Muere Fidel Castro, un símbolo del siglo XX

El presidente Raúl Castro anuncia en la televisión estatal el fallecimiento del dictador cubano a los 90 añosDurante nueve días de luto nacional, sus cenizas recorrerán la isla hasta su inhumación el 4 de diciembre en Santiago de Cuba. Su última aparición se produjo el pasado 15 de noviembre al recibir al presidente de Vietnam en su residencia.

Cuba declaró ayer nueve días de luto nacional para rendir tributo al líder histórico de la revolución, Fidel Castro, que falleció en la noche del viernes a los 90 años y cuyas cenizas recorrerán la isla para que todos los cubanos le despidan hasta su inhumación el próximo 4 de diciembre en Santiago.


Al filo de la medianoche, en una alocución transmitida en la televisión cubana, su hermano, el presidente Raúl Castro, anunció visiblemente emocionado, con tono contenido y "profundo dolor", según sus propias palabras, la muerte del comandante, retirado del poder desde 2006 por una enfermedad.


"Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo que hoy 25 de noviembre del 2016, a las 10.29 horas de la noche falleció el comandante en jefe de la revolución cubana Fidel Castro Ruz", indicó el presidente Raúl Castro, vestido con uniforme militar, desde su despacho.


El mandatario agregó que los restos del líder cubano serán incinerados según la "voluntad expresa" de Fidel, de quien no se había comunicado ayer si falleció en su casa o en un hospital. Pocas horas después de su muerte, una nota oficial del Consejo de Estado informaba sobre los detalles de las honras fúnebres y los nueve días de duelo nacional en honor al líder revolucionario, que cumplió 90 años el pasado 13 de agosto y que delegó el poder en su hermano Raúl en 2006 a causa de una grave enfermedad.


"Durante la vigencia del duelo nacional cesarán las actividades y espectáculos públicos, ondeará la enseña nacional a media asta en los edificios públicos y establecimientos militares y la radio y la televisión mantendrán una programación informativa, patriótica e histórica", indicó la nota oficial. Los cubanos podrán rendir homenaje al comandante a partir de mañana en el memorial José Martí de la plaza de la Revolución de La Habana, donde se depositarán durante dos días los restos incinerados de Fidel.


En esa emblemática plaza, lugar de eternos discursos de Fidel contra el "imperialismo yanqui", se celebrará un gran acto homenaje antes de que sus cenizas inicien un periplo por toda la isla hasta Santiago de Cuba, en un itinerario que rememora ‘La Caravana de la Libertad’, el rumbo inverso que los barbudos de Sierra Maestra siguieron cuando triunfó la revolución, en el mes de enero del año 1959.


El periplo culminará en Santiago de Cuba –considerada cuna de la revolución porque allí tuvo lugar el asalto al cuartel de Moncada el 26 de julio de 1953, inicio de ese movimiento–, donde tendrá lugar otro masivo acto de masas para decir adiós al carismático líder el 3 de diciembre en la plaza de Antonio Maceo. Las exequias del comandante se celebrarán el 4 de diciembre en el cementerio de Santa Ifigenia.Por sorpresa


La noticia de la muerte de Fidel Castro pilló por sorpresa a los cubanos, ya que fue dada a conocer sin previo aviso en un mensaje televisado que cortó la programación habitual en la medianoche; y en las calles de la isla se respiraba calma y normalidad en las horas posteriores al anuncio.


Las últimas imágenes de Fidel Castro son del pasado 15 de noviembre, cuando recibió en su residencia al presidente de Vietnam, Tran Dai Quang; y la última vez que se le vio en un acto público fue el 13 de agosto, con motivo de su 90 cumpleaños en un acto en el teatro Karl Marx de La Habana. Entonces se vio a Castro con un aspecto frágil, con un chándal blanco y flanqueado por su hermano Raúl y el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.


Desde su cumpleaños recibió también en su domicilio a otros mandatarios como el presidente de Irán, Hasán Rohaní; el de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa; o los primeros ministros de Japón, Shinzo Abe; de China, Li Keqiang, y Argelia, Abdelmalek Sellal. En abril pasado, en el XVII Congreso del Partido Comunista de Cuba, Fidel Castro también reapareció y pronunció un discurso con un fuerte sabor a despedida y en el que recordó los motivos que le llevaron a hacerse comunista. "A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos, como prueba de que en este planeta si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos", dijo Castro en las que fueron sus últimas palabras al pueblo cubano.


Diversos líderes internacionales destacaron ayer la dimensión histórica del expresidente cubano, cuya figura ha marcado la historia de Cuba, Latinoamérica y la política mundial durante más de medio siglo.

Hizo una revolución, puso en marcha enormes avances sociales en su país, traicionó no pocos de sus principios y convirtió el sueño de todos en pesadilla para muchos. Pero además de eso dedicó un notable esfuerzo a forjar su propio mito, ocultando aspectos de su biografía y sus ideas políticas –no reconoció sus ideas comunistas hasta 1961– y poniendo el foco sobre otros.


Gran admirador de Alejandro Magno, lector infatigable y escritor de bastante talento, entró en La Habana el 8 de enero de 1959 y, ante la multitud que le vitoreaba y a la que luego sometería a una férrea dictadura, fue consciente de su enorme influencia.


En ese momento, tenía todas las herramientas en su mano para construir el mito que habría de sobrevivirle. Al enfrentarse a Estados Unidos, que en los 60 sufría un gran desgaste en su imagen por la participación en guerras imposibles en Asia, se ganó la simpatía de las izquierdas de todo el mundo. Al llevar la revolución a América Latina y África, estaba cambiando la geopolítica con apenas unos miles de soldados y médicos.


Fue el único líder comunista occidental que sobrevivió a la caída de la URSS, pero el periodo especial al que sometió al país por la crisis económica, acrecentó el declive de su popularidad. El icono ya aparecía desdibujado y con poco color cuando la enfermedad lo retiró de la primera línea política, en 2008. Desde entonces, ha sido una sombra a la espera del juicio de la Historia.

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