Fidel y el humor negro

Destaca en el carácter cubano su fino humor negro. Hace treinta años ya se contaban por las calles de La Habana numerosos chistes sobre la "inminente" muerte de Fidel: el comandante muere y pide ser recibido por Dios con tal insistencia que lo consigue. Ambos se encierran en una sala. Al cabo de varias horas, salen amistosamente cogidos del brazo. Dios va diciendo: "Estoy de acuerdo en que construyamos el socialismo en el cielo, pero sigo sin entender por qué tienes que ser tú el secretario general".


Para ilustrar sus penurias, los cubanos también han recurrido al chiste: mueren de repente Putin, Obama y Fidel. Van al infierno y pactan con el demonio. "Te pagaremos lo que quieras, pero tenemos que telefonear al reino de los vivos". El ruso charla solo unos segundos, pero le cobran millones de dólares. Lo mismo sucede con Obama. Fidel promete ser breve, pero habla durante horas. "¿Cuánto te debo, hermano?", pregunta al colgar. "Un dólar", responde el diablo. Ante las protestas de Putin y Obama, el demonio responde. "Él llamó a Cuba, y de infierno a infierno es tarifa de llamada local".


Por fin, hoy, a la vista de las filas junto a los restos de Fidel, seguro que algunos habrán pensado lo mismo que Clemenceau: "No es admiración. Solo queremos asegurarnos de que está muerto"