Conmoción en la ONU por la muerte repentina del embajador ruso, Vitali Churkin

La Cancillería rusa informa de que murió en su puesto de trabajo a los 64 años.

Vitali Churkin.
Conmoción en la ONU por la muerte repentina del embajador ruso, Vitali Churkin
Afp

Vitali Churkin, embajador de Rusia ante la ONU desde el 8 de abril de 2006 y uno de los diplomáticos más conocidos y descollantes, falleció ayer en Nueva York, justo un día antes de cumplir 65 años. Se le tenía como un trabajador incansable y defensor a ultranza de la política internacional de su país, aunque fuera criticada por la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Fueron sonadas sus diatribas contra quienes condenaron la anexión de Crimea, la ayuda de Moscú a los separatistas del este de Ucrania y la intervención militar en Siria.

Según el rotativo 'New York Post', Churkin sufrió un ataque al corazón mientras trabajaba en su despacho y tuvo que ser hospitalizado. La muerte le sobrevino mientras los médicos trataban de reanimarle. El exceso de trabajo y la tensión permanente de su cargo parecen tener que ver con el trágico desenlace.

Farhan Haq, portavoz del secretario general de la ONU, António Guterres, ha dicho estar "estupefacto" por el fallecimiento de Churkin, a quien atribuye una "presencia constante" en todos los asuntos de Naciones Unidas. Por su parte, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, afirmó que "ha sido una pérdida irreparable para la diplomacia rusa". "Era una persona extraordinaria, brillante y un gran diplomático", agregó Zajárova en declaraciones a la cadena de televisión rusa RT.

Su adjunto en la delegación rusa ante la ONU, Piotr Iliichev, ha señalado que "siempre estaba en primera línea, asumiendo las tareas más problemáticas".

Churkin nació 21 de febrero de 1952 en Moscú. Acabó la carrera diplomática en 1974 y, tras dirigir el Departamento de Información y Prensa del Ministerio de Exteriores ruso, fue embajador en Bélgica, en Canadá y representante ante la OTAN, que fue en donde más se fogueó.

A Nueva York llegó el 8 de abril de 2006 y protagonizó tensas discusiones a cuenta de la intervención militar rusa en Georgia, la anexión de Crimea, la complicidad de Moscú en la guerra en el este de Ucrania y el derribo del vuelo MH17. Vetó todas las resoluciones al respecto, incluyendo el intento de crear un tribunal internacional para juzgar a los responsable de la catástrofe del Boeing 777 de Malaysia Airlines.

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