Un secuestro de cine y las cintas secretas sobre Kim Jong-il

Un director y una actriz surcoreanos fueron secuestrados por el régimen de Corea del Norte para mejorar su producción cinematográfica.

El director Shin Sang-ok y la actriz Choi Eun-hee,
El director Shin Sang-ok y la actriz Choi Eun-hee,

Kim Jong-il, padre del actual líder de Corea del Norte -Kim Jong-un- y de cuya muerte se cumplen cinco años, secuestró a dos cineastas surcoreanos para revolucionar el séptimo arte en su país. La pareja grabó en secreto durante años sus conversaciones con el dictador, que salen a la luz en un documental.


Las cintas, que se cuentan entre los escasos registros de voz de un dirigente alérgico a los discursos públicos, muestran su intención de convertir el cine en una poderosa arma del régimen, así como su admiración por los dos cineastas que sin quererlo protagonizaron en vida una intrigada película de acción


En el año 1978 el director Shin Sang-ok y la actriz Choi Eun-hee, la pareja del momento en el cine surcoreano, anunciaron su divorcio y poco después desaparecieron sin dejar rastro tras sendos viajes de negocios a Hong Kong.

Habían sido secuestrados por orden del "querido líder", entonces cerebro y sucesor del régimen presidido por su padre Kim Il-sung, para revolucionar la cinematografía de Corea del Norte caracterizada hasta el momento por frías y aburridas películas de propaganda al estilo soviético.


Con el secuestro de la pareja, Kim Jong-il, de quien se cumple este fin de semana el quinto aniversario de su muerte, logró revitalizar la industria del cine norcoreana, convirtiéndola en una herramienta mucho más poderosa y sutil al servicio de la dictadura.


"Shin Sang-ok llevó a la gran pantalla personajes con sentimientos y emociones, y mejoró mucho la tecnología. Esto hizo realidad la visión política de Kim Jong-il de dictadura emocional", asegura a Efe en Seúl el escritor exiliado Jang Jin-sung, que fue poeta propagandístico del cinéfilo dictador fallecido en 2011.


Estrenada en la última edición de Sundance y proyectada también en el festival de Berlín, "The Lovers and the Despot" llegó este otoño a las salas comerciales de varios países como EE.UU. o Corea del Sur.


El documental de los directores británicos Rob Cannan y Ross Adam repasa la historia de este secuestro de película a través del contenido inédito de los casetes grabados en secreto por los cineastas secuestrados.


Estos guardaron en su grabadora, escondida en el bolso de Choi, conversaciones con Kim Jong-il para verificar su historia y no ser tomados por espías si alguna vez lograban regresar a Corea del Sur, entonces gobernada por el autócrata anticomunista Park Chung-hee (padre de la actual presidenta Park Geun-hye) con el apoyo de Estados Unidos.


"¿Por qué todas nuestras películas tienen las mismas tramas ideológicas? No hay nada nuevo (?) Ninguna de nuestras producciones participa en festivales de cine", lamenta en una grabación Kim Jong-il, que llega a calificar a Corea del Sur con una "universidad" de la cinematografía en comparación con la "guardería" de Corea del Norte.


Kim, que tomó un gran afecto al realizador surcoreano, le explicó personalmente el origen del secuestro. "Pregunté a mi consejero quién es el mejor director de Corea del Sur, y me dijo que era el señor Shin (?) Entonces le dije, tráemelo", recoge otra de las cintas.


Shin y Choi retomaron su relación y se volvieron a casar en Corea del Norte donde trabajaron en 17 producciones, entre ellas Pulgasari (1985), una película de acción protagonizada por un monstruo similar a Godzilla que fue la última obra de Shin antes de que ambos completaran su huida.


Esta tuvo lugar en Viena, en 1986. La pareja, que con una magistral actuación en la vida real se había ganado la confianza del líder hasta el punto de convencerle de su fidelidad, fue enviada a un festival en la capital austríaca, donde escaparon tras despistar a sus escoltas y llevando consigo las cintas con la voz del dictador.


Una voz que hasta entonces no había sido escuchada fuera del entorno cercano de Kim Jong-il. A diferencia de otros megalómanos en la historia, el "querido líder" nunca hablaba en público, según rumores porque le desagradaba su propia voz, aunque existe otra versión más plausible.

"Lo hacía para alimentar su aura de deidad y evitar que los norcoreanos le consideraran similar a ellos. Acercarse a él era algo inalcanzable para el ciudadano común, y quería que con su voz ocurriera lo mismo", asegura el expoeta del régimen.


Tras su huida en Viena, el director y la actriz se exiliaron en Estados Unidos hasta regresar a Corea del Sur en 1994. Shin dirigió películas en ambos países y la pareja permaneció unida hasta la muerte de él una década después. Choi cumplió 90 años el pasado noviembre ingresada en un hospital en la periferia de Seúl.

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