Millones de chinos tratan de volver a la legalidad tras el fin de la política del 'hijo único'

Unos 13 millones de chinos no constan en ninguna base legal al haberse quedado fuera del registro familiar.

Muchos niños en China viven en la ilegalidad
Inundaciones en China
EFE/Reuters/AFP

Unos 13 millones de chinos, el equivalente al 1% de la población del gigante asiático, viven en la clandestinidad, sin acceso a ningún tipo de servicio público, a causa de la política del 'hijo único'. Ahora, tras la derogación de esta polémica medida, tratan de recuperar sus derechos con la certeza de que en muchos casos son una generación perdida.


Li Xue, de 23 años de edad, es la segunda hija de un humilde matrimonio de Pekín. Su lugar en el árbol genealógico se ha convertido en el mayor lastre de su vida. Sus padres intentaron registrarla al nacer, pero las autoridades se negaron a reconocerla a no ser que pagaran una multa con un coste inabarcable.


Para registrar su nacimiento sus padres necesitaban una autorización de la comisión local de planificación familiar para tener más de un hijo y saltarse así las normas que han funcionado durante casi 40 años, un documento reservado para unos pocos privilegiados.


Li no ha podido disfrutar de los nueve años de educación gratuita que el Gobierno chino garantiza a todos los niños registrados. No ha podido encontrar un trabajo en condiciones legales ni abrir una cuenta en un banco. Cualquier trámite oficial queda fuera de su alcance.


"Ella quería estudiar, pero no pudo. Ha perdido todos los años de educación obligatoria. Eso no hay dinero que lo pague", ha lamentado su madre, Bai Xiuling, que cuenta que su hija lloraba amargamente cuando veía a los demás niños ir al colegio.


La llegada de Li a la familia se convirtió también en una carga para todos. Su madre fue despedida de la fábrica en la que trabajaba por saltarse la política del 'hijo único'. "Hemos tenido que vivir con el escaso sueldo de mi padre", cuenta Li en su destartalada casa de Pekín.


Li es uno de los 13 millones de chinos que no constan en ninguna base legal. "La mayoría de ellos son niños nacidos al margen de la política del 'hijo único'", explica Jiantang Ma, ex director de la Oficina Nacional de Estadísticas.


Todos estos niños quedaron fuera del sistema de registro familiar, el hukuo, donde deben inscribirse los nacimientos, los matrimonios y las defunciones y que da derecho a la red de bienestar social que resiste pese al progresivo desmantelamiento del régimen comunista.


El vínculo entre el hukuo y la política del 'hijo único', vigente entre 1978 y 2015, es una cuestión polémica en China. Las autoridades aseguran que el registro familiar es libre, pero las familias denuncian que no es así.

"Aunque no deberían estar vinculados, las autoridades locales han estado haciéndolo durante años porque descubrieron que era una forma eficaz de obligar a las familias a cumplir la política del 'hijo único'", explica Youshui Wu, director de la firma de abogados Zheijiang Bi Jian.


Wu, que ha ayudado a muchas familias a conseguir el codiciado hukuo, señala que existe un incentivo económico para que los funcionarios locales actúen de esta manera, porque los padres deben pagar una cuantiosa multa para inscribir el nacimiento.


Según información recabada de 24 gobiernos provinciales, las autoridades chinas recaudaron más de 20.000 millones de yuanes (2.749 millones de euros) solo en 2012 gracias a estas multas. "Ninguno de los gobiernos ha podido indicar cómo ha gastado este dinero", subraya Wu.


Chunyan Liu, una madre soltera que trabaja como profesora de inglés en la capital china, denuncia el alto coste de tener hijos contraviniendo la política de planificación familiar. "La multa en Pekín es realmente alta", se queja.


Con la derogación de la política del 'hijo único' en 2015, debido a un desequilibrio demográfico entre hombres y mujeres que amenaza el crecimiento de la potencia mundial, las autoridades chinas han abierto el registro familiar a los niños 'ilegales'.


"Ahora mi hija de siete años tiene todo lo que necesita para ir al colegio", celebra Chunyan. Li también acaba de conseguir su hukuo pero teme que en su caso sea demasiado tarde para ponerse al nivel de los jóvenes de su generación.


Un estudio del año pasado realizado por la Academia de Investigación Macroeconómica en el marco de la comisión de reforma del Partido Comunista Chino reveló que casi la mitad de los 13 millones de personas no registradas son analfabetas y muchas superan la mayoría de edad.

Estos niños, ya adultos, no solo se han visto privados de una educación básica, sino que han sido forzados a crear una familia en la clandestinidad, pasando así el problema de una generación a otra.


Es el caso de Liu Wei, documentado en dicho estudio. Liu no tuvo más opciones que trabajar en una mina de cobre de la provincia de Henan y cuando cerró no pudo encontrar trabajo sin el hukuo, por lo que acabó durmiendo en las calles cinco años.


"El Gobierno ha reconocido que la existencia de muchos ciudadanos no registrados es un serio problema. No solo ha perjudicado el desarrollo social, sino que ha causado un enorme dolor en muchas familias", recalca Wenzheng Huang, profesor en la escuela de salud pública de Harvard.

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