"América se despierta dividida y aturdida"

Experto en Relaciones Internacionales, reside en Estados Unidos desde 2004.

Alfonso Cuchi.
Alfonso Cuchi.

El resultado de las elecciones ha sido una auténtica sorpresa para todos los que vivimos en EE. UU. Hoy, casi 60 millones de votantes demócratas se despiertan aún incrédulos por lo que paso este martes. A pesar de haber conseguido mayor número de votos, del legado que deja Obama en materia económica y social, de la falta de experiencia política de Trump y de trasparencia de sus cuentas con hacienda, y de los ataques de este contra mujeres, minorías, veteranos, y rivales, el partido demócrata ha sido incapaz de arengar y movilizar a sus votantes en la misma manera que Trump ha movilizado a los suyos.


Sin duda, al partido demócrata le ha pasado factura la encarnizada lucha durante las primarias, y el hecho de que las encuestas y los medios aseguraran una cómoda victoria provocando que muchos votantes demócratas no acudieran a las urnas. Tampoco le favoreció a Clinton su desliz usando un servidor de correo privado en el Departamento de Estado, las filtraciones del FBI acerca de su investigación por el uso del servidor a tres días de la votación, y los ataques cibernéticos de origen ruso contra su partido durante la campaña.


Trump sin embargo, a pesar de no contar con el respaldo de muchos de los líderes de su propio partido, logró convencer y ganarse el apoyo de un grupo de votantes que se había sentido ignorado durante años. Formado en su mayoría por ciudadanos de clase media, sin título universitario, y viviendo en zonas rurales de mayoría blanca, este grupo se ha (y lo han) alienado en los últimos ocho años al sentirse abandonado por las élites políticas y atacado por los cambios sucedidos a su alrededor, y convencido de que de que el libre mercado, los inmigrantes, y las políticas liberales ponen en peligro a América y no la dejan ser, como dice el eslogan de Trump, “Grande de Nuevo”.


La campanada ha sido mayúscula, y ahora le toca a Trump formar gobierno y definir sus políticas, algo que vagamente hizo en campaña para limitarse a decir que revertiría todo lo que Obama fue capaz de conseguir durante dos mandatos. Dado que controlará el gobierno, el congreso, y nombrará a dos jueces del tribunal supremo, es de esperar que Trump logre su objetivo, destruya el legado de Obama, e influya de manera significativa en el rumbo que el país tomará durante los próximos años. Para los demócratas, el consuelo reside en que ganaron el 55% del apoyo de los votantes de menos de 30 años (con victoria en 43 de los 50 estados) lo cual no amortigua el golpe, pero les da esperanzas para el futuro.


A pesar de los llamamientos a la unidad entre votantes de uno y otro partido, América se despierta dividida y aturdida por una larga campaña y una estresante noche electoral. El país debe conseguir pronto que su nuevo presidente muestre su valía política, cierre la división social, y responda a graves asuntos a los que se enfrenta, como la inmigración ilegal, la seguridad nacional, y el cambio climático. Esperemos que el lema “Dios Bendiga a América” aún funcione, por que muchos a este lado del charco creen que EE. UU. lo va a necesitar de verdad.



El zaragozano Alfonso Cuchi es experto en Relaciones Internacionales y reside en Estados Unidos desde 2004. (Este texto es un análisis personal y no refleja la opinión de ninguna de las empresas con las que trabaja o ha trabajado Cuchi).

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