Los conservadores podrían ganar en Islandia pero ceder el gobierno al centroizquierda

El Partido Pirata podría pasar de ser la fuerza más pequeña del Parlamento a la segunda más votada en menos de cuatro años de existencia.

Imagen exterior del Parlamento islandés
Los conservadores podrían ganar en Islandia pero ceder el gobierno al centroizquierda
Efe

El conservador Partido de la Independencia, que gobierna en coalición con los centristas, podría ganar las elecciones de este domingo en Islandia, según los sondeos, que no ofrecen mayorías claras pero sitúan a la oposición de izquierda como opción más apoyada y dan el papel de árbitro a una nueva fuerza.


Los colegios electorales estarán abiertos hasta las 22.00 GMT, y no se espera que se haya acabado el recuento hasta las 6 horas gmt de mañana, según ha informado la Autoridad electoral.


Las últimas encuestas dan como vencedores a los conservadores, tradicional fuerza dominadora en Islandia, con una ventaja que oscila entre los dos y los nueve puntos sobre el Partido Pirata, que podría pasar de ser la fuerza más pequeña del Parlamento a la segunda más votada en menos de cuatro años de existencia.


El principal problema para el Partido de la Independencia es que aunque ganen -desde 1944 sólo perdieron en 2009 en medio de la histórica crisis económica-, tendrán difícil formar gobierno.


A sus aliados del Partido Progresista los sondeos les pronostican un resultado pésimo -en torno al 10 %, menos de la mitad que en 2013-, castigados por el escándalo originado en abril por los vínculos con los papeles de Panamá del primer ministro, Sigmundur David Gunnlaugsson, forzado a dimitir.


Los otros cinco partidos con opciones a entrar en el Parlamento han rechazado de antemano apoyar a los conservadores, incluida Reforma, una escisión pro UE del Partido de la Independencia a la que las encuestas colocan cuarta y que tampoco ha querido participar en las reuniones durante la campaña del centroizquierda.


Aunque el Partido Pirata ha ido perdiendo fuerza y está muy lejos del 43% que le llegaron a dar los sondeos hace seis meses, en medio de la crisis que tumbó al primer ministro y provocó el adelanto de las elecciones, parece probable que vayan a mejorar el resultado de 2013, cuando superaron por una décima la barrera mínima del 5%.


La primera formación "pirata" que ha entrado en un Parlamento nacional podría acaparar buena parte del descontento de los islandeses con los partidos tradicionales, después de ocho años convulsos tras el estallido de la crisis económica.


Los estudios de opinión sitúan a los "piratas" en una sólida segunda plaza, con un apoyo que va del 17,9 al 21,2 %, varios puntos por delante del Movimiento de Izquierda Verde, y aquellos han ejercido de facto como líderes de la oposición.


A iniciativa suya se celebraron esta semana varias reuniones con los rojiverdes, socialdemócratas y el centrista Futuro Brillante, que culminaron con una declaración conjunta en la que muestran su voluntad de gobernar juntos, como ya hacen en la capital desde 2014.


El texto señala como áreas centrales la sanidad, una política climática responsable, aumentar los impuestos a quienes explotan recursos naturales y una nueva Constitución, una de las principales reclamaciones de los "piratas", que no obstante han accedido a aplazar la cuestión hasta que se impulsen antes otros temas.


El problema para la oposición es que, si se cumplen los pronósticos previos, podría no alcanzar la mayoría -fijada en 32 escaños-, lo que reforzaría el papel de árbitro de Reforma.


Y aunque el Partido Pirata, al que sus críticos acusan de no tener postura clara en muchas cuestiones, reuniese una mayoría absoluta, tampoco es seguro que vaya a liderar un gobierno.


La ausencia de un líder claro y la condición de política más popular del país de la líder rojiverde, la ex ministra Katrin Jakobsdóttir, podrían llevar a esta a la jefatura de gobierno.


Katrin Jakobsdóttir ha conducido de nuevo a su partido a la lucha por el poder menos de cuatro años después de sufrir un duro castigo electoral por formar parte del primer gobierno de izquierda de Islandia, nacido tras la crisis de 2008 y que acabó siendo muy impopular por impulsar una dura política de recortes sociales.


Peor le ha ido a la Alianza Socialdemócrata: de ganar en 2009 con casi el 30 % y colocar a Jóhanna Sigurdardóttir de primera ministra, pasó cuatro años después a menos de la mitad; y pese a cambiar de nuevo de líder, los sondeos la sitúan ahora como una fuerza residual y con problemas para superar la barrera mínima.

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