​Un convento entre las bombas de Alepo

El monasterio resiste los envites de las bombas que asuelan Alepo en medio de las oraciones de los ancianos que viven en él.

Destrucción total en la ciudad siria de Alepo.
Destrucción total en la ciudad siria de Alepo.
Afp

El Convento Tierra Santa resiste los envites de las bombas que asuelan Alepo en medio de las oraciones de los ancianos que viven en él, que agradecen disponer de esta fortaleza religiosa que les aleja, en cierto modo, del horror de la guerra.


"Es verdad que vivimos con miedo de los bombardeos y solo nos acompaña la oración, pero estoy contenta porque en el convento se ocupan muy bien de nosotras", dice en una entrevista Antoinette Yani, residente en este convento, ubicado en el barrio de Al Forkan, en Alepo.


A sus 87 años, Yani ha dejado por diez días el convento para acercarse a Beirut a ver a una de sus hijas, que está de visita desde Italia, donde reside.


Antes de la guerra, el viaje desde Alepo a la capital libanesa se completaba en seis horas, pero ahora la travesía es mucho más larga y se alarga hasta las once horas.


"Cada momento hay que pasar controles. Además no dijimos que veníamos al Líbano porque teníamos miedo de que no nos dejaran seguir", recuerda.


Antes de vivir en el Convento Tierra Santa, Yani se alojaba en el de San Vicente de Paul, del que tuvo que huir al ser bombardeado en abril de 2015.


"Allí tenía una habitación para mí sola, pero ahora comparto con otra persona porque el Convento Tierra Santa, propiedad de los franciscanos, solo tiene 10 dormitorios", afirma.


Pese a las mayores incomodidades, Yani está contenta de su actual residencia ya que "el lugar es muy bonito, está lleno de árboles y flores".


Además, "cuando la situación lo permite, nos preparan comidas al aire libre o nos llevan de paseo", añade Yani, que agrega también que un médico les visita cada quince días.


Sin embargo, es consciente de que más allá de los muros del convento, "hay gente cuyas casas fueron destruidas, viven en la calle, otros en tiendas de campaña y algunos buscan comida en la basura para poder sobrevivir".


"Es muy triste lo que sucede. Antes Alepo era una ciudad turística e industrial y el que paga el precio de la guerra son los inocentes", se queja.


La tranquilidad de los ancianos residentes en el convento se vio perturbada el pasado 21 de mayo, cuando el edificio religioso fue bombardeado, lo que causó la muerte a una mujer de 94 años y heridas a otras dos.


"Habíamos terminado de rezar el rosario cuando una bomba cayó, mató a una de nuestras compañeras e hirió a otras dos. No veíamos nada, el polvo cubría todo, incluso teníamos dificultades para respirar. Estuvimos varios días sin poder dormir", recuerda.


Además, el ataque también provocó importantes desperfectos en el convento, que fueron reparados por los propios franciscanos, según dice por teléfono la directora del Convento Tierra Santa, Amira Yanyi.


La responsable añade que en esta fortaleza religiosa residen actualmente 24 personas, la mayoría de ellas mujeres.


"Para sobrevivir recibimos donaciones de particulares y las ONG vienen a vernos para ver lo que necesitamos. Tratamos de atender a las personas que tenemos a nuestro cargo lo mejor que podemos, incluso puedo afirmar que comen mejor que nosotros en nuestras casas", señala Yanyi.


Además del Convento Tierra Santa, que depende de la Fundación San Vicente de Paúl, en la zona hay otro de las hermanas indias, que da cobijo a 50 personas.


"No hemos recibido amenazas directas por parte de los yihadistas, pero no sucede lo mismo en el bario Al Nidal, donde trabaja mi marido, que sí las reciben y tienen muchos problemas", añade la directora del convento.


En Beirut, Yani se mantiene alejada de la guerra que asuela Siria desde hace más de cinco años.


Una vez pasen estos días de visita, volverá a introducirse en terreno hostil, a atravesar peligrosas carreteras hasta llegar al Convento Tierra Santa, donde, pese a los bombardeos, encuentra la paz.


"Son la oración y las llamadas telefónicas de mis hijas las que me mantienen con vida".

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