​Trump redefine los límites de una Convención Republicana que bordeó el cisma

Trump sale victorioso del macroevento político de su partido, elegido candidato oficial a la Casa Blanca.

Donald ?Trump en una imagen de archivo.
?Trump redefine los límites de una Convención Republicana que bordeó el cisma

Antes de que comenzara la Convención Nacional Republicana que acabó hoy en Cleveland (Ohio, EE.UU.), la unidad parecía un esquivo broche para la candidatura presidencial de Donald Trump: muchos de los asistentes eran de "clase B" y se gestaba una discreta conspiración.


Trump suplió la falta de políticos de la cúpula conservadora, expresidentes, artistas o empresarios de alto nivel, convirtiendo la convención en un espectáculo televisivo diseñado por él y para glorificación de su figura.


"Nunca se ha dado la situación de tener al nominado los cuatro días presente, ya sea por vídeo o en persona, en la convención. Era tradición que el nominado no llegase a la ciudad hasta la víspera de la aceptación", explica a Efe la periodista radiofónica de ABC News Ann Compton, que cubre estos cónclaves políticos desde 1976.


La Convención de Donald Trump reunía los ingredientes para ser una producción televisiva perfecta: tenía un héroe inesperado (Trump), un villano (el senador Ted Cruz), suspense, luces y las cámaras de países de todo el mundo.


También tuvo sus fallos de guión, como cuando se reveló que el discurso de la esposa del candidato, Melania Trump, tenía frases enteras sacadas del que dio Michelle Obama en la Convención Demócrata de 2008 en la que su marido, Barack Obama, inició una carrera que culminó en la Casa Blanca.


"Este ha sido el año que más animado estuvo el pleno. Fue muy vibrante", reflexiona Wallis, que es, desde finales de los 80, parte de la organización de los cónclaves republicano y demócrata, los mayores eventos de relaciones públicas políticas del mundo.

Una facción alineada con Cruz, el único de los 17 contendientes de las elecciones primarias que hizo sombra a Trump, quiso que se cambiaran las normas de votación y que los delegados eligieran lo que dictara su conciencia.


Esa medida, pensada para aumentar las posibilidades de Cruz de dar un golpe fatal a Trump, provocó un caos entre partidarios y detractores de la propuesta, que fue zanjada por la presidencia del cónclave para evitar un cisma. "Ha sido para mi una gran experiencia (...). Pero hemos fallado. Fallamos en una de las dos tareas de una convención, aprobar las normas del partido, al no escuchar a las voces disidentes", asegura Jordan Labiosa, de 22 años y delegado primerizo de Virginia vestido con una camiseta de Trump.


De nada sirvieron los intentos de hacer descarrilar "in extremis" la candidatura de Trump, que llegaba a Cleveland con sólido apoyo de los votantes de primarias, 14 millones de papeletas: un récord histórico que descabezó al favorito de la élite conservadora, Jeb Bush, y finalmente al único superviviente, el senador Cruz.

"Este año teníamos a una nueva figura, que viene de fuera y que ha derrotado a todos en su propio juego y están enfadados", subraya Compton, expresidente de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca.


El enfado lo puso el villano, Ted Cruz, quien fue recibido en el Quicken Loans Arena con amabilidad por los miles de delegados presentes que esperaban escuchar su apoyo a Trump y que enardecieron al ver que el invitado no pedía el voto para el magnate.

Esa misma mañana, el magnate interrumpió un mitin de Cruz al hacer un vuelo rasante con su avión por encima de su evento. "Eso estuvo bien orquestado", reconoció el senador tejano.


Por la noche, cuando Cruz empezó a ser abucheado, Trump apareció inesperadamente en la tribuna de invitados, donde él y sus hijos le sostuvieron la mirada al senador, que desapareció tras finalizar a duras penas su discurso, mientras su mujer era escoltada fuera.


"Fue un error de cálculo muy malo. Dejó a su mujer en el plenario, al lado de delegados de Trump. ¿Cómo no iba a esperar que su mujer tuviera que salir así, escoltada?", explica una fuente del partido que requiere el anonimato.


Pero Trump seguía necesitando mostrar unidad y la noche del jueves, que pone el colofón con la aceptación de la candidatura, sirvió para que el millonario neoyorquino monopolizara el escenario y las pantallas del gigantesco estadio durante una hora y cuarto en horario de máxima audiencia.


Sus enardecidos seguidores ahogaron las críticas, mostraron a millones de hogares estadounidenses un Trump poco habitual, más presidenciable y, por un momento, apagaron las dudas que provocaron las ausencias, las meteduras de pata de una campaña novata y hasta los delegados, que, como aquellos que quemaron el carné de miembro cuando Trump se aseguró hace unos meses la nominación, abandonaron Cleveland con la promesa de votar por el Partido Libertario.

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