú no pueda repetirlos en elecciones europeas. Entre esas pruebas se encontraban avisos de la Inteligencia británica y holandesa, que decían haber captado reuniones de socios de Trump con miembros del Gobierno ruso en diferentes capitales europeas.

La desconfianza del Gobierno de Obama hacia su sucesor fue tal que muchos borraron la identidad de las fuentes de Inteligencia por temor a que acabaran en manos rusas. En esos últimos días de gobierno, algunos sintieron que su último servicio público a EE. UU. y al mundo consistía en exponer la conspiración rusa. Algo que, según Trump, sigue ocurriendo "por razones políticas" entre los funcionarios que ha heredado. La caza de brujas no ha hecho más que empezar.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión