Valls se plantea dimitir para ser candidato al Elíseo

El primer ministro socialista se perfila como recambio de Hollande, tercer dinosaurio francés desaparecido en doce días con Sarkozy y Juppé.

El primer ministro francés, Manuel Valls, durante una sesión en la Asamblea Nacional de París.
El primer ministro francés, Manuel Valls, durante una sesión en la Asamblea Nacional de París.
EFE

El primer ministro francés, Manuel Valls, ha afirmado que defenderá el balance del presidente socialista, François Holande, en el Elíseo. Según fuentes de su entorno, está decidido a participar en las primarias socialistas de enero tras la inédita renuncia del jefe del Estado a repetir mandato e incluso piensa en dimitir para tener las manos libres en su campaña electoral. La abdicación a plazo fijo de Hollande (62 años), añadida a las eliminaciones en las primarias conservadoras del expresidente Nicolas Sarkozy (61) y del exprimer ministro Alain Juppé (71), supone la desaparición en doce días de tres dinosaurios de la política francesa y la reválida del relevo generacional deseado por una ciudadanía hastiada de ver las mismas caras al frente de un país en prolongada crisis de confianza hacia su clase dirigente.


No habrá repetición en 2017 del duelo Hollande-Sarkozy tan denostado por el electorado. Los dos últimos presidentes franceses, ambos diputados por primera vez en 1988, estarán ausentes de la carrera al Elíseo. Una vieja portada del semanario 'Paris Match' cobra ahora una dimensión histórica. Los líderes socialista y conservador posaban juntos en marzo de 2005 en defensa del 'oui' en el referendo francés sobre la Constitución europea, saldado con la victoria del 'non'. Una llamada a sus pies remitía a una entrevista con un tal Donald Trump titulada "Soy demasiado honesto para ser político". Hoy los sonrientes rivales trajeados están en fuera de juego y el millonario alérgico a la política es presidente electo de Estados Unidos.

De Juppé, Sarkozy y Hollande el editorial del diario 'Le Monde' recordaba ayer que "hace veinte, diez y cinco años, estos tres hombres habían anunciado cambio, reforma y recuperación del país".


"Cada uno, a su manera, paga el precio de esas promesas inacabadas. Es la primera causa del foso que se ahonda, siempre con más peligro, entre gobernantes y gobernados. Esperemos que los candidatos de 2017 acaben por comprender este nuevo aviso", escribe Jérôme Fenoglio, director del periódico de centroizquierda.

Entre esos aspirantes escarmentados en cabezas ajenas figurará Valls (54 años), el maniobrero que ha empujado a Hollande hacia la puerta de atrás con una presión atosigante y creciente para que capitulara. El primer ministro  ha vuelto a rendir homenaje a la decisión del presidente por parecerle digna de un hombre de Estado. "Debemos defender el balance y yo lo haré como hago incansablemente", ha declarado en un desplazamiento oficial a Nancy. Aunque no ha enseñado sus cartas, nadie duda de que formalizará su candidatura mucho antes de que el próximo día 15 expire el plazo de presentación a las primarias socialistas.Cambio de móvil

Lo único seguro es que Valls ha cambiado de móvil. El jueves mandó mensajes en los que comunicaba su nuevo número a partir de las ocho de la tarde, la hora en que Hollande se inmoló en directo en aras de los intereses superiores del país y de la unión de la izquierda. También es probable que cambie de trabajo. Su idea es dimitir pese a que nada le obliga a hacerlo. Pero los precedentes avalan una retirada táctica. Jacques Chirac en 1988, Edouard Balladur en 1995 y Lionel Jospin en 2002 fueron a la vez primeros ministros y candidatos al Elíseo. Los tres fracasaron. Los dos últimos ni siquiera pasaron el corte de la primera vuelta.


La dimisión deberá aguardar a que Hollande regrese mañana de Emiratos Arabes Unidos, donde participa en una conferencia internacional sobre la protección del patrimonio en peligro. Como sucesores potenciales en la jefatura del Gobierno suenan Bernard Cazeneuve y Jean-Yves Le Drian, respectivos ministros del Interior y de Defensa habituados por tanto a la delicada gestión de un país en estado de emergencia desde hace más de un año por la amenaza del terrorismo yihadista.

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