Almudena Vidorreta: “Cuesta entender que un personaje como Trump llegue a la presidencia”

La aragonesa Almudena Vidorreta (Zaragoza, 1986) es escritora, doctora en Filología Hispánica y profesora en la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Reside en Manhattan desde 2013.

Almudena Vidorreta.
Almudena Vidorreta: “Cuesta entender que un personaje como Trump llegue a la presidencia”

Han sido unas semanas muy agitadas desde el punto de vista mediático. Las encuestas fluctúan con una rapidez pasmosa, los medios de comunicación no hablan de otra cosa y cada día aparece un nuevo escándalo.


Antes de vivir aquí no tenía idea de que existían más partidos que el republicano y el demócrata; los hay, pero todo el mundo apunta a que apoyarlos supone un voto perdido.


Me llama poderosamente la atención cierto tipo de anuncios en televisión en los que no se habla del programa electoral, sino que son ataques hacia el otro candidato, se pide que no le voten y, finalmente, señalan quién ha pagado el espacio publicitario.


Siento que estoy viviendo un momento crucial en la historia de la política de Estados Unidos por hitos diametralmente opuestos: vine a Manhattan con el comienzo de la segunda legislatura de Obama, el primer presidente afroamericano. Los esfuerzos que hizo a contracorriente en materia de sanidad o educación no tenían precedente. Ahora, por fin, una mujer podría llegar a ser presidenta de una potencia tan importante como esta y, sin embargo, cuesta entender que, al mismo tiempo, haya conseguido ser candidato a la presidencia un personaje como Trump, cuya carencia absoluta de dotes para la diplomacia salta a la vista. En su caso, lo más triste es que los titulares sensacionalistas suelen ser declaraciones reales, en las que no importa si sus palabras se sacan de contexto porque a menudo están fuera de lugar.


Viví con interés el movimiento a favor de Bernie Sanders y cómo abandonó su campaña para apoyar a Hillary Clinton cuando ya lo daba todo por perdido. En Nueva York tuvo más trascendencia que en el resto del país (supongo que al americano medio no le sentaron muy bien declaraciones como las de mayo del año pasado, sobre cuántos pares de zapatillas o cuántos tipos de desodorante son innecesarios cuando hay niños pasando hambre). Contrariamente, aquí la campaña de Trump se miraba en cierto modo como si fuera una desfachatez, una broma de mal gusto, un capricho macabro que el magnate podía costearse. Pero ahí está. Lo aterrador es esta sensación de un desconcierto a nivel global, porque el mismo desasosiego me generan muchos de los acontecimientos que han tenido lugar en nuestro país y en Europa durante el último año.


Nueva York es una burbuja en la que es difícil ser consciente de lo que está pasando afuera. Esto no es América: es una ciudad progresista, moderna y cosmopolita, con una tremenda variedad racial, que no sirve como termómetro del resto del territorio. Aquí siempre ganan los demócratas. Cuando uno viaja al interior se encuentra esas casas en medio del campo con carteles de apoyo a Donald Trump. Lo más triste es escuchar a inmigrantes latinos con derecho a voto que defienden la política de Trump, como si así protegieran lo que ya han conseguido y reafirmaran su juramento patriótico de lealtad a la bandera. Es absurdo. Eso por no hablar de los momentos bochornosos que protagoniza su esposa cada vez que intenta dar un discurso.


Leer las declaraciones de ambos candidatos en paralelo sobre asuntos como la educación, la sanidad o la inmigración es delirante; como si vivieran en mundos paralelos o, más bien, como si Trump no viviera en este mundo. En realidad, así es, pero al menos podría tomarse la molestia de disimular, siquiera por el decoro. Esa honestidad brutal es una de las cualidades que más valoran sus incondicionales y él sabe jugar su mejor baza, porque, como dijo en enero, podría disparar a alguien en medio de la Quinta Avenida y no perdería ningún votante.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión