Un botón del pánico para los habitantes de 'Nairobbery'

Cuatro estudiantes han desarrollado una aplicación móvil para pedir ayuda en caso de atraco en la capital de Kenia.

¿Qué puedes hacer cuando alguien te roba o te ataca en Nairobi, una de las ciudades con mayor tasa de criminalidad de África? Algo que seguro no hará ningún keniano es marcar el número gratuito de emergencias '999', porque nadie le cogerá el teléfono.

Lo constatan entre risas y resignación los jóvenes informáticos que han inventado una aplicación móvil para pedir ayuda en casos de emergencia en 'Nairobbery' (juego de palabras en inglés que une los términos 'Nairobi' y 'robo'), el apelativo con el que las guías turísticas se refieren a la capital keniana.

En un país donde es peligroso caminar por la calle al caer el sol, donde hasta 13.000 personas mueren cada año en accidentes de coche y donde casi la mitad de las mujeres sufre violencia de género, ni los servicios de emergencias ni la Policía tienen números públicos de atención a la ciudadanía.

Ni siquiera en Nairobi, donde el nivel de criminalidad (el 17% de sus habitantes es víctima de algún acto delictivo) dobla al del resto del país, según una encuesta reciente de Ipsos.

Edwin Inganji, uno de los creadores de la aplicación de seguridad Usalama, pasó a formar parte de las estadísticas una tarde de hace cuatro años, cuando volvía de la universidad ya de noche con el portátil, la cartera y el teléfono en la mochila.

"Un grupo de tíos salió de la nada; me golpearon en el estómago, me caí y empezaron a registrarme. Me di cuenta de que tenían una pistola, así que les deje que se llevaran todo", relata.

Aquella experiencia tan desagradable como habitual en la metrópoli africana fue el germen de Usalama, una herramienta que Inganji y tres compañeros suyos comenzaron a desarrollar en 2013 y que hoy, un par de meses después de su lanzamiento oficial, ya ha sido descargada por más de 3.000 usuarios.

"¿Qué habría hecho si me hubieran disparado y nadie oyera mis gritos?", se pregunta el desarrollador. Su única opción habría sido telefonear a algún amigo o familiar, porque de haber llamado al 999 "nadie habría respondido", lamenta.

"Podría haber muerto", recuerda. Como muchos otros kenianos que, tras un accidente de tráfico o un asalto armado esperan horas a que llegue una ambulancia o a que alguien les atienda en la línea gratuita de emergencias.

La Policía keniana dio de baja el teléfono 999 en 1998 bajo el argumento de que no tenían personal ni instalaciones suficientes y, tras 15 años inactivo, restauró el número por orden judicial... Aunque eso no ha hecho que funcione.

"Estamos tan acostumbrados a servicios mediocres que pensamos que es una forma normal de vivir", apunta otro de los cofundadores de Usalama, Kenneth Gachukia.

La aplicación desarrollada por este grupo de informáticos permite al usuario conectar rápidamente con algún servicio de ayuda ante seis tipos de emergencia: robo a mano armada, allanamiento de morada, robo de coche con violencia, avería mecánica, violencia de género y emergencia médica.

Una sencilla interfaz con seis botones que representan cada una de estas situaciones permite al propietario del teléfono conectar en cuestión de segundos con servicios de ambulancias, mecánicos o alguna de las decenas de empresas de seguridad privada que prosperan en el país.

Ante una urgencia, ni siquiera hace falta buscar la aplicación en la pantalla: basta con agitar tres veces el terminal para acceder al menú. Y si es necesario evitar llamar la atención, la víctima puede enviar su localización y una señal de alerta a los contactos que él haya elegido pulsando la tecla de volumen durante varios segundos.

"Es un botón del pánico", subraya Inganji, quien garantiza que "la aplicación trabaja de forma mas efectiva que el 999 porque te mandará una ambulancia o un agente de seguridad que esté cerca".

Este grupo de jóvenes trata ahora de embarcar en su proyecto a la Policía keniana, pero no alberga muchas esperanzas.

"El sistema en África es distinto al de otros países del primer mundo. Aquí -los servicios públicos de emergencias- no sienten que tienen una responsabilidad social ni que deben mejorar el sistema. Eso supondría que tienen que trabajar más", ironiza Gachukia.

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